7 Cómo planificar un encuentro romántico

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Hola a todos, aquí Coco, en un viernes rosa y tranquilo tras otro paso hacia el fin de este semestre en la universidad. Vaya que están siendo unos días intensos >u< pero por ahora, disfrutaré un momento de paz antes de volver a trabajar. Me encanta compartir esos momentos de pequeños éxitos con ustedes, y hablando de eso, ¡ya casi llegamos a 300! Creo que será algo bonito y especial, fufufu. Mientras, divirtámonos con una nueva entrega de esta querida obra. Ya saben qué hacer °3^

***

Escena extra:Sueños

Meliodas veía a su bonita doctora parada en medio de un campo de flores, con un sencillo vestido blanco y una sonrisa pacífica en los labios. No estaba haciendo nada en especial, ni le decía nada, solo contemplaba el cielo con los dedos de la mano entrelazados a los suyos y suspiraba. Tal vez no había nada erótico en ella escena de ese momento, pero por alguna razón, aún así la visión hizo saltar su corazón.

—¿Qué tienes Elizabeth? —Aquella ilusión le devolvió una mirada triste, y apretó más fuerte su mano.

—Tengo miedo.

—¿De qué tienes miedo? —Sus hermosos ojos de zafiro se clavaron en los suyos con intensidad, y la siguiente respuesta sacudió su interior hasta los cimientos.

—Tengo miedo de amarte. Para mi siempre ha sido solo sexo.

—Elizabeth... —Él no supo qué responder. Se suponía que era un escritor de novela romántica, debía saber que decir en momentos así, debía poder conquistarla hasta con el pensamiento. En cambio, suspiró sonoramente, la miró de frente, y le habló con total honestidad—. Yo también tengo miedo. Así que hagamos esto: superemos el temor juntos. Si tú prometes tratar de amarme, yo prometo tratar de aprender a disfrutar del sexo sin temor. —La sonrisa de ella no pudo ser más resplandeciente al oír aquellas palabras.

—¿De verdad?

—De verdad.

—¿No quieres que tratemos de cumplir esa promesa ahora? —Sus latidos volvieron a acelerarse mientras ella acercaba su rostro, percibió claramente el aroma de su perfume y su aliento sabor menta, pero justo cuando sus labios estaban a punto de unirse... el rubio despertó. Fue un sueño maravilloso. Aunque afuera estaba un poco nublado, el sol de aquella fantasía seguía calentándole la piel. Tenía impresa en la mano la sensación de sus dedos al tocarse, su esencia se le impregnó en las fosas nasales... y, por su puesto, había tenido otra erección.

—¿Pero por qué? Si ni siquiera hicimos cosas eróticas. —El ojiverde se levantó en dirección al baño para nuevamente hacer su ritual de agua fría y macarena, pero justo cuando estaba por abrir la puerta, detuvo su tren de pensamiento. Cierto, no había soñado nada explícitamente erótico, pero aún así... el sueño lo había puesto a mil. Y eso le recordó un pasaje de uno de los libros que le dio su doctora.

"El erotismo es solo uno de los caminos para guiar al ser humano hacia relaciones más profundas y significativas". En resumen, si él había tenido esa reacción, no era porque deseara el cuerpo de la doctora y ya. Lo que quería era tener una verdadera conexión con ella. Deseó con todas sus fuerzas poder decirle a la preciosa albina las mismas palabras que le había dicho en su sueño.

*

Elizabeth caminaba de un lado a otro de su consultorio mientras sus elegantes tacones rosas sonaban contra el piso reflejando su ansiedad. No parecía posible, no era propio de ella, pero en verdad lo había hecho. Había aceptado tener una cita romántica con uno de sus pacientes. Pero ese no era el mayor problema. Sintiendo una nueva ola de ansiedad subirle por la garganta, la albina se obligó a inhalar lentamente y tratar de pensar con claridad. Sacó el pequeño pizarrón blanco que guardaba cuando hacía un análisis de caso, tomó el marcador, y empezó a vaciar su cabeza escribiendo sobre él todas las cosas que tenía revueltas.

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