I

6.9K 262 0
                                    

Jason

Después de esa reunión con todos los chicos, nos fuimos cada uno a nuestras respectivas cabañas. La número uno se sentía extraña y solitaria, más que cuando la dejé. Mirar la estatua de Zeus me daban ganas de lanzarla a los aires y poder tirarle un rayo encima. Incluso si eso significaba que, podría fulminarme antes de que reviente la estatua en miles de pedazos. Logré evitar la mirada acusadora del pedazo de mármol, cerrar los ojos y las pesadilla de los semidioses hagan su aparición especial.
Generalmente son como una presencia en el mismo tiempo, pero diferente lugar. Este caso fue distinto. Veía la explosión de la Madre Tierra, desde la altura del campamento, cuando tuvimos la ventaja de derrotar al enemigo. Pero en el mismo momento que todos los chicos y chicas del campamento festejaban, veía un destello salir disparado de la explosión. No se dirigía a la tierra, sino que iba en linea recta hacía el este.

─¿Leo? ─aún que nadie podía oírme, razonar en voz alta, provocó que alguien me respondiera.
─Ese sacrificio, podría haber tenido un buen lugar, en mis páramos ─la voz profunda y sombría resonaba en mi cabeza─. Lástima que con la cura del médico, no fue posible.
─¿Quién anda ahí? ─pregunté, intentando encontrar al correspondiente de esa voz─. Muéstrate de una vez.
─Pero si sabes perfectamente quién soy, Jason Grace.
─Mejor dar la cara, que esconderse en las sombras ─de la nada, sentía como me apretaba el cuello, impidiéndome respirar.
─Ten más respeto hacia tus superiores, muchacho ─dijo divertido, pero sin sacar esa fuerza de mi cuello.

De la nada, frente a mis ojos, había un hombre de pelo negro y ojos más oscuros que la noche, el estilo de ropa de Mick Jagger y la piel pálida lo delataban bastante. Aparte de la similitud con Nico Di Angelo, me acordaba la descripción que Percy me dijo una vez, sobre el dios de la muerte griego. Evitaba mostrar inseguridad y miedo hacia el dios, pero con la presión en mi garganta, no me daba tanta postura para hacerlo.

─Hades.
─¿Ves? Te aseguré que me conocías ─en el momento que sacó la mano de mi cuello, tomé bocanadas de aire profundas─. De acuerdo, no tengo mucho tiempo, así que seré breve.
─¿Cuándo los dioses, no piden nada a los semidioses?
─Oh, pero este pedido no es una misión querido amigo. Sería más, un favor.
─¿Qué tipo de favor? ─al tratar con dioses, nunca se sabe lo que pueden pedir.
─Necesito que me encuentres a una semidiosa muy valiosa...
─Aja, seguro. Hay demasiadas chicas poderosas en el campamento ─dije en tono irónico─, sin contar las del campamento Júpiter. ¿Podrías ser más específico?
─¡Dejame terminar de hablar! ─la voz de Hades hizo temblar el entorno, haciendo que por poco, no caiga la piso─. Adolescente, hoy en día no se puede tratar con ninguno de ustedes, de forma civilizada.
─Al grano Hades.
─Bien, la impaciencia es el factor predecible de Zeus...
─De hecho soy hijo de Júpiter.
─Si no cierras la boca niño, juro por la Laguna Estigia que te dejaré sin cabeza ─tragué tan duro, que no me preocupó la amenza del dios de la muerte─. Mejor, ahora, es algo simple. Esta joven, no es como las demás semidiosas, ella posee algo especial en su interior. Ahora que Apolo no está para protegerla... ─hizo una pequeña pausa y continuo─. Quiero que la atrapes y la lleves a la entrada
del Laberinto de Dédalo.
─¡Jamás! ─miré con rabia a Hades─. Está prohibido esa zona, nadie es capaz de escapar del laberinto. No voy a llevar a una chica a su muerte.
─O sigues mis indicaciones, a menos que quieras, que me descargue con tus amigos.

Estaba a punto de decir una palabra, hasta que sentí las sacudidas de alguien. Tenía las ganas de darle un puñetazo, porque cuando son las conversiones en sueños con los dioses, es mejor recibir todo el mensaje, antes que no. Cuando abrí los ojos, entendí el porque esas sacudidas eran tan bruscas, se trataba de mi hermana.
Thalia tenía una mano en el aire, lista para impactar en mi cara, cuando su mirada se percató que estaba despierto. Se alejó un poco de mí y su mirada mostraba preocupación. Era extraño verla con esa expresión. Traía puesto su cazadora de invierno plateada, unos jogging negros y unas botas de montaña. En su espalda estaban colgados su escudo junto con el arco y el carcaj lleno de flechas. También tenía puesta la diadema de Artemisa en la cabeza.

─Ey hermana, ¿sucedió algo malo?¿Por qué la cara? ─pregunté mientras me levantaba de la cama.
─Necesito que me ayudes en algo ─su tono revelaba todo─, es muy importante.
─Muy bien, entonces ¿piensas decirme de qué se trata? ─me puse la última prenda de ropa faltante, una remera del Campamento Mestizo con una campera de invierno─. Despertarme a esta hora, con un sueño de Hades no es...
─¿Hades se comunicó contigo? ─mi miró alarmada, acosadora y enfadada. No me gusta como va a terminar esto─. Lo que me faltaba.
─Ya tuve suficientes, espero que me digas ahora lo que esta pasando...
─Artemisa me mandó a buscar algo que Hades quiere destruir.

El secreto de los dioses (Leo Valdez y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora