—¡Alto! —oyeron que gritaba un agente que quedaba vivo.

Éste apuntó a Sebastian, quien rodó los ojos.

—Azazel —dijo simplemente y el hombre rojo desapareció, dejando una pequeña neblina roja. Se oyó el sonido de una espada y luego el grito de dolor del agente. Iris se mordió el labio sin quitar la mirada de Sebastian—. Amigos, se acerca una revolución —ando un poco más hacia ellos e Iris lo siguió con la pistola—. Cuando la humanidad descubra lo que somos capaces de hacer, cada cual deberá decidir.

—No des ni un paso más —le ordenó Iris.

Él paró en seco y le dedicó una rápida mirada para luego volver a los mutantes.

—Ser esclavo o reinar sobre ellos. Podéis elegir libremente pero si no estáis con nosotros, estáis, por definición. contra nosotros. Así que, podéis quedaros y luchar por la gente que os odia y os teme... o uniros a mí y vivir como reyes. Como una familia —dijo ésto último mirando a Iris.

—No le escuchéis —les dijo ella a los mutantes—. Sabe cómo manipular a las personas. Os traicionará en cuanto dejéis de servirle —Sebastian miró a Ángel e Iris vio la expresión de ella—. Ángel —susurró, negando con la cabeza—. No lo hagas, por favor —le pidió—. Vosotros no sois como él. No tenéis por qué seguirlo. Aquí tenéis una familia con todos nosotros. Una familia que os acepta tal y como sois.

Iris los observó por el rabillo del ojo mientras seguía con sus brazos rígidos hacia delante. No podía perderlos. Si Sebastian los cogía a la fuerza podría intentar luchar contra él, pero no podría hacer nada si se iban por su propia voluntad. Tenía que evitar eso como pudiese.

Durante todos los años que conocía a Sebastian, sabía que era un manipulador profesional. Iris siempre escuchaba con todo lujo de detalles las conversaciones que él, Greg, Mike y Neil tenían, y se había dado cuenta desde el principio que los manipulaba. Les convencía sin ningún esfuerzo de que hiciesen lo que él quería y que se arriesgasen si así él lo deseaba. Iris siempre había odiado eso de él.

Y ahora lo estaba usando otra vez. Pero esta vez Iris no se quedaría callada. No le importaba lo que Greg hiciese, pero no podía permitir que manipulase a los mutantes.

—Un discurso conmovedor —dijo Sebastian.

Iris giró la cabeza hacia él y vio cómo se acercaba un poco más.

—¡No te muevas o disparo! —le gritó.

Él le miró, desafiándola y finalmente sonrió. Dio un paso hacia delante y extendió el brazo hacia Ángel. Iris suspiró hondo y cerró los ojos. Sintió cómo estos se aguaban y se arrepintió justo en el momento en el que lo hizo. Apretó el gatillo y escuchó cómo la bala impactaba en el cuerpo de Sebastian. Lentamente, abrió los ojos preparada para ver lo que acababa de hacer, pero lo que vio hizo que se sorprendiese aún más.

Sebastian estaba completamente intacto, como si no le hubiese disparado. Aunque ella estaba completamente segura de que acababa de hacerlo.

Tras unos segundos de silencio, donde todos luchaban contra sus propios pensamientos, Iris vio cómo Ángel extendía su mano hacia delante, donde estaba Sebastian. Él se la cogió con una sonrisa y la acercó hacia él.

—Ángel... —susurró Iris, sin poder creerse lo que estaba viendo.

Finalmente lo había conseguido. Sebastian siempre conseguía lo que quería y este era un claro ejemplo de ello. Y estaba segura de que no se conformaría solo con Ángel. Él querría más, pero Iris no iba a dejar que se llevase a ninguno más.

Destruction ◇ Erik LehnsherrWhere stories live. Discover now