Capítulo 13 (Parte 1, final)

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Ya disponible en Spotify la lista de canciones mencionadas, e inspiradas en los personajes: 

Llegaron a mi correo electrónico los contratos necesarios para poder hacer oficial la presentación de Yemy en el teatro de Tania

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Llegaron a mi correo electrónico los contratos necesarios para poder hacer oficial la presentación de Yemy en el teatro de Tania. La fecha acordada sería dentro de dos meses. Seguía pensando que era muy pronto. Más que nada porque mi experiencia me decía que no era suficiente tiempo para poder vender entradas suficientes. Pero no me preocupaba del todo. Al final, lo peor que podía pasar sería cancelar el evento, y pagar una multa.

Salí del estudio. Llegué frente al escritorio de Elizabeth para entregárselos. Pero lo que iba a pedirle pasó a segundo plano cuando vi el humo brotar de su café. Como pareció estar en su punto, le di un sorbo grande, sin preguntar. Lo que hizo que me mirara de tal manera que pareció que le había matado un hijo. Pedí disculpas al instante, mientras sonreí.

—Es que... ayer tuve un día pesadísimo... No tengo ganas de bajar.

—¡Pues lo hubieras comprado cuando llegaste! O te lo hubieras hecho en tu casa.

—Gracias, qué solidaria...

—Pues es que...

—Se me olvidó pasar. —Alargué la última «a»— Y últimamente no he querido tocar la cafetera.

—Pues sí pero... —se frenó de golpe, y ladeó la cabeza—. ¿Por?

—No tengo idea. —Levanté los hombros.

Le dije que me ayudara a revisar los contratos con el abogado, y que se los hiciera llegar al equipo de Yemy. A pesar de su enfado, dijo que lo haría enseguida.

Antes de darme vuelta —para volver al estudio a no hacer gran cosa— me preguntó qué fue lo que había pasado el día anterior.

—Luego te cuento. Ahora necesito que me ayudes con eso. ¡Urge! Si quieres en la hora de comida hablamos.

Afirmó con la cabeza. Aunque noté que en su expresión llevaba algo de duda. Al sentarme de nuevo en mi escritorio, me fue inevitable soltar una sonrisa. Imaginaba los posibles golpes que me daría. Más si le contaba que la intensa de Kenia se me había trepado —desnuda— como si fuera silla de montar. También era probable que dijera que estaba haciendo todo mal, que me estaba dañando, que me decidiera... cosas sin importancia.

Pulsé el botón rojo y, cuando me senté en la sala de grabación, tomé la guitarra y me puse a rasgar.

Al pasar varios compases, caí en la cuenta de que, lo que estaba haciendo me gustaba bastante, sí, más, no solo tenía ganas de crear música, quería letras también.

Tomé la libreta y me puse a plasmar versos a lo tonto, sin sentido alguno en la estructura y con caso omiso a la ortografía correcta. Al darles un repaso, quedé satisfecho. Aunque noté que lo que acababa de escribir era bastante... romántico, tal vez. El Ale del diario se había desconectado de su cuerpo para poder darle vida a un personaje bastante feliz y satisfecho con los cariños y la sexualidad de su amante —me preguntaba qué tan bella era la chica en la que este pensaba. Y si, de casualidad, me acostaría con ella—.

LO QUE ÉL NO TE DIO (Romance y tragedia)Where stories live. Discover now