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La galería Monarca, siempre fue una de mis galerías favoritas. Desde que comencé con esto del arte de manera seria, sabía que costara lo que costara tenía que exponer en ella... pero nunca pensé que sería tan pronto. 

Los invitados especiales de Fabius me ven como el próximo gran artista de la historia, como solían llamarle a él cuando se estaba iniciando de las manos de Patjerd el grande, una completa leyenda del dibujo contemporáneo. Me hubiese encantado aprender de él, pero murió cuando Fabius estaba empezando a triunfar en Europa. 

—Theodore Schlesinger, es un placer conocerte —saludó una dama muy elegante con un abrigo demasiado grande —. Mi nombre es Adelene Freted, fui una de las mentoras de Fabius en sus años juveniles.

— ¿Me acabas de llamar viejo, Addie? —responde Fabius detrás de ella, entre risas —. Estoy muy joven, déjame decirte.

—Claro, y las canas que están comenzando a salirte son por otra cosa. 

—Es el estrés, o acaso tú no fuiste la que llamó para adelantar la exposición. 

Me quede completamente helado al escuchar las palabras de Fabius. Adelene Freted... No puede ser la Adelene Freted que creo que es. 

U-usted... ¿Usted es...? 

—Si, querido. Soy su nieta. 

La nieta del Duque Charlton Freted, el fundador de la Galería Monarca. ¡Vaya honor! 

Estaba tan anonadado que la risa de Adelene me tomó por completo desprevenido. 

—Estoy impresionada con tu trabajo, Theodore. Cuando Fabius me dijo que participarías solo pude emocionarme mucho más. Mi abuelo solía decirnos que los nuevos talentos nunca deben de ser rechazados, así que considérate parte de la familia Monarca —no sé si reírme, llorar o abrazar a todo el mundo aquí —. Ustedes deben de ser los padres de Theodore. 

Automáticamente me vuelvo y me encuentro con la sonrisa de mamá y la mirada orgullosa de papá. Una silueta conocida detrás de ellos me deja por completo en blanco. 

— ¡Anne! —básicamente salté a sus brazos, recibiendo una risa adorable de su parte. Se ve impecable con ese vestido negro —Cómo... ¿Tú...? 

—Tu madre apareció en mi casa y prácticamente me hizo entrar en este vestido y me arrastro hasta el avión... Así que aquí estoy —no pude evitar reírme, la besé y su risa en medio fue el impulso de energía que necesitaba. 

—Amor juvenil, no hay cosa más rejuvenecedora que corazones enamorados —dijo Adelene de una manera muy sofisticada. Ella era una mujer muy sofisticada, básicamente es de la realeza.
—Señor y Señora Schlesinger, permítanme decirles que tienen un primogénito muy talentoso, con un futuro brillante. 

—Muchas gracias —dijo mamá sin dejar de sonreír mirándome de reojo —. Siempre fue un niño muy creativo.

—La manera que tiene Theodore para inmortalizar los sentidos y las emociones es... Deleitante —pude notar, por la mirada de papá, que se encontraba hablando con alguien importante, él sabía reconocer el éxito de las personas. Era una cualidad que nunca le entendí, pero para situaciones como esta, le ayudaba mucho.

—Theo, Phoebe... —dijo Anne sin terminar la oración. Busqué a mi hermana por la habitación y la encontré observando uno de mis cuadros. El suyo. 

Me separe de Anne y caminé hacia mi hermana de manera tranquila. Me coloqué a su lado, observando mi propio cuadro. 

—Esta muy lindo —respondió ella sin mirarme. 

Theo, Schlesinger IIWo Geschichten leben. Entdecke jetzt