Capítulo III: La Historia del Área 11

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—Creo que todos estamos demasiado confundidos —respondió Nene a la pregunta de Akari—. Quizá deberíamos tomarle la palabra a Schniezel e ir a descansar.

— ¿Podemos confiar en ese sujeto luego de que ha amenazado con ejecutar a Lelouch? —reclamó Tagiru.

—No nos queda más opción que confiar en él por ahora —respondió Nene.

—Al menos, hasta que los demás puedan seguirnos el paso —asintió Lelouch—. Vayamos a descansar por ahora. Así todos podremos ponernos al tanto.

Y dicho aquello, el grupo avanzó en la misma dirección en la que Villetta se había llevado a los otros miembros del grupo.

Un fuerte puñetazo hizo caer al chico rubio al suelo, al menos hasta donde las cadenas y los grilletes que sujetaban sus brazos se lo permitieron. Jadeó un poco y tosió un par de veces, escupiendo sangre. Sintió que las manos de ese Puppetmon lo tomaban por los cabellos para hacerlo levantar. Estuvo de pie el tiempo suficiente, sólo para que ese cruel Etemon le diera otro fuerte puñetazo. El chico cayó de nuevo. Parecían haberlo despojado de su humanidad, pues no hizo ningún esfuerzo por defenderse.

—Y éste es el gran Kiriha Aonuma —se burló aquella LadyDevimon que observaba en la distancia—. El general del Ejército Blue Fare... Reducido a nada...

Etemon golpeó de nuevo al chico para rematar las palabras de la mujer demonio.

—Yo quiero jugar con él también, Etemon —reclamó Puppetmon—. ¡Déjame jugar antes de que Devimon se lo lleve con el señor Apokalymon!

—Esto no es ningún juego, Puppetmon —le espetó Devimon desde un rincón oscuro y sombrío—. Ya se han burlado de nosotros lo suficiente como para permitir que estos humanos sigan riéndose de nosotros.

Se notaba realmente enfurecido.

Kiriha escupió sangre.

—Estos DigiDestinados... —comentó LadyDevimon con frialdad—. Siempre sintiéndose los héroes... Alguien tendría que demostrarles que no se trata más que de momentos de buena suerte. Esa racha está por terminarse...

—Mueres por encontrarte con Angewomon, ¿cierto? —le preguntó Myotismon, sentado en aquella elegante silla de color negro y estilo gótico.

—Sí... —respondió ella—. Si Mummymon no se hubiese llevado a esa maldita humana estúpida a la Tierra Vampiro, ya habría terminado con su miserable existencia.

—Debemos agradecerle a la señora Clarisse y al señor Piedmon —dijo Etemon tras haber asestado el último golpe en la nuca de Kiriha. El chico rubio se limitó simplemente a respirar, con la mirada fija en la nada—. Ahora podemos obtener nuestra venganza y demostrarle a la maldita raza humana que no pueden vencernos. Somos sus dueños ahora. Nunca más volverán a burlarse de nosotros.

Una pesada puerta de color negro se abrió lentamente, salvando a Kiriha del que podría haber sido el golpe definitivo. Los siniestros Digimon malignos observaron al recién llegado. Al instante dedicaron leves inclinaciones de la cabeza, pues el payaso con gorguera merecía especial respeto a pesar de encontrarse en el mismo nivel que todos ellos.

—Señor Piedmon —sonrió LadyDevimon, hablando de la misma forma que habría hecho una amante—, ¿qué lo trae por aquí? ¿Ya es hora de absorber los Datos de Kiriha Aonuma?

—Encontramos a otro humano vivo en la Tierra Dragón, otro DigiDestinado —respondió el payaso—. Ustedes deben ir a limpiar la zona circundante a nuestro castillo. Podría haber más de ellos.

Nene de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora