Llamamos al timbre y nos quedamos esperando hasta que Beatriz, la madre de Nayara, nos abrió.
-Hola Elisa, espera que tu hermana ya baja- me dijo sonriendo.
-Vale- respondí. Noté que me estaban temblando mucho las manos, no quería que ella se enterara lo que me hacía nuestro padre, es demasiado pequeña para que lo averigüe.
Liam, al notar que estaba nerviosa y asustada, no dudó en darme la mano. Yo se la apreté con fuerza y él me dedicó una de sus miradas que me decían que no iba a pasar nada y que estaría conmigo. Yo le di una mirada de agradecimiento y esperamos en silencio de la mano, hasta que apareció Nayara por la puerta y corrió a abrazarme.
-¡Lis! - gritó mientras se aferró a mis brazos para que la alzara.
-Hola pequeñaja- le dije.
-¿Es tu novio? - preguntó señalando a Liam.
-No, es mi amigo, se llama Liam- respondí.
-Ah, vale. ¿Viene con nosotras hoy a casa de papá?
-Si que viene- indiqué-. Pero hoy no vamos a casa de papá.
-¿Por qué? - preguntó. Yo me removí incómoda, porque no sabía que contestarle. Era obvio que no le podía contar la verdad, pero no sabía que excusa poner que se la fuera a creer, era una niña muy lista y eso tenía muchas cosas buenas, pero también malas.
-Porque tu papá estaba muy cansado y se iba a quedar durmiendo, así que nos dijo que nosotros fuéramos a hacer algo- respondió Liam por mí y yo se lo agradecí en un murmullo.
-Vale- suspiré aliviada de que se lo creyera-. ¿Dónde vamos primero?
-A la heladería- respondí dándole una mano. Ella le dio la otra a Liam, cosa que me alegró bastante.
Por el camino, fuimos charlando y ella nos contó que había hecho en toda la semana.
Me ponía feliz que pudiera verla, aunque sólo era una vez a la semana, era una cosa que agradecía mucho, porque con solo su presencia, me ponía muy feliz.
Cuando llegamos, nos acercamos al mostrador para elegir nuestro sabor de helado.
Cuando ya los teníamos, me acerqué al dependiente para dar la orden.
-Tres conos de oreo, fresa y dulce de leche, por favor- pedí.
Minutos después, ya estábamos los tres sentados en una mesa disfrutando de nuestros helados.
-¿Te gusta? - le pregunté a Nayara.
-¡Siiiii! - exclamó mientras chupaba su helado de fresa.
Una vez nos lo terminamos, decidimos ir al cine, a ver la de vaiana dos. La idea del cine y la película había sido de Nayara, así que Liam y yo no supimos como decirle que no.
Nos pedimos unas palomitas cada uno y botellas de agua.
Entramos en la sala donde se iba a proyectar la película y nos sentamos en nuestros respectivos asientos.
Mientras esperábamos a que comenzará, Liam comenzó a hablar.
-¿De qué va la película? - preguntó.
-¿Nunca has visto vaiana? - pregunté esta vez yo.
-La verdad es que no, nunca he sido muy fanático de las películas de Disney- se limitó a responderme.
Los guapos siempre son los menos inteligentes, pero nos sigue gustando igual.
Calla conciencia.
En fin, no podía ser prefiero en todos los aspectos, tenía que tener algún defecto.
Repito, cállate conciencia.
Vale, vale, ya paro, puff como se pone.
-Bueno- dije-. La primera trata sobre como la hija de un jefe de una isla emprende un viaje con un semidiós por todo el mar buscando un colgante para devolverselo a su dueño para salvar la isla y al final lo logran y el semidiós vuelve a su lugar donde estaba y la prota vuelve a la isla con su familia.
-Suena interesante- murmuró.
-Lo es- concluí.
Nos quedamos en silencio, ya que la película acababa de comenzar.
Cuando salimos del cine, llevamos a Nayara a casa de Beatriz.
Nos abrió la puerta y Nayara me dió un abrazo como despedida.
-Adiós, Lis- me dijo-. ¿Va a venir otro dia Liam? Me lo he pasado muy bien con él- preguntó abrazándole también a él.
-Pues claro, Nayara- respondió él.
Nos despedimos de ella y caminamos sin rumbo hacia mi casa, hasta que me percaté de la amenaza de mi padre.
Sabía que me iba a meter en problemas y estaba demasiado cansada como para enfrentarme a él ahora, así que decidí preguntar a Liam.
-Sé que te sonará raro y todo eso, pero ¿puedp dormir en tu casa? - pregunté-. Estoy en problemas y no quiero ir a mi casa ahora.
-Claro, no importa- respondió-. Venga vamos- dijo mientras yo le seguía.
Cuando llegamos, subimos rápido a su habitación y el abrió su armario. Sacó una camiseta negra y unos leggins del mismo color y me los tendió.
-Te lo puedes pondré si quieres- indicó-. Es lo más pequeño que tengo, ahí tienes el baño para cambiarte.
-Gracias- murmuré cogiendo la ropa y cerrando la puerta del baño.
Me cambié rápido. La camiseta me quedaba casi hasta las rodillas y al ser de manga corta, se me veían los Cortes y la herida de la botella, pero no me importó mucho, porque sabía que no me iba a preguntar.
Salí del baño y lo ví sentado en su cama.
Iba sin camiseta y con unos pantalones grises que simulaban ser de pijama.
-¿Quieres ver una película? - me preguntó.
Asentí y puso una llamada mentes poderosas.
Nos tomamos ambos en la cama y comenzamos a ver la película. Sin darme cuenta, acabé dormida apoyada en su pecho mientras veíamos la película y por primera vez, no tuve una pesadilla.