Capítulo 11 (Parte 1)

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Ya disponible en Spotify la lista de canciones mencionadas, e inspiradas en los personajes: 

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Antes de que encendiera el coche, se giró hacia mí. Tenía una expresión de satisfacción, y diría que también iba acompañada de algo de emoción. Sentía como si estuviera tramando algo. No lo sabía. Tal vez solo estaba exagerando. Aun así, por cualquier cosa, me pegué lo más que pude a la puerta, y traté de verla lo menos posible.

Después de un minuto en el que no hacía más que verme, rompí el silencio.

—¿Ya?

—¿Qué?

—¿Ya nos vamos?

Soltó una risita. Llevó el dedo al botón de encendido, pero justo cuando estaba por tocarlo, se frenó.

—¿A dónde dices que vamos?

Me quedé pensando. No le diría que iríamos con Isabela. Mucho menos le daría la dirección de su casa. Creí que la de un restaurante que había visto a unas calles de ahí, estaba bien.

Le indiqué qué camino tomar.

—Muy bien.

Durante el camino no dije prácticamente nada. Extrañamente, ella tampoco. Sabía que el único riesgo que tendría de subirme era el de estarla escuchando, sin parar, decir cualquier tontería. Pero no fue así en ningún momento. Hasta parecía que estaba bajo medicación. Tal vez estaba feliz en demasía y lo último que quería era molestarme.

Trataba de convencerme de que no era tan malo lo que estaba haciendo, diciendo que, al final, solo estaba sacando ventaja de ella. Solo era un simple aventón. ¿No? No habría otra manera en la que decidiera tener su compañía.

Aunque claro, a su vez, me era inevitable ignorar que prácticamente gracias a ella estaba en esa situación; sin auto, sin energía, sin Isabela... Por ella había entrado en ese lugar en vez de irme a dormir. Por ella había pasado tantos corajes. Por ella...

Caí en la cuenta de que estaba saturándome de información. Respiré lo más que pude, y pasé de largo toda voz interna que solamente me confundiera. Podía aguantar. Solo eran unos minutos.

Para dejar de sobre pensar, volteé hacia la ventana y le presté atención a cada cosa colorida. Me sentí como un niño pequeño que va por la calle y se pone a caminar de tal manera que no pise las rayas de la acera.

De pronto, Kenia me interrumpió al poner la mano en mi pierna.

—¿Por qué estás tan callado? —preguntó.

—No tengo nada que decir. —Quité su mano.

—Bueno, pero podrías preguntarme cómo estoy, cómo está mi día.

—Sí, ¿verdad?...

Cada que se portaba de una manera distinta me hacía entrar en conflicto. Y es que, tenía este juego en el que dejaba de ser la mujer insoportable que era para convertirse en una chica amable y gentil. La cosa era que, cada que lo hacía, o su actuación era demasiado profesional —porque usualmente no se salía del papel, pasara lo que pasase, hasta que hubiera un detonante— o simplemente sí estaba siendo linda. Y no saberlo con certeza me rompía la cabeza.

LO QUE ÉL NO TE DIO (Romance y tragedia)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ