-Me llamó Duncan hace un momento - me dice mientras desayunamos - No está en su casa, pero me ha dicho donde esconde una copia de la llave para emergencias.

-Eso no es muy inteligente.

-Te aseguro que lo es - sonríe - Creo que no seré capaz de encontrarla aunque me ha dado instrucciones precisas de donde está guardada.

-Yo te ayudo.

Asiente y continúa comiendo en silencio. La observo con disimulo. Lleva vaqueros claros y una camiseta básica blanca. Su cabello está recogido en una coleta y no lleva maquillaje. Admito que anoche estaba impresionante, pero a mí me gusta mucho más hoy. Es más Kath, como el día que nos conocimos.

Aunque me ofrezco a ayudarle a recoger, no me lo permite. Me entretengo viéndola ir y venir por la cocina. Se la ve relajada y cómoda. Esta es su casa, su territorio. El lugar donde mantiene baja la guardia. Me siento tentado a preguntarle sobre su abuela, el único eslabón de la historia familiar que todavía me queda por descubrir, pero temo estropear el buen ambiente que hay entre nosotros hoy.

-Tienes una casa impresionante - pruebo dando un rodeo.

-Gracias. Perteneció a mi abuela - me mira fugazmente mientras seca los cubiertos - aunque creo que ya te lo había dicho.

-Cierto.

-Se me hace un poco grande - noto pena en su voz - pero no me siento capaz de deshacerme de ella por ahora.

-¿Estás pensando en venderla?

-Debería - suspira - pero no me decido. Este ha sido mi hogar desde que era una niña.

-Resulta difícil renunciar a los recuerdos.

-Incluso si no son los mejores.

Lo murmura pero puedo oírla perfectamente. Está claro que lo que sucedió con su abuela tampoco fue bueno. Recuerdo que dijo que estaba enferma y puedo imaginarme que le tocó cuidar de ella. Todo eso desde los diez años. Y con la culpa por la muerte de sus padres sobre ella. Desde luego, la vida de Kath no ha sido fácil. Aún así, ha encontrado su forma de compensarlo. El trabajo que hace con los bebés prematuros es impresionante. La forma que tiene de tratarlos es única. Ninguna de sus compañeras les dedica la misma atención que ella, ni los cuida con tanto mimo. Y eso que sólo la he visto trabajando en una ocasión, pero me ha bastado para notar la diferencia con las demás.

-¿Nos vamos? - me mira con esos ojos verdes que me traen loco y le sonrío.

-Claro - me levanto y la sigo de nuevo.

Después de darme la dirección de su amigo, me dirijo a las afueras. Aunque está lejos, ha sabido elegir bien el barrio. Es tranquilo pero está bien comunicado con el centro. Y estoy seguro de que los precios han de ser inmejorables. Si no te importa desplazarte cada día para ir a trabajar, es un buen lugar para vivir.

Pasamos cerca de diez minutos buscando el escondite de la llave. Ciertamente, no será fácil para un ladrón encontrarla. Terminamos riendo, creo que más de impotencia que de lo graciosa que pueda ser la situación. Al final, Kath tiene que llamar a su amigo para encontrarla. Cuando entramos, no puedo evitar echar un vistazo rápido y veo las fotos colgadas en las paredes.

-Son buenas - digo sin darme cuenta de que he pensado en alto.

-Duncan es fotógrafo - me explica - Son todas suyas.

Aunque no creo que debamos hacerlo, Kath me hace un tour por la casa para mostrármelas todas. Parece orgullosa de él y no duda en demostrarlo. Después de verlas, me reafirmo en mi primera impresión, es muy bueno en lo que hace.

No Te ImpliquesWhere stories live. Discover now