Miedos, dudas y temores

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En esos momentos los heridos, entre ellos América, se encontraba descansando. Bella estaba absorta viendo como la nieve caía fuera, observándola arremolinarse por la ventana. Todo lo que había sucedido ese día le daba que pensar, sabiendo que, aunque su memoria estuviera desestructurada y fragmentada por completo, ya tenía la fuerza necesaria para enfrentar a su hermana, todo gracias a aquellas naciones que, a pesar de sus diferencias, se apoyaban y ayudaban entre ellos.

-Ojalá siempre pudieran mantenerse los hombres a un lado... Ellos... Aún necesitan aprender muchas cosas.-musitó.-

-Eso que pides, pequeña, se le conoce como Utopía...-dijo una voz profunda detrás de ella.-

Bella se giró, encontrándose con aquellos ojos celestes tan expresivos, aunque su rostro, mayoritariamente, no mostrará ninguna emoción.

-¿Qué haces en pie, Alemania?-quiso saber ella, levantándose, dándole un abrazo.-Deberías descansar.-

-Prusia lo hace por mi...-concluyó, devolviendo el abrazo.-

-No me digas que...-

-¡Como un bendito bebé!-ironizó, para luego mirarla con seriedad.- Y tu, ¿no deberías descansar?-

-A pesar de todo, no me siento cansada...-comentó con aire triste, volviendo a mirar por la ventana.-

-¿Qué te preocupa?-quiso saber el alemán.-

Bella suspiró, entornando los parpados. No podía decirle cual era su temor más profundo, ni que pronto todo tendría un final... Aunque sabía que este no sería para nada feliz. Pero para llevar su plan a cabo necesitaba hablar con Inglaterra y que él acabará de coordinar lo que le pediría. ¡Le daba tanto miedo que se negará! Sabía muy bien que le pondría todas las pegas del mundo, que la trataría de loca, pero era la única solución para finalizar con todo y tenerlos a ellos a salvo... Y, quién sabía, quizás algún día podría volver de nuevo y verlos sonreír. ¡Esa sería su mayor recompensa!

-Alemania... Cuida siempre de Prusia, por favor.-dijo bajando la vista.-

-¿Más?-interrogó el alemán.-¡Si es como un maldito crío consentido!Y te recuerdo que de los dos, yo soy el pequeño...-exclamó irritado, aunque entonces se dio cuenta de las palabras, mirando con recelo a la chica.-Por cierto...¿A qué viene esa tontería? -

Bella negó con la cabeza, apoyándola a continuación en el ancho y fuerte pecho del rubio alemán, queriendo quedarse ahí para la eternidad. No pudo evitar estremecerse un momento, sintiendo que los brazos de Alemania la estrechaban más contra él, notando que se apoyaba en su cabeza. En ese momento, cerrando sus ojos, una lágrima furtiva se deslizó por la mejilla de Bella.
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Alguien llamó a la puerta, pero Inglaterra lo ignoró por completo... Después de lo sucedido con Francia, se había negado a hablar con todo el mundo.

Los golpes se repitieron, pero esa vez la puerta estaba abierta. Frunciendo el ceño, se giró e iba a empezar a gritar, cuando vio que era Bella la que cerraba la puerta. Entre molesto y avergonzado, giró la cabeza, clavando sus esmeraldas en el ventanal.

-¿Cómo te encuentras?-quiso saber la chica, acercándose a la cama, viendo que se encontraba sentado en el filo, dándole la espalda.-

-I'm fine. Gracias por preguntar.-contestó secamente.-

-Inglaterra... ¿qué sucede?-preguntó, sentándose en el lado opuesto de la cama, contemplando la espalda del inglés.-

-¡No sucede nada! Sencillamente, no quiero hablar.-respondió con brusquedad.-

Las Dos Caras De La MonedaWhere stories live. Discover now