XVI

1.1K 78 1
                                    

Leo

Mientras Jason tomaba las riendas de Festo, después de hacer una parada antes de llegar a nuestro destino, en la reserva estatal del Monte Greylock, Massachusetts. No tardaríamos mucho en llegar a New Hampshire, con suerte en Festo serían dos horas. Will y yo nos tomamos un descanso, por haber estado haciendo guardia casi toda la noche.
Annabeth estaba a cargo de protegernos (sólo si eran entre tres o cuatros monstruos), sino tenía el pleno derecho de despertar a alguno de nosotros para ayudarla. Jason insistió en tomar las riendas, mientras que yo y Will pegábamos un ojo en esas dos horas de viaje. Siendo sincero, no estaba en condiciones de recibir más malas noticias. Hablando por las visiones en los semidioses.

No tuve nada de visiones, por lo que consideré un alivio total. Cuando al fin llegamos a la reserva de Monte Greylock, descendimos de Festo y lo envié a que hiciera una revisión aerea. Mientras que nosotros cuatro en tierra, nos separaríamos en dos grupos de dos y expandiríamos el rango de búsqueda. Lo negativo de esto: a mí me tocaba ir con Will Solance.
La caminata era demasiado incomoda. Él no paraba de tirarme miradas acusadoras e interrogativas, pero lo único que lograba hacer era emitir ruidos desagradables. Duramos así por unos quince minutos, hasta que ambos escuchamos unas hojas y ramas siendo pisoteadas. Will preparó el arco y yo solo saqué un maso del portaherramientas.

─Hagas lo que hagas, no te muevas o te acerques ─me aclaró Will en susurros.
─Puede ser que me gusten las bromas, pero las que incluyan la muerte no están en mi preferencia Will ─le dije con un tono humorístico. Creo que no era el momento para usarlo.

A paso lento, entre los troncos de los árboles, vimos a dos osos caminando a unos 200 metros de distancia. Parecían una osa y su cachorro. Will bajo su arco y no quitó sus orbes azules, hasta parecía que era hipnotizado por esos animales. Hizo falta que chasqueara los dedos cerca de su rosto, varias veces, para despertarlo de su trance.
Luego, lo más raro que podría esperarme el día de hoy pasó, los dos animales nos miraron con sus ojos negros como un abismo; su pelaje parecía erizarse; olfateándonos con sonoros sonidos, mientras se fruncía al compas de su ritmo respiratorio; y sus zapas se clavaban con fuerza al suelo bajo sus patas. Esto me daba miedo. Me señalaba que teníamos varias posibilidades:
1- Ser el almuerzo de los osos y morir lenta y dolorosamente.
2- Correr por nuestras vidas y ser perseguidos por estas bestias.
3- Mantenernos quietos hasta que se vayan y podamos seguir nuestra misión.

Claramente ninguna era un opción, en este momento de crisis para nosotros. Estaba apunto de sacar a Will de ahí, cuando escuchamos otra voz en el lugar. No era mía o de Will, llegamos a pensar que eran de los mamíferos que tenía delante de nuestros ojos, yo al menos, me saqué la idea de la cabeza. Eso fue hasta que la volvimos a escuchar. Era una mujer con melodiosa voz y hasta me hacía recordar a mi madre, cuando me daba las buenas noches.

─Dos jóvenes en esta zona, a estas alturas del año, vaya que es nuevo ─nuestra cabeza daba vueltas, buscando a la persona o ese algo que emitiera esa voz.
─¿Quién dijo eso? ─pregunté mirando de nuevo a los animales.
─Es claro que no comprenden esto madre ─la voz era distinta, parecía de un chico de nuestra edad. Los osos se miraban mutuamente, así que mi locura no era pésima.
─Niño, yo te di la vida y tú estabas por cazarme.
─Eso es porque eras un oso, yo no hablaba animal... ─ahora si podían mandarme a un manicomio.
─A ver, tiempo fuera, ¿quieren? ─dije interponiendo entre ambos mamíferos─. ¿Quiénes son?
─Tus modales, ¿dónde los metiste Arkas? ─pareció decir la osa─. Yo soy Calisto y este de aquí, es mi hijo Arkas.
─Bien, ahora si nos entendemos. Yo soy Leo Valdez, hijo de Hefesto y este de aquí es Will Solance, hijo de... ─mi compañero puso su mano en mi boca, antes de nombrar a su padre divino.
─Ah, ¿ambos son semidioses? ─preguntó Arkas.
─Sí, estamos en una misión de rescate ─dijo Will, tratando de ocultar su cara.
─Un momento... Te me haces conocido ─dijo Calisto, entrecerrando los ojos en dirección al rubio.
─Jamás había visto a una osa, ni siquiera estuve en Massachusetts en mi vida ─su tono nervioso, me incomodaba en muchos sentidos... Esto estaba poniéndose feo─. ¿Por qué?
─Te pareces a alguien que conocí ─Will suspiró aliviado, no entiendo que mal sería que una osa lo confundiera con alguien que conoció─. No importa, vamos Arkas. Hay que llegar al punto de reunión antes del anochecer.
─¿A dónde se dirigen? ─pregunté, seguramente ellos nos den alguna pista─. Digo, tal vez no puedan guiar. Estamos algo perdidos.
─¿Hacia dónde se dirigen? ─claramente, bebé oso no nos quería metiendo nuestras narices en sus asuntos.
─A nuestro campamento ─contestó rápidamente el hijo de Apolo─, nuestros amigos nos deben estar esperando.
─No hay ningún área de campamento por nuestro camino ─dijo Calisto─. Me temo que no los podemos ayudar, a nosotros también nos están esperando ahora. Tenemos un ritual al cual asistir.
─¿Ritual? ─yo solo me imaginaba a todos los animales del bosque, reunidos en una fogata, quemando algunas hojitas y cantando canciones de fogata.
─Sí, un ritual vigoroso. La afortunada hija de la diosa prohibida ─Will se puso pálido en cuestión de segundos─. ¿Cómo era su nombre, madre?
─­­­­­­­­­­­­_______, ______ Gaitán ─mis ojos podrían salirse de las orbitas del cráneo si fuera posible─. Estoy ansiosa, mi venganza hacia mi antigua señora será realizada de una vez por todas.
─Lo siento ─invoqué un par de llamas en mis manos, no les permitiría cumplir con su plan tan facilmente─, pero tendrán que pasar sobre mí antes.
─Mira Arkas, él es ese hijo de Hefesto ─dijo Calisto entusiasmada─. Que los del círculo blanco esperen. Les llevaremos al semidiós con quien posee ese lazo.
─Matar a dos pájaros de un tiro ─Arkas se preparaba para atacar, mientras Will tensaba la cuerda de su arco con una flecha posicionada en ella─. La idea me encanta, que comience la cacería.

El secreto de los dioses (Leo Valdez y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora