Liberemos a América

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Bella estaba en medio de un círculo, sentada, con las piernas cruzadas y la cabeza gacha. Era difícil saber que le pasaba por la cabeza, ya que la sala tenía una iluminación muy ténue y su corto cabello producía oscuras sombras, pero tanto Inglaterra como Noruega sabían que tenía oscuros círculos alrededor de sus ojos, indicativo de que había dormido muy poco o nada.

-Una vez te induzcamos a ese sueño, estarás sola en ese espacio. ¿Me he explicado?-quiso saber el británico, obteniendo por toda respuesta de la chica un leve asentimiento de cabeza.-

Inglaterra negó en silencio, pasando a buscar con sus ojos esmeraldas a su compañero, el cual se encogió de hombros, con semblante sombrío. Aquello no iba bien a todas luces. El británico sabía que la chica estaba así desde que Prusia y ella hablaron a solas y, aunque ninguno de los dos dijo de que habían hablado, Inglaterra se temía de que podía tratarse.

"Los sentimientos son el peor arma... y ella lo acaba de descubrir.", pensó el inglés, sintiendo verdadero pesar por la chica."Pero espero que ese imbecil albino haga algo, ¡o le partiré ambas piernas!"

De repente ambos hombres alzaron la cabeza, oyendo un gran escándalo detrás de la puerta.

- Bloody Hell! What's going on now? (¿Qué sucede ahora?)-gruñó el británico, cuando vio que Prusia entraba, o más bien peleaba con Dinamarca y Suecia, para poder entrar.-

-¡Joder!¡Plastas!-se quejó, logrando golpear a Dinamarca, quedando en el suelo.-¡Kesesese!¡Eso te pasa por querer parar a mi asombrosa persona!-

Suecia fue a golpearlo, pero se agachó, cogiéndose al brazo del sueco, brindándole una feroz sonrisa, golpeándole con ambos pies en el pecho, haciendo que el gigante rubio cayera hacia atrás, encima del danés, el cual gimoteó algo sobre su mala suerte. Por otro lado, el germano salió despedido, rodando hasta el círculo. Levantó la cabeza, sacudiéndola, mirando a Bella, la cual pestañeba atónita. De una revolada, se puso en pie, llegando a ella, arrodillándose ante la chica, cogiéndole el rostro, mostrando una victoriosa sonrisa.

-¿Sabes qué? Después de dos días pensando he llegado a una conclusión, Bella.-le dijo con aquella voz rasgada, sonriendo ampliamente y de manera triunfante.-¡A la mierda las normas! ¿Y sabes por qué? ¡Joder! ¡Porque no soy una puta nación!-

Y sin decir nada más, la arrastró hacia él, besándola en los labios. Bella se quedó estática por aquello, parpadeando, pero al final se relajó, entregándose a aquel beso, comprendiendo que era aquella sensación que aprisionaba su pecho desde hacía meses: amaba a aquel loco albino. Y, para su alegría, era correspondida.

Noruega los miró a ambos con cierto escepticismo, pero al volver sus ojos hacia el británico, vio que este sonreía complacido, como si realmente hubiera esperado que aquello sucedierá con antelación.

Finalmente se separaron, los rostros de ambos encendidos, buscando aire, manteniéndose con las frentes pegadas, sencillamente perdidos en los ojos del otro.

-Ten cuidado...-le susurró al oído, abrazándola.-Trae a ese estúpido de vuelta y recuerda que te estaré esperando.-dijo poniéndose en pie, besándole la frente.-Regresa, te lo ruego.-

-Si has acabado con tu numerito magistral de Casanovas, sal del círculo, grandísimo imbecil.-comentó con su tono neutro Noruega.-

-Ya salgo, ya salgo... No hace falta que insultes, eso no es nada asombroso...-

-¡Asombrosa será la patada en el trasero que te meteré, come Bratwurst!-clamó Inglaterra, prefiriendo ocultar su alegría hacia ambos.-

-Al menos mi comida se puede comer, no como la tuya... No sé como diablos no te han detenido ya por intento de envenenamiento....-dijo cruzándose de brazos, pero fuera del circulo.-

Las Dos Caras De La MonedaWhere stories live. Discover now