30 Sobre apuestas en el amor

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Fufufu, ya volvimos ^u^ Hola a todos, aquí Coco, quien tras el breve descanso de San Valentín vuelve con su obra favorita, y que espera se hayan divertido mucho en este mes del amor. Volvemos a las cosas serias, claro, con nuestro toque de comedia. La primavera se acerca junto con el clímax de esta historia, y ahora, tocó el turno de ver un poco en la cabecita de nuestros antagonistas. Comienzan las conspiraciones, ¡más fufufu! *u* Los dejo para que vayan a ver de qué hablo, les mando un beso y un abrazo y, como siempre digo, ya saben qué hacer °3^ Posdata: también les dejé un detallito en mi libro de one-shots, no olviden pasarse por allá. 

***

—¿Crees que esto es un juego? —Por fin había recibido la llamada que tanto temía. Liz volteó los ojos con fastidio, resignada, y dejó que el otro se desahogara por lo que sabía sería al menos media hora de insultos y pataletas al teléfono—. Estoy decepcionado de tí. Nunca te costó conseguir a quien quisieras, se suponía que robarte a ese nerd sería la cosa más sencilla del mundo.

—Ya te dije que no es fácil —replicó débilmente, pues sabía que él no escucharía nada estando tan enojado—. Meliodas no es como piensas.

—Meliodas esto, Meliodas lo otro. ¿Acaso tu también perdiste la cabeza por ese tipo? ¿Es que tiene una varita mágica en lugar de pito? —Le parecía ridículo que preguntara eso cuando en su último informe le confirmó que no hubo avances respecto al sexo, pero igual lo dejó seguir mientras se acomodaba el celular entre el cuello y hombro—. A ver, explícame de nuevo —dijo tras un minuto entero de quejidos—. ¿Por qué no te es posible atrapar al idiota?

—El "idiota" resultó ser una de las personas con más cerebro que conozco —repitió como la última vez—. No es alguien a quien puedas conseguir con un calentón. Hay que ganárselo con intelecto.

—Intelecto un cuerno. ¿No me habías dicho que es tan inocente que ni las indirectas entiende? Y ahora sales con la excusa de que es muy listo. ¿No ves que el zorro astuto te está manipulando? —Liz no pudo aguantar la carcajada que le salió del pecho, tan irónico le resultaba el comentario—. ¡¿De qué te ríes, puta?!

—Bueno, vamos por partes. Primero, tranquilo cariño. Tú tienes el privilegio de ser el único bastardo que me manipula, así que aplaca esa envidia y celos infundados.

—¡Hija de...!

—Segundo —lo cortó—. Una cosa es ser inteligente, y la otra ser astuto. Meliodas no tiene un gramo de malicia en el cuerpo, pero es muy cuidadoso con sus interacciones sociales, y tiene una ética bastante sólida. No basta con que alguien "lo encienda" para invitarle a la cama. La susodicha tiene que merecerlo.

—¿De qué diablos hablas? ¿No dices que no se deja seducir?

—¡Estoy hablando de amor! —estalló por fin. Era absurdo, sabía que perdía el tiempo tratando de enseñarle a Estarossa lo que significaba esa noción, pero igual estaba harta y no había otra explicación para lo que estaba ocurriendo—. Respeto, confianza, cariño, esas cosas.

«Cosas de las que eres incapaz», pensó con amargura.

—La lista es larga, ¿sabes? Y construir cada punto toma tiempo. —Se quedaron en silencio, escuchando solo estática por casi medio minuto, y el siguiente sonido que él emitió fue un largo suspiro.

—Sabía que tendría que haber contratado a una actriz en vez de a ti.

—Inténtalo. La pobre chica será bateada más rápido que en Homerun, será divertido verla.

—¡Es un enclenque perdedor, solterón y patético!

—¡Es un hombre decente, un caballero, y un romántico empedernido! Afrontémoslo, Ross. Perdí la apuesta. Nadie que no sea esa doctora va a entrar en su cama. Sería más fácil que tú intentes entrar a la de ella. Igual y la quincuagésima vez es la vencida.

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