IV

3.4K 195 3
                                    

Frank

Recosté a Leo en la camilla más cercana, dejando que Will se encargue del resto. No entiendo como él fue capaz de limpiarlo, sin dejar un rastro de suciedad, mientras yo miraba todo. Lo único que hice de utilidad en todo esto (además de cargarlo hasta aquí), le saqué la camiseta militar y la remera del campamento, reemplazándolas por una camisa blanca solamente. Eso es, búrlense, tan solo le cambie de ropa.
Unos toqueteos en la puerta, resonaron en el silencio de la habitación, desconcentrándome de mis pensamientos; después del "pase" que dio el hijo de Apolo, _______ asomó la cabeza por un espacio entre la puerta y el marco; la tenía mirando al piso. Parecía una niña que había hecho algo grave, esperando a alguien que la regañe. Will desvió su mirada de Leo y la dirigió hacia ella.

─Perdón por interrumpir Will ─susurraba con tanto miedo, seguramente temiendo que la largáramos de la enfermería. Eso me causaba tanta ternura, aún que preferí mantener la boca cerrada─, pero quiero ayudarte.
─Seguro, ven y dame una mano.

A paso lento, se acercó a la camilla, donde estaba el hijo de Hefesto, posó su mano sobre su pecho. Inmediatamente se vio un destello, haciendo que Will y yo nos cubriéramos la cara, para evitar quedarnos ciegos.
Si ya estaba confundido y dormido antes, ahora solo quería encontrar un momento en el que pueda recuperar el tiempo perdido y al fin dormir en paz (y sin sorpresas). Cuando no hubo peligro de mirar, nos destapamos los ojos y nos encontramos en una escena muy extraña.
_________ estaba pálida, temblando y débil; pero al mirar a Valdez, parecía alguien más. Su respiración era normal, comenzaba a reaccionar y nos daba un alivio extremo. En el momento que Leo reaccionó, ­­­______ se desplomó, por instinto, la atajé, antes que se diera un golpe en la cabeza. Era tan ligera y delicada, que me daba miedo una sola cosa: las posibilidades que Will podría ejecutar en mí, si algo le llegara a pasarle.
Intenté no mostrar pavor o desesperación, aún que no sé, si logré hacer un buen trabajo en ello.

─¡Dioses ______! ─Will se acercó a ella y empezó a hacerle un chequeo─. ¿Por qué lo volviste a hacer?
─Pregúntale eso después, Will ─le aconsejé─. Pongámosla en una camilla.
─Sí, sí... Seguro ─deposité a ______ en una camilla, cerca de una ventana, en frente de Leo.
─La cabeza me está por explotar ─la voz ronca de Valdez llamó mi atención, me puse en uno de los costados y le di un golpe en el brazo─. ¡Au!¿Ahora qué hice?
─Dar la vuelta, eso hiciste ─creo que hasta ese entonces, no había caído que había sido yo, quien le propinó un golpe─. Pensamos que fuiste por Calypso.
─Estaba en camino Frank, pero no entiendo qué pasó ─se excusó él─. Recuerdo que llegamos a un área en donde Festo comenzó a tener fallas... ¿Dónde...?
─Está afuera ─señale con la cabeza, la ventana a su izquierda─, pero no puedo dejar salir. Hasta que Will no me de la orden, de que estás bien.
─¿Todavía no me conoces Zhang? ─esa sonrisa pícara es algo que no extrañaba de Leo─. Soy muy hiperactivo, no puedo quedarme quieto.
─En un segundo, estoy contigo Leo ─Will desvío la cabeza de la chica, para decirle eso.
─Concéntrate con _______, Will ─hable con un tono de voz, demasiado serio para ser yo─. Déjamelo a mí.
─¿Quién es ______? ─preguntó Leo, ajeno de todo.
─Es la responsable, por el que estés aquí ─mi vista se enfocó en ella, quien aun seguía inconsciente en la camilla─. No sé cómo lo hizo, pero de algún modo, logró que reaccionaras.
─Utilizó una habilidad especial de mi padre ─dijo Will─. Puede curar a las personas de una forma diferente a nosotros.
─¿Entonces es tu hermana? ─miré a ______ y luego al hijo de Apolo. No había una sola similitud física.
─Me encantaría que así fuera, pero no ─soltó un suspiro profundo, acompañado de una mirada preocupada─. Algunos semidioses reciben dones de otros, que no son sus padres divinos.
─Tu deberías saberlo mejor que nadie Frank ─como de costumbre, Leo intervino en una conversación ajena─. ¿Cómo está ella?
─Debe estar durmiendo ─reposó su mano, en la frente de ______─, seguramente se quedó hasta tarde y sin descanso. Le vendrá bien descansar un rato.
─Si me disculpan, yo quiero volver a dormir ─di un gran bostezo─. Después de todo este embrollo, quiero dormir por un día entero.
─Gracias por la ayuda, Frank ─salí arrastrando los pies, pero en la entrada, la cabeza de Festo estaba enfrente mío─. ¡Ay dioses!
─Disculpa colega ─dijo Leo, acercándose al autómata de bronce─, pero seguro Festo quería saber cómo estaba.
─Ya tuve mucha acción por una noche, solo quiero dormir ─protesté a causa del sueño─. Quiero volver al Campamento Júpiter.
─Animate grandulón ─el duende latino me dedicó una de sus sonrisas socarronas─, dentro de unos días, podrás estar allí.

Retomé mi camino hacia la cabaña 5, sintiendo que era un camino de horas hasta llegar. Tenía las ganas de tirarme al piso y poder dormir, que me pasen encima, no me importa. Por desgracia, estaba obligado a volver a la cabaña. Cuando por fin llegué, me recosté en la cama y cerré los ojos, sin tener que contar ovejas, dejándome sorprendido.
Inmediatamente, una hora después, se escucharon gritos de guerra, cantos y choque de armas en todo el lugar. Levanté el torso de mi cuerpo, sin entender nada, mirando a mi alrededor que todos los hijos de Ares estaban despiertos y recargados al 100%.

─Arriba Zhang ─la voz de Clarisse, entraba y salía de mi cabeza─, hoy es un día largo y emocionante.
─¡Vete al Tártaro Valdez! ─fue lo último que grité, antes de recostar mi cara sobre la almohada.

El secreto de los dioses (Leo Valdez y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora