𝟒𝟑. 𝐄𝐒𝐓𝐑𝐀𝐓𝐄𝐆𝐈𝐀

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Capítulo 43

“¡ROUS!”

Fue el grito desesperado que emanó del interior de Alek al despertar de su terrible pesadilla, provocando que Rous también despertara de forma instantánea.

Con la respiración agitada, Alek buscó la presencia de Rous encontrándola a su lado, y al ver que ella estaba bien, él llevó sus manos a su rostro y respiró profundo al darse cuenta de que todo había sido producto de un mal sueño.

—Alek, ¿estás bien? —preguntó Rous preocupada observando la forma en la que él había despertado. Alek la observó y la estrechó con fuerza contra su pecho.

—Estoy, estoy bien, no te preocupes, solo fue un mal sueño.

Ella buscó su rostro.

—Tranquilo, respira profundo, no ha sucedido nada, sea lo que sea que soñaste, no ha sucedido.

—Debo sacarte de aquí —dijo él levantándose de la cama—. Haré lo posible porque sea pronto —aseguró Alek, vistiéndose, mientras Rous cubría su desnudez con las blancas sábanas de la cama, mirándolo con preocupación.

—Alek. —Ella tomó su mano deteniéndole y él le miró—. Cálmate.

Alek se hincó para quedar a la misma altura de Rous mientras ella seguía sobre la cama y, mirándola a los ojos, dijo: —Haré todo lo que esté y no esté en mis manos para llevarte al castillo y sé que puede ser arriesgado, pero es la única forma en la que pueda estar tranquilo.

—Está bien, pero tranquilízate.

Rous se bajó de la cama y se acercó a él, abrazándole. Ella sabía que la angustia que persistía en Alek debía ser tanta como para tener pesadillas que le hicieran reaccionar de aquella forma.

Mientras tanto, Alek intentaba a toda costa aplacar sus pensamientos. Su mente le estaba jugando una mala pasada con todo lo referente a Rous, a Mila, a que ella fuera descubierta y a que, sobre todo, alguien pudiera hacerle daño. Él no podía y no quería permitir que algo malo le sucediera a su princesa de cabellera oscura.

CASTILLO WORWICK

Cerca de los establos, el príncipe Cedric estaba alistando a su caballo de pelaje blanco plata para salir a dar una ronda por el bosque junto a algunos guardias, como era costumbre, hasta que fue interrumpido por la voz de Danya, quien también se encontraba viendo a su equino esa mañana.

—Cedric.

Al oír la voz femenina, Cedric la identificó muy bien y con pocos ánimos se refirió a los guardias diciendo: —Retírense. —Los guardias obedecieron las órdenes del príncipe y él se giró encontrándose con la figura de Danya frente a él. —¿Qué quieres ahora?

—Quiero saber si sabes algo de Alek, no lo he visto desde ayer.

—Yo tampoco lo he visto. Pensé que sabrías sobre el paradero de tu prometido.

Danya lo miró con fastidio. —Eres un imbécil, Cedric.

Él sonrió con malicia al ver la cara de fastidio de Danya. —¿Ahora resulta que yo tengo la culpa de que siempre te comprometas con alguien más?

—Pues tal vez sí, tal vez tengo la capacidad de darme cuenta lo poco hombre eres, porque aunque te burles todo lo que quieras, jamás te consideraré para ser mi prometido y sé que te dolerá el día que me veas del brazo de él.

La risa de burla de Cedric se borró de su rostro al oír aquellas palabras que ella sabía que a él le dolerían.

—Princesa —interrumpió Mila acercándose a Danya—. Ya podemos ir por sus flores.

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 & 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄Where stories live. Discover now