13 Sobre fantasías sexuales

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5 - Valorar cada momento juntos.

Tal vez tienen que ver su vida eterna y reencarnación perpetua XD (aunque yo a veces lo pongo en duda). El punto es que, como sabían que la vida podía separarlos en cualquier momento, ¡valoraban cada instante que pasaban juntos! Cada detalle que uno hacía por el otro, cada lugar que visitaban, cada persona que conocían. Iban creando nuevas memorias a medida que su amor de tres mil años crecía, ¡y se enamoraron cada vez que se reencontraban! -^w^- Bueno, basta de dar ideas, ¿tienen un buen foto-recuerdo para mi? °3°

***

—¿Lo de siempre Doc? —La joven pelinaranja acababa de terminar su última ronda de pulir vasos cuando su cliente favorito llegó con una expresión de agotamiento que le enterneció el corazón.

—Sí querida, por favor. La sesión de hoy fue especialmente difícil. —En el acto el atractivo hombre de bigote tuvo una copa de vino afrutado frente a él sobre la barra, y dedicó una sonrisa de gratitud a la cantinera mientras se la llevaba a los labios.

—¿Qué fue esta vez? ¿Un matrimonio en crisis?, ¿un pervertido intentando rehabilitarse?, ¿una ama de casa con fantasías sexuales extremas?

—No... —Monspeet era siempre un hombre de pocas palabras. Sin embargo, eso no impedía que ella pudiera entender perfectamente cómo se sentía. La postura de su cuerpo, la rigidez de los hombros, la tristeza en su mirada. Él solo se ponía así en un tipo de casos.

—¿Violación? —Asintió mientras cerraba los ojos y daba un trago especialmente largo. Mientras, la dueña del bar comenzó a bufar y crujir los nudillos de forma inconsciente— Hijos de perra. Tranquilo. Ambos sabemos que puedes con ello, ya has tratado a pacientes así muchas veces.

—Y sé que cuando todo lo demás falla, unas copas contigo siempre logran traer a la gente de vuelta en sí mismos. —El cansancio del psicólogo se fue disolviendo en una sonrisa de complicidad, y sostuvieron una breve pero profunda conversación solo con el hecho de intercambiar miradas.

Era por eso que se llevaban tan bien. Él como médico, ella como bar tender, pero lo cierto era que ambos eran especialistas en escuchar a las personas. La cantidad de historias que pasaban por sus respectivos sitios de trabajo los habían vuelto perceptivos, sensibles, y como además compartían el deseo de ayudar, eran exactamente el tipo de personas a las que la gente solía recurrir para hablar. Justo como estaba pasando en ese momento.

—¡Hey Eli!, ¿piña colada con una cereza encima? —La bellísima peliplateada llegó hasta su pareja de amigos con una sonrisa poco usual en ella y un ondular de caderas que delataba que había estado realizando ciertas actividades. Derieri se puso inmediatamente alerta al observarla.

Elizabeth era uno de "esos casos". Casos difíciles que tenían a Monspeet en vela y a ella pidiendo nuevas reservas de alcohol. Su adorada amiga había sufrido demasiado, sus sentimientos estaban herméticamente sellados para casi todos los hombres. Ella no tenía novios, "solo amantes" . No la había visto enamorada ni una sola vez desde que pisó su bar. Sin embargo... definitivamente algo importante estaba pasando ahora.

—¿Qué carajos Eli?

—Fufufu, tan aguda como siempre Derieri. Sí, piña colada por favor... y la opinión de ambos, si no es mucha molestia.

—Con todo gusto, siempre es un placer atender a mi colega favorita.

—Déjame adivinar... —dijo la pelinaranja mientras movía botellas y copas con habilidad magistral—. ¿Aquel tipo de la editorial Suzuki con problemas de TOC?

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