Conflictos y miedos

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Su cuerpo se negaba a moverse a pesar de que percibía sonidos a su alrededor y notaba el dolor de cada uno de sus músculos... Estaba consciente, pero su cuerpo no le obedecía de ninguna manera.

Entreabrió los párpados, percibiendo la ténue luz que le envolvía. Dio gracias por ello, al menos sus ojos no sufrirían. Suspiró cerrándolos de nuevo. No tenía muy claro que había sucedido, pero estaban en algún lugar, a salvo.

Repentinamente, se oyeron voces. Alguien estaba discutiendo no muy lejos de donde se encontraba. Algo cayó al suelo y los gritos continuaron. Agudizó su oído, pero no lograba entender lo que se decía. Reconoció con rapidez una de las voces, chillona y desagradable y, con los nervios crispados, Inglaterra se levantó de la cama como si tuviera un resorte, cogió un despertador que había en la mesilla, abrió la puerta de golpe, viendo su objetivo. El tic nervioso acudió a su ceja, oyéndolo gritar aún. Una sonrisa malévola se dibujó en sus pálidos labios y, sin mediar palabra, le lanzó el despertador, dándole en la cabeza a su objetivo, logrando que aquella voz chirriante callará, cayendo el dueño de esta al suelo.

-Go to the Hell, Prussia!-le chilló fuera de sí el británico.-No se puede descansar contigo haciendo barullo, you're a moron!-

-¡Eres un imbecil! ¿Qué me has tirado, pirata de poca monta?-gritó irritado el prusiano, sentado en el suelo, viendo el despertador. No pudo evitar ponerse a reír mientras lo cogía.-¡Un despertador!¿¡Me has tirado un puto despertador!? ¡Mi asombrosa persona merece más que un desperrador, cejotas!-

-What do you doing!?-preguntó encrespado el británico, remangándose, mostrando su puño cerrado, mientras sus pasos se dirigían hacia el albino.-

-¡VALE YA!-gritó otra voz, entrando por la puerta Dinamarca, con el ceño fruncido, seguido de Noruega y Finlandia.-¿Se puede saber que demonios pasa aquí?¿No sabéis comportaros en una casa ajena?-preguntó el danés, mirándolos a ambos.-

-¡Empezó él!-gritaron ambos al unísono, señalándose entre ellos, pasando a continuación a lanzarse miradas llena de odio.-

- Min Gud! (¡Dios mío!)-murmuró el danés, rascándose la cabeza.-Son como críos...-

-Son peores que Anko y eso, a lo que a mi respecta, ya es difícil de decir.-señaló Noruega asombrado por sus propias palabras.-

-Es más fácil lidiar con las micronaciones cuando Sealand los invita a venir a casa.-puntualizó Finlandia.-Yo me vuelvo con Su...-murmuró con preocupación, dándose la vuelta.-Luego nos vemos...-

-Fin...-llamó el rubio mayor, por la cual cosa el paso del pequeño paró.-Tomátelo con calma y descansa... Su se repondrá. Y sé perfectamente que llevas tres días sin pegar ojo. Hazte el favor, te lo ruego.-

- Joten en... Älä huoli, Den.( Así lo haré... No te preocupes, Den.)-

Dinamarca esperó a que el finés saliera, mirando de nuevo al germano y al británico, puniendo sus brazos en jarra, suspirando. Estaba claro que, por mucho que estuvieran en la misma aventura embarcados, sus rencillas seguían como siempre. Era difícil de creer que aún no se hubieran declarado la guerra entre ellos.

-¿Qué haremos con vosotros dos?-quiso saber el rubio.-Primero, Prusia... ¿qué a pasado con Fin para que te pusieras hecho una fiera?-

El germano lo miró con aquellos extraños ojos rojos, para recordar lo que había sucedido, volviendo a montar en cólera, encarándose a Dinamarca y, sin venir a cuenta, lo cogió del pecho, acercándoselo. Inglaterra fue a separarlos, buscando la ayuda de Noruega, pero este no se movió.

-Lo dejásteis allí.-espetó entonces el albino.-Lo abandonásteis como un jodido perro...-reclamó, temblándole visiblemente las manos: claramente estaba conteniéndose.-

Las Dos Caras De La MonedaWhere stories live. Discover now