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En una escala del uno al diez, ¿cual es la posibilidad de perder a mi novia, dos minutos después de que aceptara serlo siquiera? Supongo que el número es realmente bajo, pero por lo que mis ojos ven, me asusta saber la respuesta correcta.

El tal Daemon tiene los brazos sobre los hombros de Anne, y la mira como si fuese el regalo de navidad que nunca tuvo de niño. Anne por su parte está muda, congelada y sorprendida de lo que tiene en frente.

— ¿Tienes idea de lo mucho que te he extrañado? —le dice Daemon volviendo a rodearla con sus brazos. ¿Por qué no la suelta de una buena vez? Es más, ¿por qué sigo aquí de pie como tonto mirando esto?

—No puedo creer que seas tú... —le dice en su oído pero aún así logro escucharla. Por alguna razón mi temperamento está en calma, aunque en cualquier momento puede explotar.

Sin darme cuenta, Anne se separa de los brazos del extraño-conocido y se acerca a mi con sus ojos rojos, llenos de lágrimas. Me abraza y posa su rostro sobre mi pecho. Una sensación de alivio me invade, aunque no debería ya que mi novia está llorando por un extraño que acaba de abrazar.

Al menos es un extraño para mí.

—Respira —le digo al oído besando su cabeza, mirando al tal Daemon quien nos observa conmovido.

—Ya estoy mejor —dice Anne en mi pecho luego de un par de minutos. Ella se vuelve hacia el extraño quitando las lágrimas de sus ojos —Lo siento...

—No te disculpes, el que te debe una enorme disculpa soy yo... fui un idiota —le dice Daemon bajando su cabeza arrepentido. ¡No entiendo nada! ¿Quién es este tipo?

—No lo fuiste, estabas en tu derecho de...

— ¡Claro que no, Beth! —dice esta vez un poco más exaltado —No debí tratarte así... nadie debió de hacerlo —me siento como si estuviese en medio de un rompecabezas enorme.

Comienzo a unir las piezas de todo lo que han dicho hasta el momento: se conocían desde mucho antes, tal vez fueron compañeros en la secundaria. Daemon hizo algo que hirió a Anne, y ahora está arrepentido por eso, y finalmente, Anne piensa que era un derecho el que él la tratara mal...

—Fui una estúpida.

—Por supuesto que lo fuiste, pero tenías una razón para cometer tus actos, y nadie debía juzgarte por eso. Sí, estuvo mal pero estuvo peor todo lo que dijimos he hicimos nosotros contra ti, Beth.

Como si un rayo me golpeara la cabeza, la razón me ilumina de inmediato.

Este tipo era amigo de Anne en la secundaria, uno de sus mejores amigos, aquellos que la odiaron después de lo que hizo con el ex-novio de Peyton y tal vez otras cosas que aún no me ha dicho... ahora todo tiene sentido.

—No tienes idea de lo mal que me sentí cuando fui a tu casa y descubrí que te habías ido sin avisar... sin despedirte —Anne se aferra a mi como si de un escudo se tratara. Acaricio su espalda reconfortándola cuando las lágrimas vuelven a salir de sus preciosos ojos.

—Lo siento... —dice con su voz quebrada —Lo siento pero debía salir de aquí cuanto antes... yo...

—Lo sé, ahora lo entiendo Beth, solo... lamento haberte tratado tan mal la última vez que te vi, me sentí un completo idiota y Autumn también —Anne parece reaccionar al escuchar el nombre de la otra chica.

— ¿Ella está aquí? —la pequeña sonrisa de Daemon se esfuma de inmediato al escuchar la pregunta. Niega lentamente mirando sus zapatos negros.

—Se mudó a Mónaco con su madre hace dos meses —la manera tan melancólica de hablar de Daemon me relaja increíblemente.

— ¿Qué? ¿Es una broma? ¿Con su madre? —Daemon niega mirándola algo triste.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora