-Te lo dije - Eleanor me ataja en cuanto nos quedamos solas - Becka le fue con el cuento a Adelaide.

-Aldelaide no es tonta - le sonrío para tranquilizarla - Sabe bien con quien está tratando. Le conté la verdad y me creyó porque conoce a Becka.

-No ha logrado lo que pretendía acusándote y ahora estará rabiosa. Ten cuidado con ella.

-No me asusta, Eleanor. Estoy harta de callar y tragar con todo. Si se le ocurre enfrentarme, saldrá perdiendo. Te lo aseguro. Se acabó ser la tonta que hace todo el trabajo sin protestar. Ya me cansé.

-¿Qué vas a hacer?

-Nada, mientras se mantenga lejos de mí y haga su trabajo. Pero si me toca las narices, tendré unas cuantas palabras con ella y no le van a gustar. De eso no te quepa la menor duda.

-Cuenta conmigo, Kat - se ofrece - Tal vez si nos unimos todas, logremos lo imposible.

Y aunque no quería iniciar una guerra contra ella, me temo que es precisamente eso lo que he hecho. Porque por más que le pido a Eleanor que no intervenga, ya está decidida a enfrentarla también ella. Y a hablar con el resto de nuestras compañeras para que hagan lo mismo. No era así como quería que terminase esto, aunque debo admitir que no me disgusta la idea de que Becka acabe pidiendo el traslado si empieza a ver hostilidades en torno a ella.

Durante mi descanso, un hombre trajeado se acerca con decisión y se sienta frente a mí sin pedir permiso. Intento ignorarlo, pero la curiosidad me puede cuando le veo sacar una libreta y un bolígrafo del interior de su chaqueta. Cuando me mira, creo saber quién puede ser. Sus primeras palabras me lo confirman.

-Buenas tardes, señorita Donne. Soy el agente Gordon. ¿Podría hacerle unas preguntas?

-Claro - ni siquiera pregunto cómo sabe quien soy yo. Supongo que mi aspecto me delata. No hay muchas pelirrojas por aquí - Pero debo regresar al trabajo en diez minutos.

-Seré breve - revisa su libreta - Sólo necesito que me confirme algunos datos.

-De acuerdo.

-Me consta que se ha enfrentado al sujeto en más de una ocasión - va directo al grano.

-En realidad fueron sólo dos.

-Dos, sí - asiente - ¿Qué le dijo exactamente?

-En la primera ocasión quiso convencerme de que era el tío de la niña y que sólo pretendía conocerla. Dijo que Alec y él no estaban en buenos términos, pero que quería comprobar que su sobrina estuviese bien.

-¿No lo creyó?

-No importa si lo era o no. Nadie salvo los padres pueden entrar en Neonatos. De todas formas, no lo creí.

-¿Por qué?

-Había algo en su actitud que no me gustaba. Cuando se lo comenté a Alec, él me aseguró que Faith no tenía tíos.

-Sí - asiente de nuevo - Hablé con él sobre eso. ¿Y la segunda ocasión?

-En la segunda ocasión lo descubrí cuando intentaba convencer a otra de mis compañeras. Cuando le dije que sabía que no era el tío de Faith y que llamaría a la policía si no se iba, me amenazó - frunzo el ceño - O al menos yo lo sentí así.

-Hizo bien en advertir a Alec - sigue mirando sus notas antes de hablar de nuevo - Aunque no debería haberse enfrentado a él sola. No sabemos quién es ni cuáles son sus intenciones. Podría ser peligroso.

-Dudo que intente algo en el hospital.

-Aún así. No lo haga de nuevo - revisa una vez más sus notas - ¿Sería capaz de reconocerlo si lo ve de nuevo? Hemos comprobado los videos de seguridad del hospital pero no hay ningún plano en el que se le vea bien el rostro.

-No podré olvidar su cara en mucho tiempo - me estremezco al pensar en su fría mirada.

-Necesitaríamos que acudiese a la comisaría en cuanto le sea posible para hacer un retrato robot. En este momento no tenemos mucho con lo que trabajar para averiguar su identidad y eso nos ayudaría.

-Está bien. Mañana mismo me paso por allí.

-Si aparece por el hospital de nuevo, llámenos - me recuerda, levantándose - No sabemos de lo que es capaz ese hombre. Mejor prevenir. No lo enfrente de nuevo.

-No lo haré.

-Muchas gracias por su tiempo, señorita Donne. Nos mantendremos en contacto - me dice entregándome una tarjeta - Este es mi número. Para cualquier cosa, no dude en llamar.

-Gracias a usted.

Sus advertencias me dejan un sabor amargo en la boca. Si las cámaras no captaron su rostro, me consta que ha podido hacerlo a propósito. Y cuando alguien se oculta, no es buena señal. Un nuevo escalofrío recorre mi espina dorsal. Otra vez esa sensación de peligro me invade al pensar en él. Espero no volver a cruzármelo en la vida.

-Buenas noches, Kat - se despide de mí Eleanor en el aparcamiento.

-Hasta mañana - le sonrío.

Mientras revuelvo mi bolso en busca de las llaves, un coche pasa por mi lado. No me fijo en él hasta que siento un fuerte frenazo seguido de un bocinazo. Alzo la vista a tiempo de ver cómo Eleanor ha tenido que parar de golpe por culpa de un todoterreno negro que se le ha metido delante. Mientras me acerco a ella para comprobar que no le ha pasado nada, no dejo de pensar que ese es el mismo coche que casi me atropella el otro día frente a mi casa. ¿Cuántas posibilidades hay de que existan dos coches como ese en Edimburgo? Hasta ahora no lo había visto nunca y llevo diez años viviendo aquí.

-¿Estás bien? - le pregunto cuando la veo salir del coche. Parece agitada y no es para menos.

El todoterreno continúa su marcha como si no hubiese estado a punto de colisionar segundos antes. Tampoco en esta ocasión puedo ver la matrícula porque desaparece tras una curva. Me quedo con la sensación de que de algún modo he vuelto a fallar.

-Está loco - dice Eleanor, con voz alterada - Apenas conseguí parar a tiempo.

-Hay quien no sabe conducir - digo, sin dejar de mirar el lugar por donde ha desaparecido ya el coche.

-Menudo susto me ha dado. Se me saldrá el corazón del pecho.

-¿Estás bien? - repito, mirándola ahora a ella.

-Sí, sí. Al final no ha pasado nada, pero me tiembla todo el cuerpo.

-¿Puedes conducir? ¿Te llevo?

-No, tranquila - sonríe - Estoy bien.

-¿Segura?

-Sí. Vete a casa ya, Kat. No te preocupes por mí.

-De acuerdo.

Todo el camino hasta mi casa me siento inquieta. Me parece ver el todoterreno en cada cruce y empiezo a creer que me estoy volviendo loca. Lo que tengo claro es que de ser el mismo del otro día, no se trata de un vecino como había creído en un principio. Una idea empieza a formarse en mi cabeza, pero no quiero creerla. Prefiero no hacerlo, porque eso significaría que el hombre que intenta ver a Faith es realmente peligroso.

No Te ImpliquesWhere stories live. Discover now