Magia y renegados

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-¡Rusia! Tomátelo con calma, aún estás débil.-pidió el británico, separándolo del teutón, el cual se escabulló hasta la puerta, limpiándose con el dorso de la mano la sangre que resbalaba por su mentón, mirando con desprecio al ruso.-Y Prusia tampoco tiene la culpa...-

-¡Tendría que haberla detenido!-chilló, soltándose del británico, tratando de encarar de nuevo al prusiano, pero de repente Rusia se desvaneció, cayendo de rodillas al suelo. Iba a caer de bruces, pero alguien lo tomó por los hombros, frenando su caída. Al levantar la cabeza, se encontró con los ojos rubíes de Prusia.-

-Juro que no me dijo dónde iba. No caí en la posibilidad de que ella saliera de aquí...-repitió el albino. Levemente bajó los ojos, sintiéndose culpable, notando como su corazón se encogía por el temor de perder a aquella representación.-Si pudiera volver atrás en el tiempo, sabiéndolo...-

-Volverías a cometer el mismo error, porque eres un completo imbecil.-recriminó una voz suave, detrás de Rusia.-

A toda prisa, Inglaterra se volteó, mirando asombrado aquella persona, envuelta en un aura azulada. Prusia se levantó, dando un par de pasos hacia atrás, trastabillando y cayendo al suelo de nuevo, con el rostro totalmente blanco, pensando que su mente le engañaba. Por último, Rusia se puso en pie, llevandos su mano al costado, sintiendo la ropa pegada a la piel por la sangre que aún fluía de la herida.

-¿Qué haces aquí, Noruega?-quiso saber Rusia, frunciendo el ceño.-¿Qué quieres?-

-Informaros. Así que tranquilito...-

-¿Informarnos, de qué, Norge?-preguntó el inglés, colocándose delante del ruso, sabiendo que si alguien tocaba la imagen, esta se desvanecería sin más.-Te escucharemos, my friend.-

El noruego inclinó la cabeza levemente, en señal de asentimiento, observando a los tres países.

-De primera, esa que llamáis Bella, está aquí...-comunicó, aunque inmediatamente levantó una mano, viendo que Prusia y Rusia se adelantaban, dispuestos ambos a preguntar más.-Dejadme explicar y luego contestaré, en la medida que pueda y sepa, vuestras preguntas.-señaló, comprobando que Inglaterra alzaba en brazo en modo de barrera delante del pecho de ambos, mirándolos de reojo.-

-Escucharemos, Norge. Habla.-invitó el inglés con firmeza.-

-Gracias...Bien... Su fue enviado a San Petersburgo para ver lo sucedido y, de paso, que fuera hasta Moscú por si se necesitará apoyo, lugar en que encontró a Bella, herida, llevandósela consigo. Está fuera de peligro y duerme en estos momentos. También decir que me estoy sirviendo de sus recuerdos para hablaros.-sentenció el noruego, agachando la cabeza. Suspiró, volviendo a alzarla.-Ahora viene la información dura... Inglaterra, Prusia, quiero que os lo toméis lo más calmosamente posible... Os necesitamos en plenas facultades para lo que está por venir, sobre todo a ti, Iggy.-

Los dos nombrados se miraron, encogiéndose de hombros, no comprendiendo absolutamente nada.

-Hemos intentado ponernos en contacto con ambos, pero como estabais de viaje y, al parecer, el único que sabía vuestro paradero era Alemania, nos complicó las cosas para dar con vosotros... Os diría que os sentarais, pero de nada servirá...-

-Fuck!¿Tan malas son las noticias?-inquirió Inglaterra, empezando a inquietarse.-

-América está en coma...-empezó sin tapujos el noruego.-España está muy grave y Alemania fue alcanzado, pero está fuera de peligro y a punto para regresar a la batalla... Por ello dije que se nos había complicado el dar con los dos.-

Inglaterra y Prusia se quedaron lívidos con las noticias. Las piernas del inglés fallaron siendo Rusia quien pasó a sostenerlo en esos momentos, mirando con preocupación a sus dos compañeros, volviendo sus ojos amatista hacia Noruega. Si lo de América era cierto, estaban en enorme desventaja contra Hedda.

Las Dos Caras De La MonedaWhere stories live. Discover now