VIII

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Leo

─¡Oye! Que yo no insulto tu lugar de trabajo ─le reprendí, antes de sentarme en una silla cercana─. Ahora sí, basta de misterios.
─Solo tengo que decirte unas pocas cosas y después te dejaré tranquilo.

Me acerqué a ella y me indicó que pusiera mis manos sobre las suyas. Levanté una ceja con mucha inseguridad, casi siempre que tocaba una chica o hacia el intento, terminaba de la peor manera. Rachel me aseguró que no me haría nada, así que, deposité la confianza en ella.

─Te advierto, esto podría llegar a marearte o dolerte.
─Espera, ¿y me lo dices...? ─no llegué a terminar la frase, porque todo dio vueltas. Acabe sumido en una oscuridad total.

Caí sobre mi culo, en una superficie plana y dura. Mi espalda estaba recostada sobre un cubo de hielo. Me llevé la mano a la cabeza, esperando que todo el mareo que sentía en ese momento, dejara de molestarme.
Busqué a Rachel con la mirada, pero no la encontré. Me levante del piso e intenté dar una vuelta completa sobre mi eje, para ampliar mi campo visual pero nada. Seguía esperando que una señal me ayudara a dar mi primer paso.

En el momento que se hizo la luz en mi mente, la imagen me confundía más.

Una fotografía que podría llevar el emblema "Saludos desde los rincones más escalofriantes del país". Era una zona montañosa que traía un clima de ventisca y tormenta de nieve, la cual parecía que iba a durar por un buen tiempo.
Escalando una de las montañas, se veía una figura, no muy clara, intentando llegar a la cueva en medio de esta. Se trataba de una niña, de unos trece años, abrigada hasta los ojos (los cuales, estaban bien abiertos), con una cazadora plateada, unos pantalones para la ocasión y unas botas de montaña marrones. Tenía un arco, colgando de su hombro, junto con un montón de flechas en su carcaj. La escalada que afrontaba, era en manera muy segura porque llevaba puesto un arnés, la cuerda estaba bien clavada en el suelo de la cueva y sus pasos eran en lugares firmes.

─Pretendía ver otra cosa ─escuché la voz de Rachel, dándome vuelta y encontrarme con su rostro provocó un sobresalto de mi parte─, de todas maneras servirá.
─Santo Hefesto, Rachel ─puse mi mano derecha sobre el corazón─. La próxima vez que hagas algo por el estilo, ¿serías tan amable de avisar?
─Lo siento, aún no controlo este poder. No creí que, una regresión espiritual, sea tan complicada.
─¿Una qué?

Antes de que ella me contestara, la chica que había estado escalando la montaña, logró llegar a su destino. Se quitó el arnés y posicionó una de sus flechas en el arco. Apuntaba en mi dirección, pero esperó pacientemente, sin que su mano temblara. Algo verdaderamente impresionante. Tres veces tuve la impresión que dispararía esa flecha en mi dirección, a la cuarta dejé de pensarlo.
Su aliento se manifestaba en una nube de vapor frío, que se elevaba. Después de unas cinco nubecitas de frío, una ventisca potente entró. Por poco, no tira la arquera al suelo. La ventisca de nieve se manifesto en una adolescente de piel blanca, cabello negro y ojos marrones. Reconocería a esa persona donde fuera que estuviese.

─Veo, que eres demasiado estúpida para presentarte aquí ─la morena miró su muñeca, aparentando tener un reloj─. Aún que, puntual. Eso habla muy bien de ti.
─Deja los elogios para el Tártaro, Quione ─habló la encapuchada─. Ahí es donde iras a parar, en menos de tres minutos.
─¡Más respeto, mestiza! Recuerda que soy Quione...
─La diosa de la nieve, bla bla bla, governante de las más frías tormentas y demás ─jamás me hubiera podido imaginar a la diosa más fría que he conocido en mi vida, tener la sangre hervida en sus mejillas─. ¿Para qué me querías? Quiero irme lo antes posible.
─Tengo entendido, que posees una profecía peculiar.
─No entiendo que le encuentras de interesante, todos los semidioses tienen una.
─Es verdad, pero hasta donde vi, ninguna se compara con la tuya. En especial esos versos: "Con el calor de la fragua y el sol, darán el inicio del caos o del vivir".
─Por favor, Apolo dejó mejores mensajes al oráculo de Delfos.
─Oh _____, esto es solo un verso ─con un pequeño viento, le quitó la capucha a su contraria. El rostro de ______, quedó impreso en mi mente por minutos─ Tu profecía no está completa.

Casi quedó en un estado de shock, cuando la diosa lanzó a la chica por los aires; al igual que lo hizo conmigo meses atrás. Sentía unas ganas de saltar y atraparla, pero sin que soltará un grito, a quien conozco como el hombre super-cabra, apareció saltando y atrapó a _______ en el aire. Solté un suspiro de alivio. Rachel había soltado una risita, resaltando que estaba con ella.
Al tocar tierra firme, Gleeson Hedge dejó a la chica, dándole una mirada acosadora. Ella evitaba su mirada, con una cara de enfado.

─Podría haberla acabado, Hedge ─respondió con un tono de molestia, ablandando el semblante del sátiro─, tan solo necesitaba disparar la flecha.
─¿Y si la hubiera desviado? Ella controla los vientos Gaitan, estamos en su territorio.
─Pero...
─No hubiera arriesgado mi deber de protector por un tal vez ─le dio la espalda por un segundo, para luego dedicarle una mirada triste─. Escucha ­­­­­­______, no quiero que termines muerta. Beckendorf y Beauregard me hicieron prometer, que estaría al pendiente de ti.
─Sé que se preocupan por mí, pero en algún momento yo tengo que tomar mis decisiones ─estaba molesta y nerviosa. Sus manos no paraban de formar figuras en el aire, su respiración era acelerada y algunas lágrimas querían salir. Esa imagen me partió el alma por la mitad─. Hicieron muchas cosas buenas, después de la muerte de papá. Ya no soy una niña ingenua e indefensa de siete años, puedo cuidarme sola.
─La ingenuidad es una característica fatídica tuya ─ella miró al hombre cabra con mala cara─. Aún que, ¿volvemos al campamento?
─De acuerdo, pero quiero llegar rápido ─relajó su expresión, pero no la hizo desaparecer─. Charlie me prometió que comenzaríamos con un proyecto cuando volviera.

Otra vez, volvimos a la realidad. En el Búnker 9, con Festo exhalando aire caliente por sus válvulas. Quiero creer que todo había sido un sueño, pero la cara de Rachel me da a entender que eso pasó realmente. Esto no aclaraba mis dudas anteriores, volvía a tener una hoja en blanco en mi cabeza y eso no es bueno.
Ella solo me dijo esto: "Es confuso, pero pronto lo entenderás". Salió de la habitación dejándome con la palabra en la boca. ¿Cómo esto demostraba mi relación con ______? La única cosa que vi, fue la diosa de nieve. Todo lo demás, es completamente extraño y demasiada información que tendría que preguntarle. Continué trabajando por unos minutos, hasta que la puerta dio un estruendo que casi tiro todas las herramientas de la mesa de trabajo.

─¿Acaso nadie sabe, qué tienen que tocar antes de entrar? ─miré en dirección a la salida y Piper estaba parada con los brazos en su cadera. Claramente está molesta─. Excepto tu, reina de la belleza.
─Leo, antes de matarte, tienes que venir a la entrada del campamento ─inhaló profundo y luego dijo─. Hay noticias de Nueva Roma y no son buenas.

El secreto de los dioses (Leo Valdez y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora