Treinta y dos

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Hazel Wesley

Necesito olvidarlo puedo salir adelante sola ella era capaz de sacarlo de su maldita mente, solo era Ross Lynch... mi niñero.

Rogaba que el rubio tuviera piedad de ella, que no la buscara más, su decisión estaba tomada, porque nunca sacrificaría mi amor, ni siquiera por él.

Porque en el juego que ambos se habían metido, no era seguro, y ahora pueden ver las consecuencias, el estaba como si nada hubiese pasado abajo esperando a nuestros padres, mientras yo estaba en un maldito debate en mi habitación.

— Hey.— Camila me mira desde el marco de la puerta, le sonrío.— Mamá y papá llamaron, y Leah termino una llamada con Robert, te manda saludos.

— Cuando vuelva a hablar, díganle que lo amo mucho.

Yo me miro al espejo mientras acomodaba mi sueter gris, suelto un suspiro para caminar hasta ella.

— Les tengo una noticia ¿Vamos?

Camila asiente tomando mi brazo para ambas caminar hasta la planta baja, en donde se situaban todos.

— ¿Que noticia?

— Ya lo veras.

Sonreí llegando hasta donde se encontraban mis padres, pero antes de eso Riker acerca a mí.

— Extrañare reír mucho contigo.

Riker me abraza, y yo le correspondo el abrazo, y es entonces cuando lo miro, suelto un suspiro, caer por él fue como caer desde la gracia, todo envuelto en uno, eran tanto pecados, que ambos cometían hubiera hecho cualquier cosa por él, pero Ross Lynch no me quería.

— ¡Dios mio, Hazel!— Sonrío cuando siento a mamá abrazarme.— Estás hermosa.

— Te extrañe tanto, mamá, como no tienes idea.— Susurro, y siento que me apega más a ella.

— Creo que mi trabajo acá término.— Ross se coloca enfrente nuestra, mamá me abraza por los hombros.

— Oh cariño, no se como agradecerte que hayas cuidado tan bien a mi hija, y además que todos tus hermanos, estaban acá para mis hijas.

— Fue bueno estar acá.

— Vamos cariño, despidete de Ross.

Mamá me empuja hacía Ross, mientras que ella se va a despedir de los demás.

— ¿Podrías esperarme hoy afuera de tu casa?— Lo miro raro— Por favor.

Yo asiento levemente, y Ross se inclina a mi para besar mi mejilla.

El resto de la familia Lynch se empiezan a despedir, mientras yo aún sentía el nudo en mi garganta ante lo que estaba apunto de hacer, yo cierro la puerta para girarme a mi familia.

— Mamá, papá— Ellos se sientan juntos, y yo prosigo a sentarme enfrente de ellos.

— ¿Sucede algo, cariño?

Asiento, mis hermanas se sientan al lado de mis padres, y todos me mira, bajo la mirada.

— Quiero ir a Francia. — Todos me miran sorprendidos— Ahora quiero yo viajar.

— Hija...— Mamá sonríe— Estoy de acuerdo con eso, ¿Cuando te quieres ir?

— Mañana mismo si es posible.

— ¿Me dejaras?— Leah me mira, yo quito una lagrima que empezaba a resbalar por mi mejilla.

— ¿Porque?— Valentina camina hasta mí.

— ¿Estas bien?

—Estarás mejor sin mi...— Leah niega—Quiero conocer nuevos lugares— Valentina asiente—Si muy bien— Respondí sus preguntas en orden.

Ellas sonrieron y se tiraron a abrazarme.

— Ahora tengo que salir, regreso pronto.

— Arreglaremos todo tu viaje.

Papá se acerca a darme un beso en la frente, y yo lo abrazo.

Agradecía tanto que ellos estuvieran de acuerdo, porque realmente necesitaba un espacio para ella.

Yo miro al rubio, quien tomaba mi mano y me adentraba al hotel.

—Pensé que no vendrías.—El abre la puerta de la habitación.

Y demonios ¿Porque yo no estaba reclamando nada?

El suelta mi mano y yo puedo ver la cama que estaba muy bien arreglada, una ramo de rosas en medio de esta, y dos copas vacías junto al vino.

—Yo...—susurro—¿Que quieres?

—Te quiero a ti—se acerca que mí —Perdoname.

—Dios, eso no va a suceder, ¿Crees que solo fue porque me dijiste que solo fue sexo?—niego viéndolo a los ojos—¡Pagaste un maldito vestido! Que no me pondré, porque dijiste era lo minino que podías hacer.

—No quise que sonará mal...

—¡Me sentí como una completa zorra!

Ross niega tomando mi rostro en sus manos, suelto un suspiro.

—Sabes perfectamente que lo nuestro no sólo fue sexo. —El acaricia mi mejilla.—Porque fui el primero en perder...

Lo miro raro.

—¿A que te refieres?

—Porque me gustas... Me gustas y mucho, te amo demasiado...

El pega su frente contra la mía, y yo me siento morir ante esto.

—¿Realmente quieres decir que tu perdiste? Cariño, yo perdí... Porque me gustas, porque me gusta mi niñero, y no sabes cuanto te amo.

Ross sonríe como yo lo hago, segundos después el estaba besándome, mientras me recostaba en la cama.

—Perdoname por todo....

Susurra el entre besos.

—Todo bien.

Murmuró yo cuando siento que sus besos dejan mi boca y se dirigen hacia abajo, el toma el borde de mi sueter junto al de mi blusa y las empieza a subir.

Yo empiezo que desabrochar su pantalón, ni siquiera sabía cuando se había quitado la camisa, pero no era un dato que importaba.

—Me encantas tanto...

Yo levantó mis caderas para sentirlo más cerca de mi.

—Me encanta saber que mientras me besas se que sentimos lo mismo...

El me sostiene la mirada, pero me rindo cerrando mis ojos cuando siento que se hundía en mi.

—Es bueno saber que gustas de tu niñero.

El brazo del rubio me despierta, y se que ya a era hora de que ella cumpliera lo ya dicho.

Sonrío a medias viéndome al espejo, y lo único en que me puedo fijar es en su respiración pesada dando a entender que el estaba dormido.

Tenia miedo que el despertará, porque sólo podía pensar en que lo amaba, y que no podía ser tan cruel para impedirle que sea feliz.

Sabía que huir de su lado me hacía una cobarde, pero no podía aguantar, Ross Lynch se convirtió en la persona que más pudo amar.

—Te extrañaré mucho amor.

Y yo me inclino a dejar un beso en su mejilla, dándome vuelta y saliendo.

Francia la esperaba.

Me gusta mi niñero. ➸Ross Lynch Where stories live. Discover now