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La mirada de Fabius es analítica, no parece sentir ningún tipo de sentimiento mientras mira mi obra terminada frente a él.

—Hiciste un buen uso de sombras, realmente me gusta lo que has hecho aquí —me dice, ahora si, mirándome directo a los ojos, para después girar sus talones y alejarse de ahí.

¿Eso es todo? ¿Buen uso de sombras? ¡Demonios! Es mi alma impregnada en un pliego de papel y solo pudo decir buen uso de sombras... vaya buena impresión he dado.

Tomo mis cosas del suelo y me acomodo la mochila en mis hombros mientras miro mi dibujo. Creo que es el mejor que he hecho de ella en mucho tiempo.

— ¿Va a algún lugar, señor Schlesinger? —la voz de mi profesor me sobresalta por completo, cuando estuve a punto de abandonar mi taburete.

—He terminado —respondo tomando las correas de mi mochila con ambas manos. Todo el salón me observa, y me hace sentir completamente expuesto.

—Lo sé, y le agradecería que por favor se quedara hasta el final —pide Fabius, de nuevo sin ningún tipo de sentimiento en su rostro, y como no, toda la clase me sigue mirando y murmurando hasta que vuelvo a sentarme en mi taburete, ésta vez de espaldas al gran pliego.

No quiero ver ese dibujo.

Coloco mi mirada en mis zapatos mientras juego con mis manos por lo que creo han sido unos veinte minutos. Un par de tenis beige se interponen en mi visión, y levanto mi rostro observando frente a mi a una chica castaña, de tez pálida y grandes ojos de un extraño azul claro que me observan amigable.

—Hola —dice sin ningún tipo de timidez en su voz.

—Hola —Le respondo mientras me comienzo a erguir por completo.

—Es un gran trabajo el que hiciste, ¿Cómo hiciste la estructura del rostro? —pregunta curiosa tocando el pliego de papel.

No tengo idea de como lo hice en general. Mi cerebro se fue directo a un único pensamiento, Sophie.

—Yo... no uso estructuras, solo me dejo llevar, por así decirlo.

Mi comentario parece sorprenderla, ya que sus ojos, originalmente grandes, aumentan de tamaño significativamente, al igual que su sonrisa.

—Eres mejor de lo que pensé, entonces —dice en un tono más bajo —. Soy Annabeth —ella extiende su mano hacia mi y yo la estrecho junto a una sonrisa.

—Theo —saludo de vuelta sin ningún maldito título de por medio.

Aquí solo soy Theo y eso comienza a encantarme.

No estoy seguro de en que momento el tiempo comenzó a hacer de las suyas, pero en un abrir y cerrar de ojos, la hora había pasado y nuestra conversación se vio detenida por las palabras de Fabius. 

—Gracias a todos, el horario normal se retomará mañana. Por hoy, es todo. Pueden retirarse. Señor Schlesinger, ¿Vendría un momento, por favor?

He estado toda la hora conversando sobre arte en general con Annabeth, es una chica lista y le gustan las obras poco conocidas casi tanto como a mi.

— ¿Quieres que te espere? —pregunta Annabeth de manera amable sin ningún tipo de segunda intención en su tono de voz.

— ¿No te atraso?

—No, ya escuchaste a Fabius, terminamos por hoy. Ve, te espero afuera —dice junto a una sonrisa mientras yo asiento y me dirijo al gran escritorio del decano.

—Theo —Fabius me mira con una sonrisa simpática —, que bueno verte aquí. Me entusiasmó mucho hablar con tu padre ayer.

—¿Hablo con él, señor?

Theo, Schlesinger IIWhere stories live. Discover now