Capítulo 20

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Ya disponible en Spotify la lista de canciones mencionadas, e inspiradas en los personajes: 

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Faltaba una hora para las cuatro. No me decidía aún por cuál de los dos atuendos llevar. Estaba frente al espejo, probándome una camisa negra. Que luego dejaba a un lado para ponerme una chaqueta de cuero de tipo motociclista.

Al final me decidí por la camisa. Tomé mis cosas y me fui al auto.

En el estacionamiento del table dance, el encargado me vio llegar, y, a diferencia de otras veces, no se acercó a ofrecerme ayuda. De hecho, cuando me estacioné y bajé del auto, se me quedó mirando bastante serio; como si me tuviera rencor. Le lancé un gesto con las cejas, sonriendo, pero solo me volteó la cara. Me limité a levantar los hombros.

Entré al lugar.

Me sorprendió ver la cantidad de movimiento a pesar de la hora. Y también que esta vez la temática de la noche parecía ser distinta. Pues, la mayoría de las chicas que quedaban, estaban desnudas; únicamente con tacones, y una que otra con antifaz.

Una chica, tan preciosa como un ángel, pasó a mi lado y me guiñó el ojo. Cuando volteé para verla mejor, me di cuenta de que, en vez de seguir de largo, como aparentaba su caminar, se había frenado.

Volvió a clavarme la mirada, pero... después de unos segundos de razonar algunas cosas, preferí no expresar nada. Entonces me lanzó un beso.

Me quedé embobado por un segundo. Pero terminé sacudiendo la cabeza... Me giré y caminé un poco, hasta que llegué a uno de los sillones.

Saqué el celular, y vi que faltaban diez minutos para que Ruby saliera.

Eché una mirada a las mesas y los sillones del fondo para ver si la veía por ahí, pero por más que intenté, no logré distinguir entre la gente. Y en los tubos tampoco estaba.

Me dije que tal vez estaría en el cuarto donde se alistaban las chicas. Y me pregunté si sería buena idea ir a buscarla directamente afuera de la puerta. Pero miré que, en las escaleras que daban al segundo piso, había dos hombres de aspecto poco amable. Preferí quedarme en el sillón.

Un mesero se acercó y me ofreció algo de tomar. Y, como sabía que debía hacerlo forzosamente —para que no me echaran—, pero no quería apestar a alcohol por mi futura "cita", ordené una Coca-Cola.

—Enseguida. Oye, ¿y no necesitas una muchacha?

—No, gracias. Estoy bien.

—Porque hay una chica nueva que, uh, hermano, si la vieras... Tiene unos ojos, así, mira. —Señaló el lado verde de la etiqueta de cerveza que llevaba—. Preciosos. Tremenda diosa. Si yo estuviera en tu lugar... ¿Qué onda, no te animas?

Supuse que se refería a la chica de antes.

—No, en serio no. Gracias, estoy bien.

No puso objeción. Me lanzó una sonrisa y se marchó.

LO QUE ÉL NO TE DIO (Romance y tragedia)Where stories live. Discover now