Niego con la cabeza, sin ver aún la lógica de todo eso, la venganza no es que haya sido lo mío, siempre he dejado que la vida se encargue de darle su merecido a las personas que en algún momento me hicieron daño o intentaron hacerlo, quizás por ese motivo es que el que estoy como estoy ahora.

No me gustaría que a Ana le hicieran algo como se le ha ocurrido a este señor, no me gustaría que dos hombres que pensarán que ella ha jugado con ellos se pongan en este plan así que simplemente no puedo apoyar esto. No por Leila sino porque Anastasia tampoco merece pasar por todo esta situación. —Me importa un pepino si es la reina de España, el asunto acá es que eso es una locura. —

—Una locura que sabes tan bien como yo que dará resultado. —y me maldigo, me maldigo porque es verdad ya que estoy completamente seguro que su plan por más tonto que sea dará mucho resultado. Un respingo hago en mi asiento cuando Christian con su mano, como si fuera el mazo de un juez golpea la mesa. —Una locura que le dará solución a ese maldito problema y a su vez podré quedar libre de todo ese caso del demonio. —

—Si me permiten. —Christopher pide la palabra de una forma poco de él, levantando la mano lo cual no es necesario ya que su voz tan ronca y varonil, tan seria hace que ambos lo veamos a ese hombre que ha retomado su seguridad que considere perdida cuando Christian comenzó con su narración de su fantástico plan. Me he dado cuenta que sabe perfectamente en que momento ser serio y en qué momento necesita sacar su sentido del humor. —De Leila lo único que sé es que es ex de ambos, no qué les habrá hecho a ustedes y no quiero saberlo porque es asunto de ustedes pero sea lo que sea que pasará no crees que al hacer toda esa idiotez estás convirtiéndote en lo que es ella solo que con una polla entre las piernas y un carácter del demonio. Y no te olvides que lejos de todo es una mujer. —

—La palabra mujer le queda grande. —expulsa Christian en un leve gruñido, y por primera vez en los últimos minutos puedo estar de acuerdo en algo de lo que sale de sus labios. Me remuevo en mi asiento con esperanza de que podamos construir un camino partiendo de eso en lo que estamos de acuerdo. —Lo calificaría mejor como un buen agujero en el que enterrarse. —y en eso también estoy de acuerdo con él, la carcajada que suelta es agria, su rostro es duro. —Y ya dije, estoy dispuesto a hacer lo que sea, así tenga que transformarme en lo que más he odiado. —

Y listo, toda esperanza de hacer un camino donde estemos de acuerdo queda esfumada. A mí nunca se me ocurriría cambiar por nada del mundo, no sería capaz de dañar toda esta reputación que he construido pero dicen que las personas tienen modos distintos de actuar, que ante la presión una persona saca lo peor de sí y esto está pasando con este hombre. Ha sacado lo peor que tiene.

—Y otro punto para retroceder de tu plan es que... ¿No le piensas contar nada a Anastasia? —le recrimina, mirándolo como si se hubiera vuelto loco y yo también comienzo a sospechar lo mismo, tal vez tanta presión ha logrado que aquella delgada línea que separa la cordura de la locura haya desaparecido. —¿Acaso piensas en cómo se va sentir cuando se enteré de todo esto? —

La frente de Christian se entierra entre sus manos, y en ese instante veo una faceta de él, una nueva faceta de él que jamás pensé ver. Lo escucho como se destruye, veo como aquel rostro endurecido decae hasta volver en uno simplemente destruido, en el rostro de un hombre que la vida le ha pasado por encima, de un hombre abatido. Sus manos ahora se sumergen en su cabello corto, despeinándolo un poco conforme cierra los ojos.

—¿Se han puesto a pensar en cómo se va sentir si se entera que nuestro hijo está en riesgo? —un sonido lastimero se le escapa. La mirada de ambos a su vez también comienza a cambiar, a suavizarse conforme él se queda ahí, mirando el techo sin abrir sus ojos, sus parpados protegen la tormenta que se ha de estar formando dentro de su mirada, aquella tormenta de no tener ni idea de que hacer. —¿Se pueden poner tan solo un minuto en mi lugar? ¿En cómo me sentiría si al niño le pasa algo por mi culpa? No me lo perdonaría, y no dejaría que ella me lo perdone. Así que si quieren júzguenme por todas las idioteces que voy a hacer háganlo, pero escúchenme bien. —deja de ver al techo, la tormenta de sus grises ojos se posa en nosotros. Nos ve a ambos. —Escúchenme bien. —reafirma, lo hacemos conforme comienzo a entender algo de su punto. —Así me tenga que convertir el ser más oscuro, el ser más malvado que haya pisado está tierra, así Anastasia me termine odiando por el resto de su vida, seguiré con todo, con tal de que nuestro hijo logre nacer. Prometí que los cuidaría y eso es lo que voy a hacer. —

Mis Pervertidos II (Grey)Where stories live. Discover now