-Odias las películas. –suelto una carcajada negando de un lado para otro, ver películas nunca ha sido una de las actividades favoritas de mi amigo, se queda dormido a mitad de tiempo, aunque me gusta verlo dormir.- No te preocupes, tú diviértete, seguro ahí me quedará pasando un tiempo con Christopher. Siempre encuentro algo que hacer. –sí es que no le sale un ligue a ese hombre, lo cual no me extrañaría y no me haría sentir mal, también él ya necesita sentar cabeza, no puede seguir cerrándole las puertas al amor, no puede seguir viviendo relaciones esporádicas y yo supongo que le puedo otorgar un pequeño empujón.

Luego de un largo tiempo de una pelea entre miradas donde salí ganando al él terminar aceptando terminamos con esta extraña noche de descubrimientos.- No te preocupes por lo que te he dicho, solamente sentía que era necesario que lo supieras. –demasiado tarde, ya me estoy preocupando. Asiento con la cabeza sonriéndole a la vez que ingreso al auto luego de habernos dado dos castos besos en la mejilla.- ¿Necesitas que te lleve? ¿Puedes conducir? –

-No estoy inválida Björn. Más bien anda diciéndole a Christopher que no lo necesito más como chofer. Entre los dos me van a volver loca. –ruedo los ojos, la puerta se cierra a mi lado pero antes de arrancar el auto el mete su cabeza por la ventana abierta con una enorme sonrisa guiñándome un ojo.- Ya lo sé mañana me recoges temprano para ir a la cita con el médico. –frunzo un tanto el ceño, arrugas se me forman en la frente cuando no saca su cabeza.- ¿Qué? –

-Yo también necesito que me diga que estoy sexi. –su puchero en su labios finos y carnosos provocan que estalle en una carcajada, me besa la frente al ver que río y en ese entonces es que me doy cuenta que ese era su punto.

-Eres un idiota. –niego divertida.- Más bien anda preparando tu polla que hoy te dejarán agotado. –

Y con esas palabras que se pierden en el frio viento que ingresan por las ventanas abiertas del auto me alejo de su departamento, conduzco por la ciudad sin prestar mucha atención a nada, ni a las calles ni avenidas, viendo directamente hacia adelante sin saber a dónde dirigirme, conduciendo sin un punto fijo. Por más que intente no acordarme de lo que me ha dicho, de olvidarme de todo eso que la tal Leila no puedo, sus palabras siguen resonando en mi mente como un eco una y otra vez, sigue causándome una suma irritación, siguen molestándome en cierta manera. Esa etapa Christian nunca lo pudo cerrar.

Mi cabeza pareciera que quiere explotar por todo eso, por la irritación que siento pero no lo hago, no daré el gusto, no haré que me consuma estos celos irracionales, por este motivo es lo que no me gusta las relaciones amorosas, vuelven a una en un modo excesivamente celosa. Unos celos sin sentido pues ni siquiera he hablado con él de esto, ni siquiera he visto a esa mujer como para desde ya odiarla, más bien debería estar agradecida pues si no lo hubiese engañado ahora no estaría yo con él, agro no sería la mujer más feliz con un hijo de él en mi vientre.

El cielo es oscuro al la noche caer, solo una estrella logra salir de entre todo esa inmensa oscuridad, una estrella que guía un rumbo que aún no le veo sentido, mi celular comienza a vibrar, una llamada entrante de Grace, la madre de Christian que decido ignorar al igual que las anteriores, no veo ningún motivo de hablar con esa mujer que cada vez me cae peor al pasar los días y no haber ido a ver a su hijo. Mia que acaba de regresar a la ciudad fue el día de ayer apenas llego, estoy empezando a sospechar que de su familia solo en ella puedo confiar, no me quejo pues me gusta su compañía aunque no es que hallamos pasado mucho tiempo juntas como para hablar de tantas cosas.

Frunzo el ceño el ver por el espejo retrovisor aquel auto, el mismo auto que me ha estado siguiendo durante días, que ahora sigue detrás de mi yendo a una distancia prudente que no es mayor a una cuadra, nuca me pierde de vista y por una extraña razón, por un impulso extraño decido hacerle frente sabiendo que no me pueden hacer nada ya que la calle está abarrotada de gente. Estaciono mi auto delante de un restaurante lujoso que expide una enceguecedora luz blanca que rodea cada letra del nombre, el recibidor vestido de traje parece reconocerme por un asentimiento que me lanza de una sonrisa, últimamente me he hecho mucho más conocida de lo que ya era, me sorprende que no hayan muchos fotógrafos detrás de mí, siguiéndome los pasos para publicar alguna estúpida nota mía.

Mis Pervertidos II (Grey)Where stories live. Discover now