Doce

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Quería estar yo en el lugar de la persona que ahora le estaba llorando, suplicando que volviera, sin embargo no podía hacer nada, había sido mi culpa, ella me había llamado, me había llamado muchas veces pidiendo mi ayuda, pero yo estaba con mi novio fuera de casa, y había dejado el celular.

Dos semanas después de lo sucedido con Ross en mi habitación, estaba esperando que mi hermana me dijera que iba a venir para Navidad aun que sabíamos que faltaban aún unos meses más. Pero ella no iba a venir, ella no me iba llamar más.

Esa noche había salido con Luke y sus amigos haciendo planes para el cumpleaños proximo de Katherine nuestra mejor amiga, pero sabía que su niñero estaría llamándola pidiendo que regresara, y yo me rehusaba a hacerle caso, por eso había dejado mi celular en casa... cometiendo un gran error.

Al regresar a casa Ross la esperaba llorando, enterándose el primero de lo sucedido con una de las persona que más adoraba con su vida.

Fatima Wesley estaba muerta, y ella había pedido su ayuda, no teniendo respuesta de su hermana mayor.

Y ahora ella se encontraba llorando en los brazos de su niñero, mientras quería estar en el lugar de su hermana, rogaba traer a la más pequeña de las Wesley a la vida. Todos sabían que la pequeña Fatima tenía muchos sueños... los cuales no cumplirá.

Las puertas de lugar en donde estaban velando a su hermana se abren dejando ver a una de sus hermanas.

Leah Wesley fue recibida por su hermano, pero ella solo veía el ataúd que estaba en medio, Leah negaba mientras hablaba con su hermano y padres, pero ella no pudo contenerse más, ella estaba llorando en los brazos de su padre.

Jason Wesley no pudo evitar llorar al ver a sus cuatro llorando, mientras que su quinta hija... estaba descansando en paz.

Aun que no por mucho...

— Quiero ver a mi hermana.

La voz del mayor de los hermanos Wesley se hizo presente, y su novia inmediatamente lo toma del brazo impidiendo tal cosa.

— Yo también quiero.— Camila toma del brazo a su hermana Valentina para acercarse a su hermana.

— ¿Puedes venir conmigo?— Susurro, Ross me mira para asentir acariciando mi mejilla.

Y el resto de los presentes solo toman su distancia, dejando este momento solo a la familia Wesley.

— Eso no va a hacer posible.— El forense quien pidio estar en el funeral llego hasta ellos.

— ¿Que demonios dice?

— El ácido con el cual, violentaron a su hija, es demasiado, es irreconocible Fatima Wesley.

La familia vuelve a romper en llanto.

— Esto es mi culpa.— Nuestra tía de Ohio lloraba enfrente de nosotros.— Ustedes me dejaron a cargo, y ella solo salio con su novio, y amigos pensé que estaría bien.

— No es tu culpa hermana.— Mamá abraza a nuestra tía.

— Claro que no es su culpa.— Habla Robert viéndolos— Es su culpa padres.— Su novia intenta calmarlo, pero es imposible. — No debieron de enviar a Fatima a estudiar lejos, ella no merecía separarse de ustedes, no sufrir lo que Camila, Valentina, Leah y yo sufrimos.

Robert se separa de ellos.

— Fatima solo iba un par de tiempo.

— Hazel, nos dijeron lo mismo, sin embargo ambas crecieron solo viéndonos por una simple computadora, y si no es que a veces podíamos venir con ustedes.

Robert sale del lugar con su novia a su lado... sin siquiera mirar atrás.

— Ya no puedo, debemos irnos.— Valentina habla mientras caminaba pasando por la familia Lynch quien solo los miraba, ella toma su maleta para salir de ese lugar.

Camila se acerca a abrazarme, para pasar hasta nuestra tía y padres, despidiéndose.

— ¿Te quedaras?— Miro a Leah.

No podían dejarme.

— No.— Ella suelta un suspiro para abrazarme— Perdóname.— Susurra, yo asiento, dándome por vencida.

Leah se despide de nuestros padres, para solo darle una ultima mirada al ataúd.

Todos solo miraban partir a todos los hijos de los señores Wesley.

Sin siquiera saber si volverán.

Me gusta mi niñero. ➸Ross Lynch Where stories live. Discover now