—¿Te lo pensarás? —ella se mordió el labio y asintió.

—Me lo pensaré.

Charles sonrió justo en el momento en el que la puerta del camarote de Iris se abrió. Erik entró y se quedó quieto en su lugar, mientras ella se tensaba. Los tres se miraron unos segundos para luego Charles dirigir su mirada a Iris. Esta asintió, diciéndole que no pasaría nada.

Charles se levantó y pasó al lado de Erik, posando su mano en el hombre de él y sonriéndole durante unos segundos. Erik asintió y finalmente se escuchó la puerta cerrarse. Erik la miró a ella al segundo.

Iris seguía en tensión, sentada en la cama y con la taza en las manos. No sabía por qué Erik estaba ahí, pero no podía evitar seguir sintiendo ese pequeño miedo en su interior.

Erik la miraba sin decir nada desde la misma posición que antes. Iris se impacientó un poco y se removió en la cama. Los intensos ojos de Erik hacían que se sintiese intimidada y que intentase apartar la mirada, pero ella se obligó a no hacerlo. No quería que Erik viese lo que seguía provocando a ella. Quería que él viese que ya no le tenía miedo, aunque no fuese del todo cierto.

—¿Vas a hablar o...? —le preguntó Iris al ver que llevaban unos minutos en silencio.

—Dijiste que no querías volver a verme —habló por fin—. Dijiste que nunca más volveríamos a encontrarnos —Iris dejó la taza a un lado y miró a Erik intrigada—. ¿Por qué lo has hecho?

—No podía dejar que le hicieses daño a Sebastian por mi culpa —él negó con la cabeza y dio varios pasos hacia ella, haciendo que Iris se echase un poco hacia atrás asustada, sin saber qué era lo que pretendía.

Él dejó de andar y la miró por unos segundos antes de seguir hablando.

—No me refiero a eso. ¿Por qué me salvaste? —Iris abrió la boca y dejó escapar el aire que llevaba dentro—. Me lo he estado preguntando, pero no lo entiendo. Soy un asesino. Maté a tu jefe y luego intenté hacerlo contigo. ¿Por qué me salvaste?

—No... no lo sé, Erik.

Él frunció el ceño cuando ella dijo su nombre.

Iris no tenía ni idea de lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento, pero él se había quedado mirando un punto fijo durante unos segundos. Cuando finalmente la volvió a mirar a ella, su mirada había cambiado. Ella no era capaz de decir qué era lo que había distinto en él, pero estaba segura de que era algo.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó e Iris se sorprendió.

—Iris —contestó, aún mirándole. Se levantó de la cama con temor y dejó que la manta se quedase allí. Se acercó a él lentamente mientras él la miraba sin pestañear. Iris se mordió el labio y tragó saliva—. ¿Qué eres? —le preguntó finalmente.

Él tardó en responder. Realmente, ni él sabía completamente lo que era. Pero la curiosidad de Iris la vencía siempre y, aunque estando tan cerca de él sentía el miedo recorrer todo su cuerpo, no se separó.

—Charles nos llama mutantes.

Iris recordó la conversación que habían tenido él y Moira sobre las mutaciones genéticas y finalmente afirmó lo que ella pensaba. Así que no solo estaban Erik, Charles o el hombre que había creado los huracanes. Sino que habían muchos más y podría ser cualquiera de aquel barco.

—¿Todos pueden hacer lo que tú haces?

—Yo no sé mucho sobre eso —explicó con lentitud Erik—, pero Charles me ha dado una pequeña charla. Dice que todos somos distintos a nuestra manera. Es una mutación de nuestro ADN y que aparece a lo largo de nuestra vida. Él puede leer la mente, yo puedo controlar los metales.

—¿Cuando te diste cuenta de que podías hacerlo?

Erik apretó la mandíbula y miró hacia otro lado. Al instante Iris se arrepintió de lo que le había preguntado. Estaba segura de que habría sido algo duro de lo que no quería hablar y menos a una completa desconocida.

Iris posó su mano en su brazo para intentar disculparse. Mientras habían estado hablando había dejado de sentir miedo. Se había sentido bien hablando con él y en ningún momento había pensado o había tenido el temor de que él la atacase, tal y como había pasado las otras veces.

Él volvió a mirarla y se quedaron unos momento en silencio, sin hacer ni decir nada. Ninguno de los dos se movió.

Finalmente, Iris retiró la mano que tocaba el brazo de Erik y dio un paso hacia atrás.

—Lo siento —le dijo ella—. Es tarde. Ambos deberíamos descansar para mañana.

Erik la miró y acabó asintiendo. Cogió aire y se dio la vuelta, saliendo del camarote de Iris.

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Han hablado y Erik no ha intentado matarla. Omg, creo que eso es un comienzo.

Y Charles quiere que se quede con ellos o.o

Asdfghj, me voy bbs, bye!

Destruction ◇ Erik LehnsherrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora