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—¿Segura que es por aquí? —le pregunto a Anne pero ella parece muy concentrada en no decirme absolutamente nada.

—Theo, conozco muy bien este lugar, tu solo sigue conduciendo —dice como por décima vez —. Estoy segura que te encantará.

— ¿Dónde nos quedaremos?

—Theo... ya cállate —Anne levanta sus cejas negando con su cabeza.

—Lo siento, no preguntaré más.

—Así me gusta.

Mi teléfono comienza a sonar en alguna parte. Anne lo toma en sus manos leyendo la pantalla.

—Es tu padre.

— ¿Puedes contestar por favor?

—No creo que...

—Anne, solo contéstale antes de que corte.

—De acuerdo —dice rindiéndose, deslizando su dedo en la pantalla.

— ¿Hola? —Anne espera a la respuesta de mi padre mirándome nerviosa —No, señor Schlesinger. Soy Annabeth, la amiga de Theo. Él en este momento está conduciendo —Anne me continúa mirando y parece ponerse cada vez más nerviosa —Claro, señor, en un segundo.

Anne pone la llamada en altavoz. La voz de mi padre se escucha junto a un eco extraño.

—Theo.

—Dime, estoy conduciendo en este momento, papá.

—Seré breve, tu madre necesita hablar contigo y quiere que vengas antes del cumpleaños de Phoebe, y tu tía necesita que te hagas las pruebas del traje para la boda.

—Me lo podías haber dicho en un mensaje, ¿por qué la precisa? —respondo colocando la direccional justo en la entrada que Anne me indica.

—Quería hablar contigo de otra cosa, ¿a dónde se dirigen? —Anne me observa alarmada abriendo sus ojos más de la cuenta. Le sonrío tranquilamente, acariciando su rodilla con mi mano derecha.

No tengo por qué mentirle a mi padre, ya no.

—A Playa Aquinnah —digo en lo que parece le dará un infarto a Anne.

—¿Por qué?

—Porque es fin de semana y no queremos desperdiciarlo en la ciudad.

—¿Los chicos están contigo? —puedo escuchar su risa infantil e imagino su sonrisa pícara en este momento.

—No, solo Anne.

—¿Irás un fin de semana completo a la playa solo con una chica, Theo? —no puedo evitar reírme. Se lo que trama y no le daré la satisfacción de hacerme pasar un momento bochornoso.

—Si, además no es solo una chica cualquiera, es Anne. La conoces papá —no puedo ver la cara de Anne ya que está mirando por la ventana ignorando por completo lo que ocurre.

—Claro, tengan cuidado y por favor llama a tu madre, Theodore.

—Si papá, no te preocupes, lo haré en cuanto lleguemos. Adiós. —Anne termina la llamada, colocando mi teléfono en el lugar en donde se encontraba, volviendo su mirada de nuevo a la ventana.

—¿Qué ocurre? —le pregunto, volviendo a colocar mi mano derecha sobre su rodilla.

—Nada —contesta sin dejar de mirar la ventana.

—Anne...

—Eso fue vergonzoso.

—¿Qué cosa? —se perfectamente de lo que está hablando y no puedo evitar sonreír descaradamente.

Theo, Schlesinger IIWhere stories live. Discover now