3 Cómo se crea un buen ambiente

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¡Hola a todos! Aquí Coco, ¡por fin es viernes! >u< Y por fin toca otro capítulo de esta hermosa, rosa y sexy historia. Mmmm... estoy considerando seriamente comenzar a actualizarla de a dos capítulos. ¿Qué opinan de eso? No estaba segura porque quería terminar de subir todas las cinco historias semanales al mismo tiempo, pero... no sé, me lo pensaré XD Es mucho trabajo, pero por ustedes, igual vale la pena <3 Mientras lo considero y me acabo mi soda dietética para descansar, los dejo para que continúen su lectura. Ya saben qué hacer °3^

***

La sonriente asistente abrió, cediendo el paso a sus pacientes, y en cuanto Meliodas entró al bien iluminado espacio, sintió que todas sus preocupaciones se iban. Inmaculado. Esa era la única forma de describir el consultorio de la doctora Liones. Era una oficina pequeña, casi blanca, muy pero muy limpia. Hermosas flores la decoraban, el aire tenía un suave olor a vainilla, y todo estaba tan meticulosamente ordenado que por un momento olvidó el tipo de lugar en el que se encontraba.

Wow... —pensó el rubio—. Si antes no había tenido alguna erección voluntaria, seguro que tanto orden me la provocará.

—Buenos días. —Pudo haber sido muchas cosas: tal vez lo maravilloso del lugar, la ausencia de juguetes sexuales en el espacio, o el hecho de que esa voz era muy hermosa, pero en cuanto el rubio se giró para ver a la famosa doctora, casi sintió que se le salía el corazón. Era un sueño hecho realidad. Ojos azules, pelo plateado, piel de porcelana, y una sonrisa tan dulce como el aroma en el aire. Se quedó mudo, creyendo que la persona que tenía al frente no era real, sino una de las heroínas de sus libros.

—¡Buenos días, doctora! Mi nombre es Gowther —La voz tan llena de energía de su amigo trajo al ojiverde de regreso al presente, y en cuanto el pelimagenta estrechó la mano de aquella mujer, Meliodas recordó de golpe la razón por la que estaban ahí. Y eso le generó un ataque de pánico. Se puso rojo hasta las orejas, comenzó a limpiarse las manos compulsivamente contra su saco, y miró hacia cualquier parte menos a la cara de la médico, que en ese momento ponía toda su atención en él—, y este es su nuevo paciente, Meliodas Demon. Le agradecemos mucho que haya aceptado recibirnos.

—Es un placer. Por favor pasen, pónganse cómodos —Tan tieso como un robot, el pobre escritor siguió a su colega hasta sentarse frente al escritorio de la señorita, quien se reclinó en su silla, tomó pluma y notas, y clavó en ellos sus ojos como zafiros—. Muy bien, ¿cuál es la situación? ¿Es un asunto de pareja?

—¡No! —El rubio contestó de forma tan inmediata y con la voz tan fuerte que hizo que todo quedara en silencio. Si alguien pudiera morirse de vergüenza, sentía que esa persona podría ser él.

—Dios libre a quien decida ser la pareja de este duende tan gruñón, doctora. —Confesó el otro, sin pena alguna y divertido.

—Ya veo, disculpen la confusión. Es que como la llamada que nos hicieron fue tan misteriosa, no supe qué pensar. Solo se que está relacionada al trabajo, ¿no? —El rubio estaba cada vez más nervioso, la doctora cada vez más sonriente, y como Gowther estaba a punto de soltar una carcajada, decidió respirar y tratar de explicar la situación.

—Es correcto. Este de aquí es uno de mis mejores clientes, escritor de la afamada editorial Suzuki. Está por ganar un premio muy prestigioso en nuestra compañía, pero me temo que solo lo hará si cumple el encargo de nuestro jefe, escribir un libro de cierto tema en el cual desafortunadamente... no tiene mucha experiencia.

—Ya veo. ¿Entonces quiere escribir una novela erótica, señor Demon? —El pobre hombre no podía estar más rojo.

¿Cómo puede decir esa palabra tan fácilmente? —Silencio. El pobre no podía hablar y de nuevo estaba haciendo el tonto. Con una sonrisa en los labios, y demasiado feliz por ser el primero en decirlo, Gowther salió a revelar su gran secreto al mundo.

Letras y SexoWhere stories live. Discover now