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El resto de la tarde transcurre apacible y relajada, si no contamos las miradas matadoras que Becka me lanza. Estoy segura de que habría querido ser ella quien ayudase a Alec y quien lo grabase en video, pero no iba a consentirlo. Ni siquiera entiendo su repentino interés en él. Hasta ahora se había limitado a mirarlo de lejos y a hablar a sus espaldas sobre él. Ninguna de ellas se dignó a explicarle lo que debía hacer con Faith. Si no hubiésemos coincidido aquel día, Alec todavía estaría observando a su hija tras el cristal, sin atreverse ni a sacarle una foto que poder mirar cuando estuviesen separados. Así que ahora no tengo intención alguna de permitir que Becka se acerque a Alec.

La ducha me sienta bien y despeja mi mente. Demasiadas cosas están sucediendo al mismo tiempo en mi vida ahora. Todo es un caos. La Kathleen del pasado, la que no conocía a Faith ni a Alec, ya habría huido lejos. Se habría encerrado en su burbuja de seguridad, alejando a todos de su lado. Pero ya no puedo hacer eso. No sé cómo lo ha hecho, pero Alec ha despertado una parte de mí que creía perdida tras la muerte de mis padres. Por primera vez en mucho tiempo, confío ciegamente en alguien. Por ellos dos, seré capaz de cualquier cosa. Me enfrentaré a lo que haga falta para que estén bien. Y esa es la diferencia entre Alec y los otros novios que he tenido. Ninguno logró derribar mis murallas como lo hizo él. Llegó a mi vida como un huracán y barrió todo pensamiento negativo de mi mente.

En un principio creí que lo que nos unía eran Faith y el amor que sentimos por ella, pero ahora puedo asegurar que habría caído igualmente por él aunque su hija no estuviese de por medio. Y aunque me asusta lo rápido que me estoy enganchando a él, estoy dispuesta a arriesgarme. Por primera vez, creo que podría llegar a compartir mi vida con alguien. Con él. Con ambos.

Alec no tarda en enviarme un mensaje avisándome de que me espera fuera. Ni siquiera he tenido tiempo de buscar donde sentarme en la cafetería para esperarlo. En cuanto salgo, me lo encuentro apoyado en el coche. Se ve agotado, lo que me hace pensar que ha tenido una tarde intensa. Algo que no me extraña después de todo lo que me ha contado. Me sonríe al alcanzarlo y abre la puerta del coche para mí. Siento su mano acariciar mi espalda mientras entro. También parece nervioso, mirando todo el tiempo a un lado y al otro. Una vez en el coche, toma mi rostro entre sus manos y me besa lentamente, saboreando el momento. Yo hago lo mismo. Nunca me cansaré de sus besos.

-Pasaremos primero por tu casa para recoger tus cosas - me dice mientras arranca el coche.

-De acuerdo - permanezco en silencio, hasta que la tensión que se siente en el coche puede conmigo - ¿Estás bien?

-El todoterreno es de Neville - no necesita decir nada más. Sé lo que eso significa.

-Habrá sido coincidencia - digo poco convencida después de pensar en ello - No creo que me estuviese siguiendo.

-Lo viste en tu calle - me mira un segundo - Si sólo hubiese sido en el hospital, podría haber sido coincidencia. Pero no en tu calle, Kath.

-¿Por qué querría seguirme? - la idea de ese hombre interesado en mí, me provoca escalofríos.

-Porque lo enfrentaste, supongo.

-Pero ese no es motivo suficiente para seguir a una persona. Quiero decir, podría haber puesto una reclamación en el hospital. O haber hablado con Adelaide para intentar acceder a Neonatos igualmente - mi mente trabaja frenética - Aunque no serviría de nada.

No Te ImpliquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora