—Björn, yo... —

—Listo, eso es todo lo que quería saber. —extiendo mi mano en el aire, callándola de esa forma sin siquiera mirarla. —No quiero nada de excusas de tu parte, no quiero que me sigas envolviendo en tus mentiras así que hasta que no decidas ser sincera conmigo dejare de ser Björn y exijo que me dejes de tutear y me trates de usted, soy su jefe recuérdalo. —

No escucho una réplica de su parte, cosa que agradezco pues no se cuánto tiempo pueda mantener mi actitud de frialdad. —¿Va a desayunar acá? —y con esa pregunta deja todo claro, dejándome de tutear deja claro que no será sincera conmigo. Espero que cuando decida hacerlo no sea demasiado tarde.

—No, lo haré con un amigo. —

Y dicho amigo me espera abajo, cuando me observa ir a su carro, caminado con decisión siendo flanqueado aún por los postes de alumbrado público encendidas, la sonrisa se le borra. La 'puerta del copiloto se abre automáticamente cuando me pongo delante del auto, ingreso cerrándolo a la vez que lo miró. Por primera vez su sonrisa es inexistente, sus labios en una línea fina, me mira netamente, analizando cada facción endurecida de mi rostro.

—¿Cómo está mi interruptor de corridas favorito? —pregunta pero su sentido del humor está vez no es contagiaste, la carcajada que iba a salir de su pecho para acompañar la voz de un cantante que desconozco se corta, se elimina cuando ve que no estoy de ánimos. Traga un nudo de su garganta. —¿Tan mal van las cosas? —

—Pésimo. —reconozco cuando una de sus manos se posan en mi hombro, me da unos lentos golpes que yo recibo gustoso, sintiendo nuevamente aquella paz sin ser capaz de ver mi departamento en aquel edificio, sin ser capaz de enfrentarme a ella que nos observa desde la ventana.

—Sea lo que sea que hayas dicho o hecho estoy seguro que es la mejor elección. Eres un hombre sabio, sé que no te equivocas. —sus palabras me sorprenden no voy a negarlo, nunca pensé escucharlo hablar de forma tan sería. Lo miro con el ceño fruncido, unos lentes oscuros ocultan sus ojos. —Soné demasiado patético. ¿Verdad? —

—Así es. —

—Joder, eso me pasa por ponerme a leer los libros que Anastasia me da. —reniega encendiendo el auto, yo solo asiento atándome el cinturón de seguridad. —Y bien, ¿A dónde vamos? Hoy soy todo tuyo, hasta la noche que tengo que volver a trabajar. —

—Pensé que solo iríamos a tomar una taza de café. —

—Pues ese era mi plan hasta que vi tu cara que parece trasero de anciana, te vez tan mal. Peor que yo seguramente. —

—Pues... —frunzo un poco el ceño intentando buscar algo mal en él, no le veo ninguna imperfección pero seguro se estará refiriendo a lo que oculta debajo de esos lentes negros. Me encojo de hombros a la vez que él lo hace haciendo que sus músculos se ciñan al polo negro que tiene. —... Primero que todas gracias por a pesar de lo cansado que estarás aceptar escucharme. —aunque aún no le cuento nada, sé que lo haré. —Y segundo no quiero abusar de tu confianza, necesitas desonzar para lo que te espera en la noche. —

—Me he pasado tres días follando sin parar. Un día sin dormir no creo que me afecte mucho. —responde como si nada, aun oyendo el lento motor de su auto. —Además te he dicho que te dejes de preocupar por los demás. Sé egoísta por primera vez en tu vida y comienza a ponerte a ti como una prioridad. —un golpe en mi hombro se para, un seco golpe que hace que de un respingo pero a la vez reaccionar. Me he pasado mi vida intentando ayudar a las demás personas en lo que pueda pero nunca me he ayudado a mí mismo, creo va haciendo hora de que me preocupe solo por mí. —¿Así que a dónde vamos? —

—Pues primero solamente por la idea original, un café. —asiente, bajando un poco el volumen de la radio seguramente para ir hablando durante el camino, para que no se duerma quizás. A las afueras del auto aun el sol no sale, pero ya no es tan oscuro, miro la entrada de mi edificio con una ligera mueca. —Y luego a donde sea pero mantenme lejos de este lugar. —

Mis Pervertidos II (Grey)Where stories live. Discover now