Me desperté abrazada a unos cálidos brazos que reconocí al instante. Liam.
Decidí levantarme con cuidado y sin hacer ruido para darme una ducha.
Fui hasta su armario y cogí una camiseta que seguramente me quedaría como un vestido, así que era perfecta. Cerré la puerta del baño conmigo dentro, me quité mi ropa que estaba llena de sangre y me metí en la ducha.
El agua caliente envolvió mi cuerpo y me hizo relajarme por unos instantes, hasta que mi conciencia tuvo que molestar mis segundos de calma total.
Tu padre tiene razón, no sirves para nada. Inútil, tonta, estúpida. Tu madre murió por tu culpa. Deberías esforzarte más. No vas a llegar a nada en la vida. Si murieras, nos harías un favor a todos. Deberías ser más como Tara, ella es mucho mejor que tú. Te mereces los golpes de tu padre y todo lo que te ha pasado.
Eso hizo que cerrara el grifo y sin querer, se me callera al suelo la alcachofa, creando así un fuerte estruendo que de seguro retumbó por toda la casa.
Liam lo debió de oír y llamó a la puerta.
-¿Estás bien? - preguntó estando del otro lado de la puerta.
-Si- respondí- solo se me resbaló.
-Vale, cualquier cosa avísame- comentó.
-Claro- respondí.
Me terminé de duchar, me vestí y me quedé sentada con la cabeza apoyada en la puerta. Cerré los ojos e intenté relajarme.
Esto es un defecto mío. Mi mente. Muchos tendrán de enemigos a personas, pero yo no, es mi mente. Siempre me han dicho que tu mente será tu peor enemiga porque conoce todos tus defectos a la perfección y sabe cómo hacer que te derrumbes en un momento y con unas simples palabras. Al principio no lo entendía mucho, pero ahora lo comprendo a la perfección.
Las lágrimas me comenzaron a salir junto con sollozos, pero no me importó y seguí así durante un rato.
Cuando me sentía más tranquila, me levanté, me lavé la cara y salí del baño.
-Tendríamos que ir a clases- dije acercandome a su cama, donde yacía sentado.
-Vale, voy a avisar a Avery, la novia de Jack,mi mejor amigo, para que venga y te preste algo que te pongas. Por que creo que no querrás ir a tu casa aún, ¿cierto?
Asentí y la escribió un mensaje.
Nos pusimos a desayunar y cuando acabamos, llamaron al timbre. Liam se levantó y abrió la puerta, encontrándome con una chica con el pelo negro largo y liso, ojos hazel y tez morena.
-Hola Avery- la saludó Liam-. ¿Tienes la ropa? - preguntó.
-Si, aquí- respondió enseñando una bolsa negra que tenía en la mano.
Me la entregó y yo la cogí sin dudar.
-Gracias, soy Elisa- dije a modo de saludo.
-Avery- respondió.
-Voy a cambiarme- dije yendo al baño.
Ambos asintieron y subí las escaleras, llegando al baño, donde cerré la puerta.
Me cambié con la ropa que me había prestado Avery. Era una blusa azul marino y una falda beige que combinaban bien con mis deportivas blancas.
Salí del baño y fui donde estaban ambos, pero ahora también estaba el que supuse que sería Jack.
Me presenté y nos subimos al coche de Liam. El conducía, yo iba de copiloto y Avery y Jack en los asientos traseros.
Los tres iban conversando sobre diversos temas, mientras que yo me mantenía callada mirando por el cristal de la ventana.
Noté que durante todo el trayecto, Liam no dejaba de mirarme a ratos para asegurarse de que estuviera bien, cosa que agradecí bastante.
Bajamos y fuimos los cuatro a clase de biología. Nos sentamos en los asientos de atrás y esperamos hablando un poco a que la clase comenzara.
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Cuando llevábamos ya media hora, la directora entró por la puerta, interrumpiendo la clase.
-Acaba de llamar el padre de Elisa- comenzó diciendo-. Dice que estará aquí en cinco minutos y que ella se tiene que ir, ya que tienen un asunto importante.
Oir eso hizo que me asustara mucho y que actuará sin pensar, saliendo corriendo y yendo a una aula que estuviera vacía, Para allí cerrar la puerta y evitar que mi padre me encontrara.
𝕃𝕚𝕒𝕞
En el momento que Eli salió corriendo al oír a la directora, supe que algo estaba mal con su padre, así que no dudé en salir del aula e ir a buscarla.
Fui abriendo puerta por puerta de los aulas, hasta que al abrir el de matemáticas, la encontré en un rincón.
Me acerqué a ella y la envolví en mis brazos dándole un abrazo.
Ella me lo correspondió y comenzó a llorar con fuerza.
-No... Quiero ir con mi padre- dijo finalmente.
-Tranquila, mientras yo viva no te va a hacer nada si tu no quieres- le dije.
Nos quedamos en silencio abrazados, hasta que ella dejó de llorar.
-Gracias- murmuró.
-De nada, Oasis.
Seguimos en silencio, hasta que oímos la puerta abrirse y entró un hombre que Eli al verle, me apretó con más fuerza.
-Os encontré- dijo acercándose a nosotros y cerrando la puerta con cerrojo.