Mi mirada se posa en la incubadora de Faith en último lugar, imaginándola sola como cada vez que estoy en mi turno. Ya me he resignado a no conocer al padre. Sin embargo, me tenso al ver a un hombre de cabello castaño despeinado que, a pesar de encontrarse de espaldas a mí, reconozco al momento.

-No, no, no, no - me digo, sintiendo las manos húmedas por el sudor al momento - No puede ser.

Me muevo para intentar verle la cara sin que él me descubra. De todas las personas que podía haberme encontrado en el hospital de manera fortuita, tenía que ser precisamente él. El padre de Faith. Imposible.

-Joder - susurro al comprobar que es Alec.

Me siento tan perdida en este momento que solo se me ocurre escabullirme a la oficina de Adelaide. Necesito poner distancia entre nosotros antes de que me vea. Me choco con Becka y sin pensarlo demasiado le pregunto.

-¿El que está con Faith es su padre? - ruego por que me diga que no, aunque es más que evidente cual es la respuesta.

-Es muy guapo, ¿verdad? - me dice con una gran sonrisa cargada de complicidad. Algo que me disgusta casi tanto como su comentario.

-Te he preguntado si es su padre - le contesto de manera brusca - No si es guapo.

-Vale, chica - me frunce el ceño - Qué carácter. No me extraña que siempre estés sola.

Esto último lo ha dicho en apenas un susurro pero la he oído perfectamente. Aún así, ni me molesto en responderle. No merece la pena y ella se creerá que le he dado la razón al negar su afirmación. A palabras necias, oídos sordos, decía siempre mi abuela. Cuánta razón tenía.

Decido seguir mi camino hacia el despacho, pero una mujer detiene. Necesita mi ayuda con su bebé y no puedo negársela. Todavía estoy demasiado cerca de Alec, aunque por suerte para mí, él no deja de observar a su hija con auténtica adoración. Por un momento me pierdo en esa mirada. Hay tanto amor en ella, que casi podría tocarlo. Con razón Faith mejora cada día. Su padre es el milagro que ella necesita.

-No deja de llorar - me dice la mujer, desesperada - y no quiere el biberón.

-Cuanto más nerviosa se ponga usted, más llorará - le digo con calma - Tranquilícese y verá que ella empieza a comer. Pruebe a cantarle algo.

-No sé cantar - se sonroja.

-Tararee, si lo prefiere. Pero le aseguro que todas las madres saben cantar a sus hijos - mi sonrisa parece aligerar sus miedos.

Le acomodo a la niña en los brazos para que le resulte más fácil alimentarla y le doy un par de consejos más, después de la incesante lluvia de preguntas que me hace. Para cuando la niña empieza a tomar el biberón, ambas están tranquilas y relajadas.

Me giro, dispuesta a alejarme de Alec y Faith pero me encuentro directamente con aquellos ojos azules fijos en mí. La sorpresa y la incredulidad se mezclan en ellos. Si pudiese abrir un agujero en el suelo y esconderme en él, lo haría en este preciso momento. Pero como eso es imposible, me acerco a ellos antes de que pueda decir algo que llame la atención de mis compañeras.

-Hola - me dice. Todavía no sale de su asombro.

-Hola - aparto la mirada y me centro en Faith.

Si Adelaide se entera de esto, me meteré en problemas. Y que todo hubiese sucedido de una forma casual, no me librará del castigo. Ahora solo tengo que explicárselo a Alec sin decirle lo que su hija significa para mí. Complicado.

-No sabía que trabajabas aquí.

-Pues sí - me muerdo el interior de la mejilla, nerviosa.

Para mantenerme ocupada, me encargo de Faith, que parece inquieta también. Noto a Alec a mi lado, observándonos en silencio. Puedo ver la fascinación con que estudia cada uno de mis movimientos.

-¿No tienes miedo de romperla? - me pregunta - Se ve tan frágil.

-Es más fuerte de lo que crees - sonrío hacia ella, no puedo evitarlo. Para demostrárselo, la incorporo un poco - Saluda a papá, Faith.

La vemos parpadear y luego bostezar. La sonrisa de Alec podría iluminar toda la sala. Recuesto a Faith de nuevo antes de enfrentarme a Alec. Él continúa con la mirada en su hija y mi corazón late con fuerza. Hay mucho amor en esos ojos y sé que Faith estará bien con su padre.

-Tu turno - le digo. Ya se me ha olvidado lo de que debo alejarme de ellos mientras están juntos. Lidiaré con eso otro día. Ahora quiero ayudarles.

-¿Qué? - me mira asustado.

-Introduce las manos por aquí - le indico - y acaricia a tu hija. ¿No lo haces siempre?

-No. Podría lastimarla.

-No le harás nada, Alec. Ella necesita de tu contacto y de tu voz para seguir fortaleciéndose. Es lo que más bien le hará. ¿De verdad nadie te lo había dicho antes?

-No.

Me siento enfurecer por momentos con mis compañeras. Para hablar sobre él les sobra el tiempo pero ninguna se digna a perder cinco minutos en explicarle lo que debe hacer durante sus visitas. Inspiro profundamente antes de hablar, no quiero que crea que estoy enfadada con él, porque no es así.

-Puedes acariciarla con cuidado - le digo - y háblale.

-No sé que decirle.

-Lo que se te ocurra - me encojo de hombros - Yo siempre le digo que es muy valiente y una luchadora. Y que cuando salga de aquí estará con su padre, que la protegerá siempre. Que...

-¿Hablas con mi hija? - me interrumpe.

-Con todos. Es importante para ellos - desde luego no voy a decirle que le canto, porque eso es algo que sólo hago con Faith.

Le insto a que se acerque a su hija pero antes de que lo haga se me ocurre que es el primer contacto real entre ellos y que estaría bien que tuviesen un recuerdo de ese momento.

-¿Tienes tu teléfono contigo? - le pregunto.

Me mira extrañado pero me lo entrega cuando se lo pido. Comienzo a grabar un video cuando Alec toca la manito de Faith casi con reverencia. Está indeciso y temeroso de lastimarla pero, a pesar de que hubiese preferido que mi voz no saliese en el video, le insisto en que no pasará nada.

Faith agarra su dedo con la manito y veo cómo Alec contiene la respiración. Está tan emocionado que puedo ver sus ojos brillantes por las lágrimas contenidas. Estoy segura de que agradecerá el video pero para mí ha sido una mala idea. Algo se ha removido dentro de mí y puedo escuchar las advertencias de Adelaide en mi cabeza. No te impliques, Kathleen.

No Te ImpliquesWhere stories live. Discover now