-No es lo mismo. Además, tu trabajo es mucho más agradable que el mío.

-No siempre - frunzo el ceño al pensar en los peores momentos que he vivido en él. No quiero pensar en eso pero es inevitable.

-Ven - me atrae hacia él y me sienta en su regazo. Oculto mi rostro en el hueco de su cuello mientras me abraza.

No sé cuanto tiempo permanecemos así, pero me gusta. Puedo sentir sus brazos rodeando mi cintura en un abrazo protector. Ciertamente, Alec hace que me sienta bien incluso sin hablar.

-¿Qué te parece si dejamos de pensar en el trabajo y nos entretenemos con algo más agradable?

-¿Cómo qué? - levanto mi rostro y lo miro con curiosidad.

-Como esto - atrapa mi nuca con una mano y acerca mi rostro al suyo hasta que nuestros labios se tocan.

Cuando le devuelvo el beso, se recuesta contra el respaldo del sofá llevándome con él. Me muevo despacio, sin romper en ningún momento el contacto de nuestras bocas y termino a horcajadas sobre él. Sus manos viajan directamente a mi culo. En cuanto siento que sus manos lo aprietan y escucho su gruñido, me rio contra su boca. Al separarnos, Alec me mira con una sonrisa pícara en la cara. Sé que lo ha hecho a propósito por mí y se lo agradezco con otra de vuelta. Una vez más, sabe lo que debe hacer para relajarme. En un arrebato, beso la punta de su nariz.

-¿Quieres ver lo que he hecho en el cuarto de Faith? - le pregunto levantándome de su regazo e ignorando su fingida protesta. Ahora es mi turno para borrar su preocupación y ver lo que he preparado es una buena forma de empezar.

-Claro.

Comienzo a caminar hacia el cuarto y Alec me abraza por la espalda y acompasa sus movimientos a los míos. No resulta muy cómodo caminar así, pero no voy a protestar. Algo me dice que no va a servir de nada. Desde que ha llegado, no ha parado de tocarme, abrazarme y besarme en cada ocasión que ha tenido. Y creo que esto solo es el principio. Me temo que tendré que acostumbrarme, pero después de toda una vida sin recibir ningún gesto de cariño, no me resultará fácil aceptarlos sin más.

A medida que nos acercamos al cuarto, me siento más ansiosa. Quiero creer que le gustará, pero no estoy muy segura de ello. No conozco sus gustos. En realidad, conozco muy poco de él. Pero por una vez, estoy dispuesta a solucionarlo. Sé que ha de ser mutuo, que si pregunto sobre él, tendré que contarle sobre mí. Por suerte, es muy fácil hablar con Alec. Creo que podré hacerlo.

-¿Qué te parece?

Nos hemos separado al entrar y ahora permanezco a su lado, observando su rostro atentamente en busca de su reacción. Cuando lo veo sonreír, mis nervios se esfuman.

-No tenía muy claro lo que querías hacer - me dice sin llegar a mirarme en ningún momento - pero tengo que admitir que esto está muy bien. Cuando esté pintado todo de rosa, será perfecto.

-¿Rosa? - sé que bromea, pero aunque no lo supiese, me habría bastado con ver su sonrisa para averiguarlo - Si lo que quieres es rosa, me temo que tengo malas noticias para ti. No compramos pintura rosa.

-¿En serio? - se gira hacia mí, todavía sonriendo - Pues es una pena. Supongo que tendré que fiarme de tu criterio. Y... tu buen gusto.

Mientras habla, se acerca a mí y me rodea por la cintura. Sus últimas palabras han sido tan solo un susurro y me dejan con la sensación de que se refieren a él y no a la pintura. Pero no me paro a analizarlo porque su boca está en mi cuello y no me deja pensar con claridad.

-Es tarde - digo - Debería irme ya.

A pesar de mis palabras, no muevo. Simplemente disfruto del contacto de sus labios con mi piel. Su aliento cerca de mi oreja, me provoca escalofríos. Mis ojos se cierran por inercia.

No Te Impliquesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن