Catorce

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Él monstruo en mí ama el monstruo en él.

Pero sabía lo que estaba empezando a sentir en apenas unos de su estadía, pero es ¿A quien mentía? Yo sabía que Ross Lynch me atraía hace mucho, pero simplemente me rehusaba a ser otra en su cama.

Tenía escasos diez años cuando lo conoció, y había creído que pasarían el resto de sus vidas juntos, como en los cuentos de adas que Camila su hermana había aprendido en el colegio.

— ¿Estas lista?— Volteo a ver a Ross que estaba en la escaleras, yo asiento apagando la televisión en donde supuestamente veía una serie.

Los dos salimos de casa para subir a su auto, en todo el recorrido al aeropuerto solo había tenido mi mirada fija en mi celular, no quería hablarle, anoche luego de aquel beso, ella juraba que iban a seguir, sin embargo el se retiro a su habitación, aunque yo lo había sentido una venganza por lo que ella le hizo en su habitación.

Ross era muy vengativo.

— ¿No has recibido llamada de alguna de tus hermanas?

— No.

Ross apaga el auto ya estando estacionados, el se gira a mi, y podía sentir su mirada en mí.

— ¿Y ahora que te hice?

Lo miro.

— ¿De que hablas?

— Di qui hiblis— Frunzo el ceño al sentir la burla— ¿Es porque ayer no seguimos nuestra sesión de besos? Porque podíamos continuarla ahorita.

Me acerco a él.— Eso no pasara.— Susurro.

— Me alegra haberte dejado con ganas anoche.— El abre la puerta del auto y sale, yo aprieto mi sudadera para también bajar, el estaba esperándome con sus manos metidas en las bolsas de su chaqueta. —Para que sientas lo que sentí la noche que tu me dejaste con ganas.

— ¿Por eso lo de anoche?— Y realmente ni siquiera lo pensé, solo pase una mano por su brazo, para ir más a su lado.

Esperaba un empujón de él o alguna mirada de reprobación, sin embargo el acomoda su lentes de sol con una sonrisa.

— La venganza es dulce.

Sonrío.

—No puedo estar más de acuerdo contigo.

Llevábamos al rededor de media hora en el aeropuerto esperando a los hermanos de Ross, estaba feliz por eso, pero no podía evitar pensar que su hermana también hubiera bajado de ese avión.

— ¿Que sucede?— El me mira, me encogí de hombros.— Nena...

— Fatima también estaría bajando de un avión para pasar navidad conmigo.

Ross estaba por hablar, pero los gritos de los hermanos de él se hacen presente, yo limpio las lagrimas que amenazaban con salir, para sonreír.

— ¡Miren como se mira de bella Hazel Wesley!— No puedo evitar sonreír más al comentario de Rydel quien después de decir eso ya la tenía en mis brazos.

— Te extrañe demasiado.

Rydel me cuenta todo lo que hizo mientras esperábamos que los chicos terminaran de traer sus maletas.

— Hey bonita.— Ryland me sonríe dejando su maleta aún lado para abrazarme.

— Hola.— Digo yo besando su mejilla.

Y pude recordar lo que él me había dicho antes de irse, pero no le podía mentir, era demasiado bueno para mí, y me gustaba su hermano en realidad...

— ¿Vamos a casa?— Dice Ross interrumpiendo, Ryland asiente para tomar su maleta y caminar junto a mí al auto de Ross.

Ross me mira para negar, a lo que frunzo el ceño confundida.

(. . .)

— ¿Entonces estaremos solos nosotros?— Pregunta Riker en el sofá, yo asiento mientras buscaba las llaves de mi casa.

— ¿Ya nos vamos?— Miro a Ross, asiento acomodando mi vestido rosado, ella me sonríe abriendo la puerta de la casa.

Por ultimo yo me despido de los chicos para retirarnos.

Y por primera vez había sentido el viaje muy calmado, habíamos charlado sin reclamos, y eso era sorprendente y relajante.

— No conozco a la chica.

— Te caerá muy bien.

Digo bajando del auto de Ross, el me sonríe mientras nos adentramos al gran salón.

— Iré por bebidas, ¿Me esperas acá?

— Por supuesto.

Él se retira y yo me dedico al ver a todos, intentando encontrar a alguien, hasta que lo veo... con otra.

El rubio la tomaba de su pequeña cintura, y eso me hace sentir realmente mal, yo no era de una cintura pequeña, ella no hacía mucho ejercicio, y comía mucho importándole poco su figura, sin embargo muchos le decían que estaba delgada y hermosa.

Y el se lo había asegurado, pero ahora la tenía besándola.

Sabía que su amiga era muy bonita, y la quería pero nunca la creyó capaz de hacerlo.

— ¿Luke besa muy bien, cierto?— Digo llegando hacía ellos, causando que Luke y Katherien se separen asustados.—Te creía una gran amiga, pero veo que las apariencias engañan.

— Cariño puedo explicarlo...

Coloco una mano en el pecho de Luke, quien se acercaba mucho, yo lo miro negando.

No se iba a hacer la dolida porque yo sabía que había engañado a Luke hace mucho, con su niñero.

— Que esto se quede hasta acá, Luke, se termino, que tengas un buen viaje.

— No...

Katherine toma el brazo de Luke para impedir que él se acercara aún más a mí.

— Dejala, Hazel no vale la pena.

— Muy cierto, Katherine, y asco tu vestido amiga.

Yo me doy medía vuelta para caminar hasta el jardín, necesitaba con urgencia aire, ni siquiera pensó lo que le dijo a Katherine de su vestido, pero yo no me iba a dejar humillar por ella, había aprendido mucho de todas sus hermanas, y sabía que jamas se debía dejar de humillar por absolutamente nadie.

— ¿Estas bien?

Y lo único que hago cuando lo veo, es abrazarlo.

Me gusta mi niñero. ➸Ross Lynch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora