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Después de un vuelo un poco complicado para mi paz mental, llegar a casa de Anne genera una extraña satisfacción en mí mismo. No sé lo que es, pero la sensación de plenitud y paz que siento en mi pecho me hace sonreír como idiota.

Dejo mis maletas a un lado de la puerta principal y la observo como el tonto enamorado que soy.

— ¿A qué se debe esa sonrisa? —pregunta Anne dejando su maleta de mano junto al sofá.

—Estoy feliz.

— ¿Se puede saber la razón? —Anne se acerca lo suficiente a mí para poder enredar mis brazos en su cintura. Su cabeza descansa en mi pecho y mi corazón comienza a acelerarse —Teddy...
— ¿Sí?

—Creo que te amo —el ritmo de mis latidos se descontrola demasiado y ella lo nota.

—Yo también lo creo, y mucho, Annabeth.

—Regresaste a Annabeth...

— ¿Qué?

—Antes me decías Annabeth, luego lo redujiste a Anne —su risa es tierna y adorable.

— ¿Cuál prefieres? —río junto a ella besando su frente.

—Anne... Sabes que mi familia me dice Beth, y cuando llegué a Boston decidí mantener el Annabeth para generar una diferencia en mi misma, pero tu apareciste con Anne cuando más necesitaba una nueva versión de mi misma. Además "Annabeth" me recuerda cuando mamá me enviaba a lavarle la dentadura a mi abuelo.

—Gracias por plantar esa imagen en mi cabeza... —su risa es más fuerte ahora, pero igualmente tierna.

Sin previo aviso me toma del cuello y une nuestros labios en un beso dulce y delicado.

— Anne... —digo entre sus labios a como puedo.

—Cállate no lo arruines —dice sin separarse de mí, riendo y acelerando un poco más el ritmo.

Mi mente se nubla por completo cuando estoy con ella, es como una anestesia especial para mí. Mi propia droga, adictiva y necesaria para respirar. Estoy más seguro de que la amo, y ahora estoy no quiero pensar en otra cosa que no sea ella y yo juntos, porque estoy seguro de que no la dejare alejarse de mi lado, nunca.

Subimos a su habitación, y es igual, no ha cambiado absolutamente nada, la cama está tendida con un edredón negro azabache, las almohadas son del mismo color, y comienzo a notar que Anne suele tener muchas cosas en color negro. Sus labios regresan a juntarse con los míos, mi camiseta desaparece siendo lanzada en alguna parte de la habitación junto a la de ella. Nada nos detiene, y caemos sobre el edredón negro, entregándonos por completo el uno con el otro.

— ¿Estás segura de esto? —pregunto completamente enloquecido por su esencia.

Ella no me responde con palabras, simplemente me toma entre sus brazos y me besa como si el tiempo no existiera nunca más a nuestro alrededor. Ahora somos uno.

***

La luz del sol comienza a molestarme y el calor del lugar a sofocarme. El cuerpo de Anne está junto al mío, enredado con las sabanas y nuestras piernas. El olor de su cabello me desorienta y caigo en conciencia de lo que ha ocurrido. La observo dormir, junto a mí, recostada sobre mi pecho y nuestros manos unidas. Es hermosa, y nunca la había visto tan natural como ahora. Nunca había estado con una chica que no fuera Sophie, y el sentimiento que siento en este momento es nuevo y extraño, es... realmente una sensación increíble.

Anne comienza a removerse sobre mi, despertando. Abre los ojos despacio y me sonríe en cuento está completamente despierta.

—Hola, preciosa —digo acariciando su cabello, besando su frente —. Buenos días.

Theo, Schlesinger IIWhere stories live. Discover now