•37•

4K 309 15
                                    

Respirar, no bajar la mirada y tranquilizarme.

Es lo que me repito todo el camino, pero es inútil.

—Tranquilo Theo, no es para tanto, solo sé muy directo y todo saldrá bien.

La manera en la que mis manos tiemblan me asusta un poco, pero el hecho de no resolverlo me aterra aún más.

Me detengo frente a su casa y puedo ver cómo está la puerta abierta. Prácticamente me lanzo del auto para llegar lo más rápido posible a la entrada principal.

— ¿Por qué dejas abierto? —me digo a mí mismo entrando en su casa — ¿Anne? —grito en medio de la sala en donde ella se encuentra mirando la televisión con su pijama puesto — ¿Amor?

— ¿Qué quieres, Theo? —responde sin mirarme.

—Vengo a ver cómo estás, y resolver esto... y a disculparme —me coloco de rodillas frente a ella ganándome su atención. Sus ojos azules me observan y me hacen temblar por completo.

—Te escucho.

—Lo siento mucho, no pensé nada de lo que dije y dejé que el enojo hablara por mi. Te amo y no quería dañarte de esa forma. Por favor perdóname —si no lo hace no tengo idea de lo que haré.

— ¿Lo dices en serio? —pregunta con una pequeña lágrima asomándose por sus bellos ojos.

—Tan cierto como que te amo. Hablo con la verdad cuando te pido que me perdones. Por favor...

—Me dolió mucho lo que dijiste...

—Lo sé, soy un idiota y lo siento tanto. Anne, de verdad, perdóname, fue un error que no volveré a cometer —ella acaricia mi mejilla, y deposita un beso muy pequeño sobre mis labios.

—No puedo decirte que no... —susurra haciendo que me vuelva loco. La beso como es debido y ella ríe tomándome de las mejillas — ¿Qué haces aquí tan tarde?

—Necesitaba disculparme con mi novia y no podía esperar a mañana.

—Eres tan cursi, Schlesinger.

—Seré cursi siempre si así me llegas a amar tanto como yo te amo a ti —es una guerra entre nuestro aliento y el ritmo de nuestros corazones — ¿Por qué dejaste abierto?

— ¿Está abierto?

—Si, ¿esperabas a alguien?

—No, la verdad creo que olvide cerrar cuando llegué en la tarde.

—Asegúrate de cerrar bien cada vez que llegas, por favor. No quiero que nada te pase.

—Tranquilo, puedo cuidarme sola —me guiña un ojo y se levanta del sofá en dirección a la cocina.

—Lo digo en serio Anne, no sabes la clase de locos que pueden andar por ahí. Sé que puedes cuidarte sola, amor, pero así tendré un poco de paz mental sabiendo que estás segura aquí sola.

—Respira y deja de preocuparte. Toma —me da sus llaves y me mira a los ojos —, ve a cerrar.

Beso su frente rápidamente y salgo a cerrar todo de la mejor manera. Detesto tener que dejarla sola aquí... — ¿Mejor?

—Mucho. Ahora ven aquí —la tomo entre mis brazos y ambos caemos sobre el sofá —Fabius me invitó a participar en una de sus exhibiciones —le comento cuando estamos acostados sobre el sofá.

— ¿En serio? ¡Theo, eso es fantástico! ¿Dónde será? ¿Ya tienes las obras? —pregunta eufóricamente.

—Tranquila, me lo dijo hoy. Debo darle las obras el jueves, pero si te soy honesto, no tengo idea de que presentar.

Theo, Schlesinger IIWhere stories live. Discover now