Alianza

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-¿Una alianza?-cuestionó Suecia, sentado en aquella gran mesa, mirando a todos los reunidos alrededor de esta. Era la primera vez que veía tantas naciones en su propia casa.-¿Y qué proponéis si se puede saber?-

-Sólo queremos saber quienes querrán estar incluidos.-expuso Alemania.-

Los presentes se miraron entre ellos. Sin decir nada, Japón se puso en pie, a la cual cosa Alemania respondió con un leve asentimiento. China, junto a él, hizo lo mismo, pero alzó su mano, impidiendo que Hong Kong o Korea se levantarán.

-No quiero que os expongáis, aru.-explicó.-Con Japón y conmigo será suficiente... Vosotros regresaréis para informar de lo sucedido y apoyaréis al resto si hiciera falta.¿Me he explicado, aru?-

Hong Kong lo miró en silencio, rodando los ojos a continuación hacia el británico, el cual asintió. Ocultando sus manos en las anchas mangas de su vestidura, el joven asintió en silencio, cerrando los ojos y recostándose en la silla. Acababa de aceptar la imposición.

-¿Pero por qué, Aniki?¿Por qué no podemos combatir a tu lado?-se quejó Korea, poniéndose en pie. Notó como una mano se posaba en su brazo, encontrando que Hong Kong le negaba con la cabeza. El joven sur coreano cerró los ojos con fuerza, cuadrando la mandíbula, apretando los puños hasta que estos temblaron. Finalmente, impotente, suspiró, dejándose caer en la silla.-Muy bien, Aniki. Será como tu dices... ¡Pero como os suceda alguna cosa, me oiréis, da-ze!-

China miró a ambos jovenes con dulzura, dibujándose en sus labios una sonrisa llena de ternura y añoranza.

Casi a un tiempo se levantaron Inglaterra, Rusia, América y los dos germanos. Estaba claro, de buen principio, que ellos cinco iban a estar. Se miraron entre ellos con respeto, volviendo todos la vista al frente, justo en el momento en que Suecia y Dinamarca se ponían también en pie. Los ojos de los dos nórdicos se encontraron: Suecia hizo un leve gesto con la cabeza y el danés regaló su mejor sonrisa, guiñando un ojo.

-Entonces...¿estos seremos los nuevos Aliados?-preguntó Inglaterra, sorprendiéndose a sí mismo por esas palabras.-

Todos se miraron. Una alianza entre esos países tan dispares y todos bajo una misma enseña: la Paz. Muchos de los que estaban allí habían trabajado para Hedda, otros habían sido creados y protegidos por Guerra sin que ella lo supiera y a otros, por más que había tratado de seducirlos, no lo había logrado. Sin intermediarios, sin papeles a firmar, un pacto creado en silencio y que los ataba a todos ellos con lazos invisibles: la Alianza de la Paz.

En ese momento todos se quedaron parados, viendo bajar por las escaleras, ayudada por Finlandia, a Bella. Todos se sorprendieron al ver que sus ojos eran cristalinos y que había crecido de nuevo, teniendo el porte de una hermosa joven, pero ya no era aquella adolescente que Alemania había encontrado bajo la lluvia, enferma y sin voz. A pesar de las heridas, se la veía fuerte, entendiendo todos los presentes que ellos eran quienes le daban esa fortaleza y que Bella les aportaba un sueño de tranquilidad y esperanza, que todos pudieran entenderse. Ella dependía de ellos y viceversa... Una sincronía perfecta.

Alemania dio la vuelta a la mesa, acercándose a la chica, esperándola al pie de las escaleras, mirándola con benevolencia. Cuando Bella llegó al último escalón lo miró con la dignidad propia de una noble reina y el alemán no pudo evitar sonreírle, tendiendo una mano para poder ayudarla, inclinando la cabeza ante ella.

-Siento todos los problemas que te he dado, Alemania.-dijo la chica, alzando la cabeza a continuación, mirando a los reunidos.-Lo mismo digo para el resto...-continuó, viéndose claramente apenada.-Está era mi batalla y, por mi culpa, os vistéis involucrados. Quizás nunca tendrías que haberme recogido, Alemania.-

Las Dos Caras De La MonedaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ