Capitulo XXIII

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Capitulo XXIII : "Cosas confusas"

Perspectiva de Anastasia Steele.

Con una sonrisa me mantengo sentada en este lugar, en esta oficina que conforme me pierdo y me pierdo en diversos problemas de la gente me olvido de los míos propios, esto creo que es una de las cosas que me ha gustado de este trabajo, el que al concentrarme en los problemas de las otras personas consigo olvidarme de los míos propios que no es que sean los más sencillos como por ejemplo, el más mínimos quizás de todos, sobre cómo hacer que está molestia, que está incomodidad de la visita de aquella mujer hizo que apareciera se esfume como el lento suspiro que de mis labios entreabiertos se cuelan, para así de esa forma poder tener unos días más normales con Christian, si es que a nuestra relación se le puede llamar normal claro está.

Rendida dejo el bolígrafo que provoca un sonido un poco más fuerte que el latir de mi corazón, las hojas artificiales de aquella burlesca planta se ven removidas por el viento, una planta que aparenta ser natural de lejos pero de cerca simplemente es falsa, como yo, que aparento una felicidad que no siento. Una felicidad que no puede ser completa por el simple motivo que de mi cuerpo no se quita está quemazón por poder ser acariciado por las manos de Christian, de verdad lo extraño y mucho.

El minutero del reloj de pared nuevo que han puesto se mueve como los pasos de una tortuga, lentos que me hacen pensar que está malogrado pero no es así, el reloj está funcionando perfectamente bien muy a diferencia de mi concentración pues sigo intentando ver a quien designar el caso de una mujer que le lanzó las cosas a su marido a la calle por encontrarlo a este con su amante, es increíble las cosas que una hace por amor, es increíble las locuras que el amor impulsa a las personas a cometer. Ahora está mujer está siendo denunciada por escándalo en la vía pública mientras el marido seguramente estará con una enorme sonrisa en su cara terminando de follarse a quien sea la amante.

Cierro la carpeta, dejando ese caso ahí, feliz con el trabajo que he hecho hoy pues en definitiva he avanzado mucho, más de lo que espere pues venía con la idea de no poder concentrarme tanto por estar pensando en aquel hombre pero buenamente mi cerebro decidió colaborar al menos por un tiempo, un tiempo que aproveche para designar rápidamente a los abogados correspondientes para cada caso. Yo ahora tendría que estar ocupada trabajando en uno pero Björn decidió retirarme y sí que le agradezco pues en cierto punto me traería mucha presión pero eso no quita que sienta impotencia de no colaborar en mucho. Al menos el bienestar de mi hijo vale la pena está irritación por estar activa en ese caso.

Mantengo mi mirada fija en el reloj, mis ojos azules siguen el lento movimiento ahora del segundero que alarga esos segundos hasta transformarlos en minutos. La vida sigue a las afueras, las personas siguen con lo suyo pero yo me concentro netamente en mí esperando que de la hora del almuerzo para ir a almorzar con Derek que se mostró muy contento por tenerme de regreso. Sigo los movimientos, las sombras que se marcan en el circulo del reloj, los números que algunos brillan por el ligero sol y conforme me pierdo en el tiempo una música tan especial se instala en mi mente, a la vez que acompañada de esa música recuerdo aquel día que pase con mi padre extrañamente, torturándome.

—¿La pasaste bien, Annie? —sus dedos, un poco desgastados por el trabajo que realiza a diario se pierden entre la maraña de mi cabello castaño. La cama se hunde provocando el típico crujir cuando él se sienta en ese lugar, esperando que me quede dormida. —¿Te divertiste? —

—Sí. —le respondo sincera, recordando el divertido fin de semana que pase con él y un amigo que me llevo a conocer, los había visto antes –según ellos- pero yo no recuerdo mucho, no recuerdo mucho de cuando era niña. —Me cayó muy bien Björn. —

Mis Pervertidos II (Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora