—Así que eso es todo, ¿no? Venganza. Siempre se trata de lo mismo —susurró ella con una sonrisa irónica.

—No es solo eso. Ellos no solo destrozaron mi vida, también hicieron lo mismo con la tuya. Pero ahora tenemos la oportunidad de arreglarlo, pequeña.

—¡Deja de llamarme así! —gritó ella mientras veía cómo un cable se acercaba a Sebastian desde atrás—. ¡Ellos no destrozaron mi vida, lo hiciste tú! ¡Tú fuiste quien decidió irse sin ninguna explicación, dejándome sola! —tragó saliva un momento, sintiéndose agitada. Ella siempre había sufrido por lo que su padre le hizo en el pasado, pero nunca había creído que tendría la oportunidad de decirle a él todo lo que pensaba. Así que ahora sentía que tenía tantas cosas que decirle que no sería capaz de hacerlo todo de una sola vez—. Me da igual todo lo que digas, no te creo. Yo nunca estaría con alguien como tú. Y me da igual quién dices que eres, voy a pararte. No importa lo que cueste —vio que el cable estaba más cerca del casco—. Quieres matar a un montón de personas inocentes simplemente para vengarte de algo que pasó hace muchos años y para tener todo el poder. Porque a mí no me engañas, Sebastian. Eso es lo que realmente buscas. Quieres controlarlos a todos, demostrarles que puedes acabar con ellos en un solo segundo para que te teman. Y eso es algo despreciable. Y, ¿sabes qué? Me alegro de haber pasado toda mi vida alejada de ti, porque así he podido convertirme en quien soy hoy y no en la persona que tú querías que fuese. Sí, tengo recuerdos bonitos del pasado, pero aquel hombre murió. Él murió junto a ella. Tú para mí solo eres Sebastian Shaw, el asesino. Y me alegro de que ella no esté aquí para verte, porque la habrías decepcionado, tal y como has hecho conmigo.

Y es que sí, estaba dolida por lo que Sebastian le hizo en el pasado. Mentiría si dijese que durante todos estos años no había deseado que las cosas hubiesen sido distintas. Que su madre nunca hubiese muerto, que su padre nunca le hubiese dejado. Que hubiese tenido la vida que siempre había deseado. Pero por otra parte, al ver en quien Sebastian se había convertido, se sentía aliviada por haber pasado toda su vida sin él. ¿En qué clase de persona se habría convertido ella si hubiese estado junto a él?

Vio cómo Sebastian, enfadado, se alejaba de Erik acercándose a ella. Ella seguía en el suelo y desde aquel ángulo y, además, junto con la expresión de Sebastian, hacían que Iris se sintiese indefensa e inferior. Apenas era capaz de moverse, así que no podría defenderse de ninguna manera. Lo único que fue capaz de hacer fue mantenerle la mirada mientras él se acercaba a ella para hacerle saber que no le tenía miedo. Que nunca más se lo tendría.

Sin embargo, no pasó nada. El cable que Erik estaba controlando le quitó el casco a Sebastian y al instante él se dio la vuelta, intentando cogerlo. Pero no lo consiguió. En vez de eso, se quedó quieto en la misma posición de antes, con el brazo estirado hacia Erik para intentar quitarle el casco.

Al principio Iris se extrañó y levantó una mano para ver si aquello también le había pasado a ella, pero no. Ella podía moverse.

Es vuestro turno —oyó que le decía Charles—. Sacad a Sebastian de ahí y traedlo con nosotros. No creo que pueda mantenerlo quieto durante mucho tiempo más.

Iris miró a Erik, quien se quitó la viga que hasta ahora le había impedido moverse. A pasos lentos, se puso de cara a Sebastian y cogió el casco.

—Lo siento, Charles —susurró y se puso el casco.

—Erik... —le dijo Iris—. ¿Qué estás haciendo?

—Lo que tengo que hacer —se acercó un poco más a Sebastian—. Si estás ahí —le habló—, quiero que sepas que estoy de acuerdo con todo lo que dijiste. Los mutantes somos el futuro.

Destruction ◇ Erik LehnsherrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora