Capítulo 11 (Parte 2, final)

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Terminamos de comer.

La verdad es que no podría decir que fue una mala experiencia. La "Kenia oscura" nunca salió de su guarida. La que tenía frente a mí era tan amable, que hasta se ofrecía a llenarme de nuevo el plato y a pedirle a la mesera lo que me hiciera falta.

En un momento, hasta se puso a halagarme por el trabajo que hice para Yemy.

—Pues, te agradezco. Aunque, claro, ella ayudó bastante. Es muy talentosa.

—Lo sé. Por lo mismo quise colaborar con ella.

Me mataban las ganas de preguntar cómo demonios fue que se habían empezado a relacionar. Pero... no. No había que ser apresurados.

—¿Cómo vas con eso? —cuestioné.

—Bien. Aún no tenemos el primer ensayo, pero todos en general son un amor. Y eso facilita todo.

—Pienso igual.

—Claro, los genios piensan en grande ¿qué no?

Me reí. Y supongo que lo tomó como una invitación a seguir conversando. Porque se giró y le habló a la mesera para pedir unos tragos. Preguntó si le podía traer una cerveza.

—Claro que sí, señorita —respondió esta—. ¿Usted quiere algo, joven?

Después de quedarme viéndola, sin saber si era buena idea o no, acepté. Pedí ron con Coca-Cola —o como dicen en algunos lados: una Cuba—.

—Claro que sí. Enseguida.

—¡Gracias! —respondió Kenia, unos milisegundos antes de que yo lo hiciera.

Me le quedé mirando con sorpresa, pensando en de dónde carajos había salido tanta simpatía.

Comenzó a preguntar más sobre el proceso creativo del álbum, y me agarré contando con la misma satisfacción que tendría un niño en un tobogán. Me sentía alegre de poder hablar de esos términos complicados con alguien que sí los entendiera.

Cuando le hablaba de cierta canción, me daba de nuevo un cumplido, y comentaba que había notado ciertos detalles que ya eran como mi toque personal. También comentó que sería buena idea que me uniera a la banda —para la gira— como guitarrista, para ella enfocarse de lleno en los teclados y en la dirección de los músicos.

—Ja, sería divertido. Pero, si acaso pienso en hacerlo, sería solo en el concierto de aquí. O tal vez también en los de ciudades muy cercanas. Pero no tomaría la gira completa. Eso no.

—¿Por qué? Pero si la pasaríamos tan bien.

—No lo dudo. Pero los tiempos no me lo permiten.

—Considéralo. Seguro que te encantaría volver a estar en un escenario. Más en el de ese lugar.

—Ya veremos.

Después de un rato, salimos.

El encargado del estacionamiento le entregó sus llaves y, antes de yo poder si quiera tocar la manija de la puerta del copiloto, esta se me adelantó para abrirla. Me le quedé viendo con confusión, pero solo sonrió. No pude evitar hacerlo también, y subí con gusto.

Cuando íbamos de vuelta, preguntó qué haría más tarde, y respondí que solo pegarme a la televisión. Se ofreció a que fuéramos a hacer algo más y, aunque no mencionó alguna actividad en específico, dije que por ese día había sido todo. Además, aún tenía que ver a Isabela.

Llegamos frente a mi edificio, justo al mismo lugar de donde partimos. Apagó el auto y se giró hacia mí.

—Bueno, espero que te la hayas pasado bien.

LO QUE ÉL NO TE DIO (Romance y tragedia)Where stories live. Discover now