16 Sobre sexo público

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¡Bonus! ^u^ Finalmente terminamos con las preguntas, pero si aún quieren una oportunidad de ganarse el premio y sorprenderme con su poderoso amor melizabeth, escríbanme aquí su momento favorito del anime, manga o cocofanfic. La ganadora o ganador será revelada hasta el próximo domingo, pero si llegaron hasta aquí, ¡para mi ya lo son! XD Muchas gracias por acompañarme en este delicioso maratón, espero sigan conmigo hasta el fin de esta obra, y aunque aún nos faltan algunos capitulitos para estar al día (faltan otros siete), una cosa es segura: aún queda muuuucho de Letras y Sexo por delante <3 Ya saben qué hacer, fufufu...

***

Gowther miraba con profundo cariño a su mejor amigo mientras ambos tomaban una taza de café en la terraza de su casa. El pequeño rubio estaba muy tieso, tenía las mejillas completamente rojas, y miraba sus rodillas con una mueca de profunda concentración. Llevaban cerca de quince minutos sin hablar, aunque eso al pelimagenta no le importaba. No tenía ninguna prisa en hacer que el escritor soltara la lengua; si le estaba costando tanto trabajo formular sus preguntas, ya tenía una idea sobre qué clase de cosas le iba a consultar. Estaba muy orgulloso de él.

Sus avances con la doctora Liones habían sido verdaderamente significativos, y ahora no solo se podía hablar de sexo en su presencia, sino que también había comenzado a hacer cambios importantes en las demás cosas de su vida. Su obsesión por la limpieza ahora se limitaba a solo ofrecerle gel antibacterial al entrar, podía hablar a las demás personas con confianza, y había tomado por costumbre saludar a todos de mano. Si a eso le sumabas que parecía mucho más feliz y que iba por el capítulo doce de su novela, la mejoría era evidente.

Pero había además otros signos pequeños de cambio que a Gowther le causaban cosquillas en el estómago, lo emocionaban, y lo hacían soltar risitas disimuladas en los momentos más inoportunos. El cuerpo de su amigo también estaba cambiando. No es que fuera más alto, ni mucho menos, pero pese a su talla pequeña y usual desaliño, ahora emanaba un aura que atraía a las personas de una forma peculiar. Dicho de otro modo: tenía las feromonas a todo lo que daba. Sus movimientos eran más elegantes, sin la torpeza que la timidez le daba antes. Transpiraba paz, la especie de satisfacción interna de quien está conforme con la vida. Su sonrisa, aunque discreta, era encantadora. Si al buen editor le hubieran pedido que diera una definición más concreta de la apariencia de su cliente, se le ocurría que esta podía ser la de " intelectual sexy". Aunque claro, no siempre.

En ese momento Meliodas era tal como lo recordaba de unos meses atrás: un ingenuo, pudoroso y virginal treintón. Se llevó la taza a los labios, dispuesto a esperar lo que hiciera falta, cuando el rubio soltó una pregunta que lo hizo escupir todo el contenido sobre la mesa.

—¿Cómo se hace una lavativa anal? —Diez minutos después y quince toallitas absorbentes más tarde, el chico de anteojos estaba listo para esa conversación.

—Meliodas... —dijo él con los ojos brillantes clavados en el rostro del rubio—. ¿Eres gay?

—¿Qué?, ¡no!

—¿Bisexual? Lo sabía, eres tan sexy que ahora puedes atraer a gente de ambos géneros.

—No, yo... ¡¿espera, qué?!

—¡Pansexual! —declaró con toda firmeza y alegría el pelimagenta—. ¡Lo sabía, le pega perfecto a un idealista como tú! ¡El amor es para todos, sin importar tu orientación sexual!

—¡Para!, ¡para!, ¡paraaaaa! —Un ataque de euforia y un recambio de café más tarde, por fin el ojiverde pudo explicarse—. No es lo que piensas, cabra. No tengo problema con ninguna de esas preferencias, pero estoy muy seguro de que yo sigo siendo heterosexual.

Letras y SexoWhere stories live. Discover now