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-Ha mejorado mucho desde ayer - me informa Adelaide. Sabe, sin necesidad de palabras, que estoy ansiosa por comprobar como está, pues mi vista se ha desviado hacia ella al menos una docena de veces desde que he llegado - Y ya tiene nombre.

-¿En serio? - la miro encantada - Eso es importante. Un nombre al que pueda reaccionar cuando le hablas. Que sepa que es alguien importante para su familia.

-Kat - me obliga a mirarla, sin apenas darme cuenta estoy otra vez observando la incubadora de la pequeña - No te impliques más, cielo.

-Sólo quiero que sobreviva - me encojo de hombros fingiendo una indiferencia que no siento - Como el resto de niños.

Me mira con esa cara que tiene para decirme que no me cree y que debo hacerle caso. Suspiro y asiento, poco convencida, aún así.

-No olvides nuestro trato, ¿de acuerdo? - alza una ceja, insistente.

-No lo olvidaré - le respondo.

Termina de darme las instrucciones y se va. Su turno ha finalizado ya. Cuando compruebo que me toca trabajar de nuevo con Christine y Becka, no puedo evitar que una mueca de disgusto tuerza mi rostro. Ni siquiera estoy de humor para aguantarlas hoy, por lo que les indico lo que deben hacer, antes de dirigirme a la pequeña.

Al final Adelaide no me ha dicho su nombre, así que tomo su pie con cuidado y miro su pulsera. Faith. Un gran nombre, pienso, perfecto para ella. Su padre ha sabido elegirlo bien. Aunque hace falta mucho más que fe para que sobreviva. Sobre todo muchos cuidados y todo el cariño que se le pueda dar.

Me alegra saber que su padre estará ahora con ella. Al pasar los días y ver no venía a visitarla, me sentí desolada. Una niña tan pequeña, huérfana de madre y abandonada por su padre. No podía ni imaginar lo que sucedería con ella. Cuando Adelaide me dijo que se preocupaba por ella y que iría a visitarla, sentí aligerarse mi corazón.

Hago la ronda, comprobando de paso que mis compañeras siguen trabajando. Esta noche no permitiré que se entretengan hablando como otras veces. Ya tendrán ocasión de hacerlo en el descanso, porque algo me dice que querrán ir juntas otra vez.

Y así es. Cuando alcanzamos la mitad del turno, me piden permiso para ir juntas. No me niego, prefiero estar sola que con alguna de ellas. Les hago prometerme que regresarán en quince minutos pero sé que no lo harán. Esas dos no tienen remedio.

Media hora después, es mi turno. Por suerte para mí, esta vez no me encuentro con Logan y puedo disfrutar de la paz que se respira en la cafetería durante mi descanso. Incluso me quedo dormida por un momento. Menos mal que despierto rápido y me reincorporo a tiempo. Después de la bronca que les he echado a las otras dos por llegar tarde, sólo faltaba que yo hiciese lo mismo.

La noche está resultando tranquila y bastante llevadera, si no contamos las veces que tengo que reprender a mis compañeras para que hagan su trabajo. Si sigo coincidiendo con ellas dos en más ocasiones, hablaré seriamente con Adelaide sobre eso. No estoy dispuesta a hacer su trabajo también.

A las ocho, cuando termina mi turno, decido regresar a la cafetería para desayunar. Quiero hacer algunos recados antes de ir a casa y me muero de hambre. Muy al contrario de lo que creen, la comida del hospital está deliciosa. No es la primera vez que como aquí, ni será la última.

No Te ImpliquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora