Siempre he pensado que las estrellas que no brillan en el cielo, pero están ahí, son las más importantes. Son estrellas que nadie sabe que existen, ya que nunca las llegan a ver, viven ignoradas, pero eso a ellas no les importan. Porque aunque la gente diga lo contrario, ellas si que son importantes y sin ellas, el cielo estaría mucho más apagado de lo que ya está.
Yo sé que soy una de esas estrellas.
𝕃𝕚𝕒𝕞
Me desperté porque recibí una llamada telefónica y al ver que era de Eli, lo cogí al instante.
-Oasis, ¿todo bien? - pregunté.
-Gracias por todo, Liam- me dijo-.Has sido el mejor amigo que he podido tener. Ha sido un placer ser tu mejor amiga.
Esas palabras me hicieron recapacitar de que estaba siendo una despedida. Además... ¿Lo que se oía de fondo no era el viento?, ¿estaba en la azotea de un edificio? Al decir esas palabras de nuevo en mi cabeza, me di cuenta de las verdaderas intenciones de Eli.
-Mierda- siseé cuando vi que ella ya que me había colgado.
Me vestí y salí de casa apresuradamente.
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𝔼𝕝𝕚
La suave brisa del viento era lo único que se oía desde el ático de aquel rascacielos. No sabía si hacerlo o no, a fin de cuentas, era lo que quería hacer. Dudosa, me acerqué hasta el límite del edificio. Con manos temblorosas, di el último paso, dispuesta a saltar, hasta que alguien me detuvo, empujándome dentro del ático.
Abrí los ojos, ya que no me había percatado de que los tenía cerrados y vi quien era el que había impedido que cometiera el error de mi vida. Era él. Liam.
-Liam- dije apenas en un susurro.
-Tranquila, Oasis, ya estoy aquí- me abrazó con fuerza sin importar que ambos estuviéramos en el suelo.
-Gracias por salvarme- hablé.
-¿Por qué lo has intentado? - me preguntó.
-No le veo sentido a mi vida como para continuar- contesté sin titubear.
-No digas eso- me dijo y yo bajé la mirada-. Ey, mírame- me exigió elevándome el mentón-. No sé cuántas razones tendrás, pero me tienes a mí. Nunca me voy a separar de ti. Porque, joder, aunque me de vergüenza admitirlo, te quiero. Te quiero desde el momento en el que te vi en el Instituto. Desde ese día supe que te amaría hasta mi muerte. Y si hace falta, iluminaré tu oscuro cielo con estrellas, para que nunca, nunca vuelva a estar apagado como ha estado todo este tiempo.
-¿Lo dices en serio? - pregunté con los ojos llenos de lágrimas.
-Pues claro, Oasis- dijo dándome un beso en los labios.
Estuvimos unos segundos disfrutando de este momento íntimo, hasta que nos separamos y yo solté un sollozo.
-¿Todo bien? - me preguntó preocupado.
-Sí- conteste-. Es solo que estoy muy feliz.
-Yo también- me sonrió y volvimos a juntar nuestros labios, experimentando un mar de sensaciones diferentes.