III

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Frank

Dormir en la Quinta Corte, era distinto comparado con la cabaña de Ares. Cuando bajo el sol, todos los semidioses romanos fuimos designados a las cabañas, según nuestro progenitor divino.
Cuando Percy entró por primera vez al campamento y nos preguntó, tanto a Hazel como a mí, sobre la distribución en las Cortes. Esto sigue siendo igual a la respuesta que le di. En toda la noche, mis hermanos y hermanas griegos, estuvieron toda la noche, planeando técnicas de batalla. Las arpías tuvieron que entrar como diez veces, quejándose de la hora. Al momento de la undécima, todos estaban tan cansados, que por fin pude pegar el ojo. Por solo una miserable media hora. En este momento, Somno me debe estar teniendo un odio, por no dejarme dormir.

Una estruendosa sacudida, movió toda la tierra sacándome de la cama de un salto. Ya era el colmo: después de una guerra bastante complicada, estando en una cabaña incomoda para mí, tenía ganas de dormir. Quien haya decidido hacer una fiesta a esta hora, no tendré consideración en cortarlo en miles de pedazos.
A regañadientes, salí de la cabaña, armado y listo para la batalla, intentando no despertar a ningún hijo de Ares. Mi vista se posó en un muro de metal, justo frente a la puerta. Estaba tan dormido, que solo me di cuenta, cuando lo toque con mi cuerpo.

─¡Santo Marte! ─grité en voz baja, extendiendo la lanza y toqueteando ese muro de metal─. ¿Qué demonios es esto?

Sin previo aviso, ese muro comenzó a moverse. Se elevó un largo tuvo, con una especie de cabeza en su extremo, del otro lado, había un cono pegado a ese muro.
Tenía intención de acercarme y verificar si estaba durmiendo, o si de verdad, era lo que yo creía. Muy poco semidioses se habían despertado y salido de sus cabañas. Pero mantenían una distancia prudente.

─Yo me encargo de esto ─escuché la voz de una chica─, esto se está volviendo costumbre.
─¡Esperen, no disparen! ─advertí, pero no hubo otra cosa, además que ese muro se moviera a 10 metros.
─¿Festo? ─dijo Jason, en un hilo de voz.

El dragón de bronce, enroscó su cuello, en el cuerpo de la chica quien estaba a punto de terminarlo. Ella solo mostraba alegría y cariño hacia el autómata, con la mirada de casi todo el campamento sobre ellos.

─No puedo creer que estes aquí ─le dio un abrazo, pero inmediatamente después, golpeó parte de su lomo─. ¿Cómo se te ocurre desaparecer por casi cuatro meses?
─¿_______?¿Qué haces aquí? ─preguntó uno de la cabaña de Apolo─. Pensábamos que estabas en tu cabaña.
─Nosotras no teníamos idea, de que estuviera aquí ─dijeron las cazadoras de Artemisa, quienes tenían pensado irse al amanecer─. ¿Sabias algo de esto, Thalia?
─Pues... Solo recibí una orden de nuestra señora.
─Al igual ─intervino Jason─, que yo recibí una de Hades.
─¿Qué querría mi padre con ella? ─Nico hizo su aparición sorpresa, provocándonos un susto a los presentes (a excepción de _____).
─Es lo que no sabemos ─Jason parecía triste y decepcionado, pero no era pacas de pedirle razones.
─¿Qué dices amigo? ─_____ se acercó a la cabeza del dragón, para "poder" entender lo que decía─. ¡¿Cómo que...?¿Por qué no lo dijiste antes?!

Pasó de su cuello, al medio del lomo, donde abrió un compartimento secreto. No teníamos palabras de reaccionar, en especial porque el dragón no la incineró en primer lugar.
Estaba haciendo una palanca (con un destornillador) en una ranura rectangular de 3x6 metros. Le era imposible abrirla, así que me subí al lomo con dificultad, aportando mi ayuda para lograr abrir esa compuerta.

─¿Alguien tiene algo con punta o delgado? ─preguntó _____, sin obtener resultado.
─Toma mi daga ─dijo Piper, apareciendo en el umbral de la puerta de su cabaña─, seguro sirve para algo más, que dar visiones.
─Gracias Piper.
─Es perfecta, es mejor que un destornillador de cara plana.

______ puso la daga en la ranura, que había en la parte superior y comenzó a tirar con fuerza. Le recomendé que se hiciera a un lado y logré abrirlo.
Ella se metió dentro de esa compuerta, lo último que se escuchó fue un grito ahogado, que sonó como un eco. Jake Mason, adentro su cabeza por el mismo compartimento y le dijo a ______ que lo sacara. ¿Sacar qué?¿O a quién? Odio no saber nada, que puede estar a centímetros de mí.

─¿Por qué lo metiste aquí Festo? ─dijo ________ angustiada─. Podría haber muerto en este lugar. Por favor Jake, dame una mano.

A rastras, entre los dos, extrajeron del interior de Festo, el cuerpo de un chico. Mirándolo detenidamente no era cualquiera, todos estábamos petrificados ante esto. Estaba lleno de hollín por toda la piel y ropa, no era excusa para no reconocerlo.
Las orejas puntiagudas, el pelo negro, algo largo y ligeramente rizado, los googles de protección en la frente; la camisa militar con la remera del campamento, unos jeans y las botas de montar. De no ser por el polvo negro que lo cubría, hubiera sido una copia idéntica de _______, en versión masculina.
Deslizándome hacia abajo del cuerpo de Festo, me acerqué a él, con una distancia, para dejarle un espacio de aire.

─¿Leo? ─fue lo único que salió de mis labios─. ¿Cómo es...?
─Tenemos que llevarlo a la enfermería ─Will Solance llegó hasta donde estaban y lo ayudo a cargar a Leo.
─Guíame tu ─le digo apurado─, yo no tengo idea de donde está la enfermería.
─Seguro, por aquí.
─Resiste unos minutos más Valdez ─le comenté, aún que no estaba seguro si me escuchaba─; si llegas a morirte esta vez, juro que iré al Inframundo a darte una paliza.

El secreto de los dioses (Leo Valdez y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora