- ¿Qué sucede Sr. Biersack? 

- Desde el día de ayer la noto decaída, ¿Se encuentra bien? - El corazón me latió con fuerza, presa de lo que sentía al oír su voz, y que con esa voz, me estuviera preguntando por mi bienestar.

- Usted mismo es testigo de todo lo que pasa aquí, es solo que creo que no es justo. - Mi voz tembló.

Soy sensible, lo sé, pero él...

- Espere, tranquila. - Mi vista se volvió borrosa por las lágrimas que están envolviendo mis ojos.

Él está causando que flaquee.

- Es que... - Me arrimé a mi escritorio y llevé una de mis manos hasta mi boca, estaba frustrada, ¿Por qué con él soy tan débil?

- No llore, por favor. Escuche, personas como sus compañeros no merecen que usted deje caer lágrimas por ellos y usted lo sabe.

No, no es debilidad, él me hace vulnerable.

- No quiero llorar Sr. Biersack. No logro entender por qué hacen todas estas cosas, sólo es eso. - Suspiré.

Me hace vulnerable ante él.

- ¿Por qué no ha intentado cambiar de colegio? - Metió sus manos en sus bolsillos, casi puedo decir que decepcionado o triste, tal vez lo abrumé con mis tonterías.

Torpe, torpe, torpe.

- Lo hice, este es mi segundo año en este colegio, y es porque tengo una beca. - Sollocé y lancé mi cabello hacia atrás con mis manos, el Sr. Biersack lo miró.

- Como una cascada. - Susurró, mirando.

- ¿Qué? - Pedí que repitiera, no le había escuchado.

- Ah. - Salió de sus pensamientos. - No nada, es sólo que... - Sus ojos se enfocaron en mi. - Cada vez me sorprende más, ahora resulta que tiene una beca, no tenía idea de ello.

- ¿Es algo malo? - Me sequé los ojos con la yema de mis dedos, las lágrimas que quisieron salir, pero no lo lograron.

- No cualquiera consigue una. - Se aproximó a mi. - Yo en el colegio nunca la conseguí. - ¿Acaso estaba... animándome?

- ¿De qué quería hablar conmigo? - Cambié de tema, su cercanía me había sacado del juego y me había puesto nerviosa.

- Estaba angustiado por usted. - Sonrió y algo en mi se removió.

- ¿Por mi? - Me estremecí y mis manos se aferraron fuertemente al escritorio, esa sonrisa, es... Coherencia, Hayden, por favor.

- Por supuesto, usted es una estudiante importante para mi. - Dio la vuelta a su escritorio y trajo algo pequeño detrás de él. Ah, si, una estudiante, es por eso que le importo.

- ¿Qué es eso?

- La curiosidad mató al gato, pero...

- Murió sabiendo. - Sonreí al fin.

- Exacto, tenga. - Me dio un libro verde, con una imagen que reconocía más que a cualquiera. - Sé que de seguro ya lo ha leído, pero...

- Es uno de mis favoritos. - Me miró y yo lo miré directo a los ojos. - "Las Ventajas de Ser Invisible".

Alguna vez, en algún libro de Literatura Romántica, leí que alguien nunca debía apartar la vista de su pareja, porque demostraba debilidad y vulnerabilidad.

Me di cuenta que mencioné "Literatura Romántica" y "pareja" al hablar de la situación entre el Sr. Biersack y yo, no pude más y agaché la mirada. Él rio ligeramente, casi como si hubiera estado oyendo mis pensamientos.

- ¿Nerviosa Señorita? - Mordí levemente mi labio, ¿Qué?

- ¿Por qué debería de estarlo? - Dije, celebrando internamente por no haber titubeado, él sonrió.

- Sólo preguntaba, por si acaso. - Dijo esas palabras lentamente, sin quitarme la mirada. - Bueno, si le interesa, puede quedarse con el libro. - Dijo, guardando unas hojas en el cajón del escritorio. No es mi estilo de literatura ni mucho menos, pero es un buen libro.

- Ya tengo una copia y... - Me miró. - Gracias, muchas gracias, lo cuidaré con mi vida. - Sonreí, estuve a punto de abrazarlo y él se acercó, ¿Acaso iba a corresponderme?

- No es nada. - Percibí un tono diferente en su voz y un ligero y discreto guiño, mi boca se abrió, pero no dije nada, realmente, ni siquiera sabía si iba a decir algo.

- ¿Es todo? - Me obligué a decir. Sonrió.

- A menos que quiera algo más. - Negué con la cabeza, nerviosa, su sonrisa se volvió más amplia. - Claro, puede irse. - Usó en tono amable y yo corrí al instante.

Al salir choqué con alguien afuera.

- Perdona, yo... ¿Qué haces aquí? - Lo miré formando una línea con mis labios.

- Te dije que te esperaría aquí. - Ladeó la cabeza. - Tardaste mucho, encanto. - Sonrió Robert.

- Que no me digas así. - Comenzamos a caminar.

- No te lo diría si no lo fueras, además sonrojada eres más irresistible. - Me ofreció una sonrisa gatuna.

- Robert. - Me detuve. - ¿Cómo que sonrojada?

- Estás sonrojada. - Recordé entonces... ¿Nerviosa Señorita?

Sus palabras y su rostro pasaron en mi mente como una película en un proyector y sentí unas cosquillas en las mejillas que amenazaban con romper la cordura que quería... no, que necesitaba mantener en mi cabeza.

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Referencias y Menciones:
   Canciones:
       - "Dream A Little Dream Of Me" - Louis Armstrong y Ella Fitzgerald.

   Libros:

       - "Las Ventajas de Ser Invisible" de Stephen Chbosky.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Where stories live. Discover now