d i e c i s i e t e

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El mundo estaba en llamas.

Tanto que era incluso agobiante.

Los edificios caían a pedazos, las personas corrían despavoridas, el cielo se ennegrecía. El aire había sido rodeado de ceniza y el agua había desaparecido por completo.

El mundo se había convertido en un sol por sí mismo, y a su alrededor solo quedaba oscuridad.

Los edificios rotos se habían desintegrado por completo, el suelo se resquebrajaba y el centro de la Tierra se elevaba. 

Pronto no quedó nada más. Ni ceniza, ni destrucción, ni muerte.

Simplemente una gran oscuridad que mantenía vivo el recuerdo de toda la destrucción vivida hacía solo unos segundos.

Y luego, una gran explosión volvió a iluminarlo todo.

El mundo volvió a crearse por sí solo, las personas volvieron a vivir y los edificios a recomponerse.

Sin embargo, un segundo después todo se volvió frío. Tanto que parecía imposible respirar. 

Las personas se quedaron quietas, inertes, como estatuas. Los edificios no cayeron, pero quedaron cubiertos por hielo. El cielo se volvió tan blanco que dolía mirarlo.

Todo estaba completamente helado.

No había vuelta atrás ni salvación. De todos modos, ya no quedaba nada que salvar.

Sus dedos estaban completamente rígidos, tanto que temía flexionarlos por el dolor que podían llegar a producir

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Sus dedos estaban completamente rígidos, tanto que temía flexionarlos por el dolor que podían llegar a producir. Luego, sentía como si su cuerpo no existiese. No sentía el peso de éste ni la posibilidad de poder moverlo.

Sus párpados pesaban, hasta tal punto que creyó que se habían cerrado para siempre. Sus labios estaban resquebrajados y sin color, como si alguien los hubiese intentado borrar.

Sus pies se sentían lejos, como si no formasen parte de su cuerpo. 

Sus pulmones eran lo más parecido a pequeñas dagas, que tras cada forzada respiración se hundían en su piel, desgarrando su cuerpo por dentro.

No parecía quedar nada de su ser, pero sin embargo éste seguía completo.

Iris finalmente despertó.

Lo hizo sintiendo que no tenía aire. Como si hubiese una presión en su pecho que la había estado ahogando. Así que, en cuanto abrió los ojos, tomó una gran bocanada de aire que le hizo volver a la realidad. Volver a tener el completo control sobre su cuerpo.

Se encontraba en una cama, con una gran manta blanca sobre ella. Poco después, se dio cuenta de que estaba en la habitación que había sido suya mientras vivía en la mansión de Charles.

Sin embargo pasó aquel dato por algo. Ni siquiera le importó.

Se encontraba con la mirada perdida en las sábanas, recordando todo lo sucedido anteriormente, ya que sentía la mente nublada.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now