II

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Jason

Increíble, no quería tener una rivalidad con mi hermana en las encomiendas de dioses. Esto no podía ser una magnífica manera de distanciarnos y ponernos en contra. Literalmente era lo que me faltaba en este día de locos. O mejor dicho noche. Sí, como lo oyeron, mi hermana decidió despertarme a media noche, para buscar este supuesto "paquete", que dos dioses querían codiciosamente.
Buscamos por cerca de las cabañas, la Casa Grande, los establecimientos para actividades especiales, pero no teníamos una sola pista de donde podría estar esa supuesta semidiosa. Cuando recorrimos todos los perímetros permitidos del campamento, nos adentramos en la zona del bosque. No era la idea más ingeniosa, pero era el único lugar donde no habíamos buscado.

Normalmente, las arpías nos buscarían e intentarían comernos. Pero no había una sola presencia de ellas. Esto no es normal, en especial ver humo en medio del... ¿Humo? Con Thalia intercambiamos miradas y fuimos lo más rápido que pudimos hasta donde se veía la hilera de vapor grisáceo. Fue entonces, cuando ambos estábamos confundidos al nivel extremo.

Todo eso salía del Búnker 9, nadie podía estar ahí dentro, sacando a los hijos de Hefesto. Pero dudo mucho que alguno de ellos esté despierto a estas horas. Entonces, caminé hasta la puerta y la abrí. Adentro no había presencia humana o mecánica, las luces estaban prendidas pero eso era todo. Preparé la espada y mi hermana el arco, mientras nos movíamos silenciosamente por todo el taller. Todo estaba tan desordenado como en la cabaña 9, los materiales, las herramientas, hasta los prototipos estaban esparcidos por las mesas de trabajo. En menos de dos segundos, Thalia estaba boca abajo, con un sus pies sujetados de un nudo de soga a la pared. Una risa se me escapó de los labio y ella solo me miraba con una mueca.

─No es gracioso Jason, alguien debió poner estas trampas.
─Sí, perdón ─tomé una profunda respiración, logrando dejar de reír─. ¿Puedes soltarte?
─Claro que puedo, pero si quieres que me conviertan en queso ─señaló con los ojos, unos cañones laser, apuntando a su pecho─. Nunca desconfíes que los hijos de Hefesto, mantienen sus cosas protegidas.
─¡¿Quién anda ahí?! ─se escuchó la voz de una chica, mientras unos pasos retumbaban por todo el lugar.
─Escondete, yo me encargo ─me advirtió mi hermana.
─¡Quietos los dos! ─me paralicé antes de hacer cualquier movimiento─. Ninguno se mueva, a menos que quieran terminar como una colmena de miel.

Era una chica de unos quince años, con una ametralladora en mano, bien cargada, esperando a que alguno se moviera y le diera motivos de disparar. Mediana de estatura, con el cabello castaño oscuro, sus ojos chocolates mostraban llamas de emoción y traía un collar muy peculiar. Tenía una forja, acompañado de una flecha con un corazón en la punta, todo de oro. Tenía puesta una chaqueta militar con el bordado en la manga CB, a la altura del hombro; una remera blanca, unos jeans azul oscuro y unas botas negras que hacían combinación con la ropa que traía puesta.
Estaba segura, lista y sin mostrar piedad hacia nosotros. Parecía que iba acabar con nosotros en ese mismo momento, hasta que llegó alguien a nuestras espaldas.

─________, ¿qué haces? ─la voz de Quirón, nos salvó de una posible catastrofe.
─Pero Quirón, ellos entraron al Búnker ─se excusó la tal _______─, yo solo iba a cuestionarlos.
─Baja el arma ________ ─habló Jake Mason, líder de la cabaña 9. Ella obedeció a la orden y dejo el arma de tirro, sobre la mesa más próxima─. Lamento eso chicos, ella no tenía idea que son del campamento.
─No hay cuidado Jake ─hablé por ambos─, yo hubiera hecho lo mismo en su lugar.
─Si, muy bueno... ─mi hermana miraba boca abajo, toda la escena─. ¿Alguien podría bajarme de aquí?
─Ya voy ─dijo ________, después de recibir la mirada del líder─. Pero tu te haces responsable de esto.
─En realidad, soy el responsable de este lugar ─se acercó a la chica, sin intención de sermonearla─. Podrías haber matado a gente inocente.
─Pero dije que solo los interrogaría Jake, no iba a fusilarlos ─nos miró con rabia a ambos─. ¿Y quiénes son los que entraron sin autorización?
─Ellos son Thalia y Jason Grace ─habló Quirón, en lugar nuestro─, son hijos de Zeus y, además, ella es la terrateniente de Artemisa.
─Tiene que ser una broma.
─No _______, ella requiere que vayas con Thalia ─Jake mostró preocupación hacia ella─. Por tu seguridad.
─Pude cuidarme por tres años Jake, no hay porque preocuparse ─su tono de voz, mostraba lo molesta que estaba─. Además, ¿por qué se interesa en mí ahora?
─Interesar no sería la palabra ─dijo Thalia, una vez recuperada de su prisión─, más bien proteger.

Comenzaba a entender, que ella era la semidiosa que Hades me había hablado hacía unas horas; para llevarla a la entrada del laberinto. Me costaba entender, porque ambos dioses se habían puestos tan enfocados, en poseer sus manos en _________. No encontraba una cosa especial, salvo el hecho que posiblemente haya puesto las trampas por su cuenta. Pero ese no es el punto. ¿Por cuál razón, los dioses están enloquecidos con ______?
Ella no querría cooperar, eso nos resultaba difícil para todos nosotros. Hasta que Jake dijo algo que nos dejo a todos helados.

─Si no lo haces por Artemisa, por los de la cabaña 7, 9 y 10 ─hizo una pausa, para cambiar su cara neutral a una de tristeza─; al menos hazlo por Silena y Charles.

El secreto de los dioses (Leo Valdez y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora