Capítulo 50:

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Lali: que dramático amor –rió-

Peter: suena re armado ¿no? –Rió- pero es la verdad. Solo –suspiró- si te defraudo, si me queres dejar después que te cuente todo yo lo voy a entender ¿sí? Hace lo que sientas. No finjas nada ¿estamos?

Lali: okey, ya me estas preocupando.

Peter: -suspiró- como te dije mis papás siempre manejaron mi vida pero jamás estaban para mí. Querían que todos fuéramos, según ellos, perfectos y que la demás gente nos admirara y envidiara. Me fui cansando de eso, todo lo que yo les decía no parecía importarles si no los beneficiaba o los perjudicaba. Nunca tenían tiempo para mí ni para mis hermanos. Harto de todo eso, mientras ellos no estaban, yo empecé hacer lo que se me daba la gana, comencé a pasar los límites viendo hasta donde podía llegar y dándome cuenta que así ellos me daban bola. No era la mejor forma pero era la que encontré. No era la mejor manera de tenerlos cerca pero era una manera al menos. Comencé a bajar las notas, a pelearme con algunos, a vestirme desarreglado, con jeans rotos, botas militares y camperas de cuero, la peor forma de vestirse según ellos. También me empecé a juntar con mala gente y eso hacía que cada vez mis viejos estuviera más sobre mí, sobre todo mi papá. Aunque claro está la relación no mejoró, no se preocupaban realmente por mí, sino por mi imagen, por ende la suya, y eso lo único que provocó fue que me llenara de bronca y odio y terminara finalmente uniéndome al grupo de Agustín.

Un conocido me lo presentó después de verlo correr una picada. Me parecía un pibe copado, llenó de gente alrededor, minas, que no se valía de la plata de su papito únicamente, sino que tenía sus cosas, que se yo. La soledad me tenía harto y puede ser que fue eso, la cantidad de gente que lo conocía y que lo respetaba lo que más me intrigo e hizo que me acercará a él. –Suspiró- cuando papá se enteró que me compre una moto puso el grito en el cielo y cuando se enteró que corría picadas aún más. Su hijo "perfecto" no debía hacer ese tipo de cosas de jóvenes perdidos, de cuarta, de la calle. No se daba cuenta que indirectamente él me había llevado a todo eso. No sé cómo, pero rápidamente me fui uniendo a su grupo, las cosas se fueron poniendo más serias, ya no era solo jodas, fiestas, minas y picadas, Agustín comenzó a pedirme lealtad, que lo cubra en distintas cosas que yo ignoraba. No entendía nada pero al tiempo descubrí que estaba metido en cosas turbias –suspiró- al principio vi que consumía, me ofreció y yo acaba de pelear fuerte con mi viejo pero aun así no quise. Me insistió y aunque me negué estoy seguro de que puso algo en lo que estaba tomando porque esa noche no solo termine borracho como tantas otras. –suspiró- la cosa se fue volviendo cada vez más grosa, yo empecé a consumir casi sin ser consiente realmente de lo que hacía, consumía poco pero de vez en cuando lo hacía e iba aumentando la regularidad y la estúpida necesidad de consumir cada vez más seguido. No me gustaba pero no tenía nada más que hacer, sabía que molestaba a mis viejos y además todos a mí alrededor lo hacían.

Lali: eso es una estupidez Pitt, solo te hacías daño a vos mismo. –Las lágrimas regresaron a sus ojos desde que él comenzó hablar, y sin detenerse, continuaban deslizándose por sus mejillas-

Peter: ahora lo sé y creo que en ese momento también pero era un pendejo estúpido y aun lo soy. Bueno la cosa es que un día lo enganché entregándole un paquete a un pibe y este le daba plata. A pesar de ser idiota sabía de lo que se trataba y al verme Agustín sabía que tenía que atarme de alguna forma, asegurar que yo no diría nada pero para ese entonces yo ya estaba jodido y Agustín comenzó a manejarme a su antojo. Un día me agarró luego del colegio y me dijo que debía entregarle un paquete a alguien. Sabia de lo que se trataba y no quería hacerlo pero él me tomó por mi lado más débil, comenzó a decime como se pondría mi papá al enterarse, la forma en que reaccionaría, como le demostraría que no podía manejarme. Una tontería la verdad pero logró convencerme. Con mi familia me llevaba muy mal, siempre eran peleas, mis antiguos amigos ya no me querían ni ver y era entendible asique simplemente para no quedarme más solo de lo que ya estaba, para formar parte de algo y para cabrear a mi viejo decidí hacerlo. –Suspiró- y las cosas siguieron poniéndose cada vez más jodidas. Comencé a vender droga, a contactarme con gente grosa en todo esto, matones, asesinos, narcotraficantes y boludos como yo sin salida ni nada mejor que hacer que drogarse todo el día.

Ciegamente EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora